Zelenski, el líder que puso el cuerpo

Marta Maside Docampo*

Cuando Lacan titula su Seminario 18 «De un discurso que no fuera del semblante», después de haber formulado en términos lógicos los cuatro discursos, (en el Seminario anterior, «El reverso del psicoanálisis»), expresa un anhelo y también un límite.

Dado que nos manejamos con la palabra, ¿cómo es posible entonces incidir en lo real? ¿Cómo opera el psicoanálisis para conseguir modificar algo en el régimen del goce pulsional? ¿No tiene esto que ver con la expresión freudiana de las tres profesiones imposibles: educar, psicoanalizar y gobernar?

Esta mañana, escuché a un analista político comentar que el acto de presencia en Kiev de los presidentes de Polonia, de Chequia y de Eslovenia en apoyo al gobierno ucraniano, podía tratarse de un acto de temeridad más bien que de valentía. 

A mí modo de ver, en nuestras «sociedades del bienestar» hemos olvidado que, precisamente, si ahora gozamos de dicho bienestar, es porque muchos de nuestros antepasados murieron luchando por conseguirlo. Supongo que es fácil ignorar aquello que nunca hemos vivido. Aquello que nunca nos marcó el cuerpo.

Personalmente, este comentario confirmó para mí una impresión que tengo desde el comienzo de toda esta tragedia que estamos viviendo: la reacción decidida de los países europeos contra Putin se debe a la elección de Volodimir Zelenski. El hombre que dijo que no necesitaba transporte sino munición. El líder político que decidió quedarse en su país a luchar para defenderlo, ahora convertido -por eso mismo- en un referente mundial.

Si Zelenski no hubiese puesto el cuerpo, me temo que la reacción de Europa habría sido muy otra. Pero su discurso no fue solo de semblante. Nos recordó cual es el precio real de la libertad de elección.

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ELP).

Fotografía seleccionada por el editor del blog. 

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