El tren loco de la disforia de género

Éric Zuliani*

 

Tren Trans, [1] es un documental de la televisión pública sueca que alerta sobre un fenómeno inquietante: en varios países, el número de adolescentes que consultan a médicos ya que sufren “disforia de género” y demandan una transición de mujer a hombre aumenta de manera alarmante. El documental analiza las políticas sanitarias ligadas a los transgénero: ¿qué cuidados se proporcionan a estos jóvenes pacientes en los centros especializados? Examina lo que ocurre en Suecia, Noruega y en Reino Unido. A su vez da la palabra a aquellas que han tomado este tren lanzado a gran velocidad y que nada parece detenerlo. Sus testimonios son inspiradores. “Hubiera sido necesario menos precipitación para poder ayudarnos”, dice una de ellas. Efectos de las hormonas incalculables a largo plazo, retorno de la castración química que empujó a Turing al suicidio, cirugías con efectos irreversibles allí son abordados. Más concretamente lo que se percibe, es una juventud dejada al abandono en nombre de una palabra-amo: “género”. Lacan ha podido preguntarse sobre el hecho que “lo que enseñan los profesores es real y tiene como tal, los mismos efectos interminables, indeterminables, que cualquier real, aunque esta enseñanza sea falsa.”. [2] Es aquí la ocasión de entrecruzar este documental con la lectura de Éric Marty sobre el género, [3] que Jacques-Alain Miller nos ha hecho conocer. [4]

El tren loco de una burocracia sanitaria

Este documental dice algo de la burocracia sanitaria de los países occidentales que no dudan en conectarse directamente con los discursos ideológicos del momento y sus grupos militantes. Hacen caso omiso a los principios médicos de base, como por ejemplo aquel del beneficio/riesgo, sin hablar de la clínica en su definición primera “a la cabecera del enfermo ”. A su vez ignoran principios científicos, vulnerados por una oferta inmediata sin recular ante las consecuencias de las hormonas y del bisturí. Son también los principios democráticos, el debate público, lo que se supone que debe dar lugar a una libre elección en el camino a tomar cuando se encuentra una dificultad en la existencia, tal como el sufrimiento de ser sexuado implica. Sin embargo, es esto lo que es cortocircuitado. Si el documental Petite fille, durante su difusión en Francia, había planteado interrogantes a colegas de los cuales se hizo eco Lacan Cotidiano, en Tren Trans, documental glacial, encontrarán nuevos elementos. Es entonces a partir de una alerta lanzada en Suecia en torno a un aumento del 60 por ciento de las chicas demandando transición, que la periodista se adentra en este fenómeno. Se echa luz en ella, sobre “enfermedades mentales complejas”: autismo, diversos traumatismos, depresión, psicosis. La periodista interroga a las protagonistas y se encuentra con aquellas que, en el presente, quieren “revertir la transición”. Las entrevistas de los médicos y/o de los burócratas sanitarios son instructivas. Un retroceso de varios años permite percibir la manera en la que esta burocracia ha hecho frente más rápidamente a este aumento exponencial de demandas sin siquiera interrogarse al respecto.

Forclusión del inconsciente

Según el principio que se basa en no establecer un diagnóstico, sino de responder a un problema de identidad, han estandarizado los protocolos de recepción y transición. ¿Con qué objetivo? “Para ir más rápido”, lanza hipócritamente uno de los responsables del centro. Estos últimos años, no han rechazado ninguna demanda. Una profesional confiesa: “No podemos más que rogar y esperar que esto les convenga…”. Es preciso observar que la duda daría lugar por lo menos, a una exploración clínica del problema de la identidad encontrada, incluso si esta no existe en los profesionales. La duda no parece estar presente en la joven chica, parece más bien prohibida; tampoco en los padres. ¿Por qué? Porque dos cosas, superiores a todo, guían a los profesionales: la obtención rápida de un consenso – “si todo el mundo está de acuerdo, entonces…” – y el objetivo de la felicidad de la joven. Estos son repetidos en respuesta a las preguntas de la periodista. Así, en una paradoja que no es más que aparente, cada uno pierde su lugar de Otro del decir y del deseo – médicos y padres – en pos de un consenso a partir del cual el protocolo se pone en marcha. Esto deviene lo que Lacan llama el Otro previo, [5] donde cada uno se sumerge en un universo psicotizante. Sin embargo, esta función del Otro, de su decir y de su deseo, hubiera sido propicia para un encuentro, una interlocución, la realización de una división subjetiva salvadora, de una brecha obtenida entre lo que se demanda y lo que se desea. Una palabra a ser interpretada, una duda que vale una renuncia, un encuentro que alivie: aquel de ser escuchado, aquel que permita respirar.

Conducirse correctamente [6]

Y bien no, no es la menor de las paradojas: la joven es dejada sola, sin este Otro, librada al protocolo. Esto se produce así, a tal punto que, algunos años después, se escucha un testimonio que da cuenta de un dejar caer. “¿Estás segura?”, fue la única pregunta planteada a ella, ni una pregunta más. Los padres de este otro, en el après-coup, subrayan que su niña no ha encontrado adultos dignos de este nombre. Hubo un tiempo en el que J.-A. Miller, a propósito de los niños, no hesitaba en decir – y esto me impactó – que “el niño es el supuesto saber en el psicoanálisis, y a quien se trata de educar es al Otro, al que conviene enseñar a comportarse.” [7] Mostraba así la necesidad de una ética. Sobre esta cuestión, el documental es ilustrativo. Mientras que la periodista plantea la pregunta en torno a la responsabilidad, esta no parece tener ningún lugar: se ha obrado por el bien de la joven, para que sea feliz, para borrar su sufrimiento. Se ha pensado que no es recomendable rechazar personas cuando la demanda de reconocimiento es tan fuerte. Se permanece ciego ante el principio que anima firmemente la transición en los jóvenes: el principio según el cual la oferta crea la demanda. Es el resorte del mercado de las identidades de género que É. Marty permite pesquisar mostrando que la teoría del género hunde sus raíces en una epistemología comportamentalista y en una cultura empresarial. [8] Uno de los médicos, habiendo sonado la alerta, revela que, de hecho, no se resuelve un problema, se recurre a una fácil solución. Los casos de personas que demandan revertir el proceso de transición realizado, mantenidos en un silencio mediático, se hacen escuchar de todas maneras: las jóvenes retornan al centro que las ha tratado. Uno de los responsables nota, sin pudor, que estos casos crean “stress ético”. Pero ¿quién es el responsable? Retornemos al lema del comienzo: si todo el mundo estuviera de acuerdo, si el consenso fuera obtenido, se trataría entonces de una responsabilidad compartida. Luego, es el sistema de salud el que finalmente toma las decisiones, agrega otro.

¿El cuerpo? Un malentendido

Si ninguno de los profesionales parece estar habitado por la cuestión de saber lo que hablar quiere decir, subrayaremos que la respuesta aportada al problema de la identidad por un cierto número de pasajes al acto sobre el cuerpo releva lo que Lacan llama “la idiotez”. [9] Uno de los pacientes, en el après-coup de esta experiencia, que no le ha aportado la felicidad con que se le ha tentado, se interroga y nos coloca en la siguiente perspectiva: “¿Qué es lo que ha hecho que me encuentre fea?” O aún y a pesar de las hormonas y las operaciones: “Mi cuerpo no refleja lo que yo soy.” Tanto la pregunta como la constatación se encuentran desfasadas de lo que “el sistema de salud”, reglado según el DSM-5, traduce de manera reducida haciendo equivaler esto a un slogan: una persona “cruelmente aprisionada en un cuerpo incompatible con su identidad de género subjetiva”. Los propósitos de la paciente tienen el mérito al menos, de reintroducir la cuestión de la imagen, pero también la cuestión del ser, que indica que el cuerpo no es algo dado de manera inmediata, que pertenezca únicamente el mundo físico. El documental permite medir el increíble y delirante postulado que incluye una fórmula simplista y explica que se espera un cuerpo así cómodamente. El cuerpo, ¿no refleja jamás lo que somos? ¿No debe ser cuestión de un cuerpo biológico? ¿Debe ser reducido a su sexuación? Para los profesionales, parece que una relación inmediata y armónica con el cuerpo existe; mientras que la relación a nuestro cuerpo pasa por las difíciles vicisitudes de la imagen, del símbolo y de las maneras en las que se goza. Esta complejidad, no es factible de ser simplificada, debido al riesgo de los graves reveses de los que testimonian aquellas que buscan actualmente, revertir la transición realizada. Es mejor partir de otro postulado del que cada uno de nosotros hace la experiencia: “El cuerpo no hace aparición en lo real más que como malentendido”, [10] lo que explica este malestar siempre presente en relación al cuerpo: esto se llama no estar nunca bien en su piel.

Nuevo avatar del “yo moderno”

Último punto. Ya sea en el documental Petite fille o en Tren Trans, nunca es cuestión de la vida amorosa de los sujetos, nunca el sujeto es evocado en el contexto de su vida relacional. ¿Qué sabemos de las novias de danza de Sacha? ¿Qué vidas amorosas llevan aquellas que han hecho la transición y que hoy emprenden el camino inverso? Ni una palabra. Esto también es una forma de “sin Otro. Se reduce aún más, al punto de la bobada, el asunto sexual que se juega para el parlêtre. Este siempre se juega entre drama y comedia, se juega a partir de las vicisitudes del semblante, y sin embargo intentan reducirlo a una coordenada solipsista y biológica. Es una paradoja entonces que una “fluidez” de género alcance una fijación del cuerpo tal. Me viene ahora una hipótesis. Puede ser que la medicina general se haga instrumento de una ideología – aquella del género, nuevo avatar del “yo moderno” – del cual “la psicología descaminada teoriza lo imaginario, al servicio de la libre-empresa”. [11] Luego de haber visto este documental, nada falta a este nuevo psicologismo: síntesis e integración que resurgen bajo la figura de esta promesa de acuerdo entre sí y su cuerpo; consciencia en la que la palabra es reducida a la comunicación de un mensaje y el inconsciente es rechazado. Evolucionismo renovado bajo la forma de la felicidad prometida; comportamiento, en definitiva: allí donde el individuo no parece moverse más que como imagen, sin el lugar del Otro.

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ECF)

Traducido por Tomás Verger. Revisada por Joaquín Caretti

Fotografía seleccionada por el editor del blog.

Fuente: http://eol.org.ar/biblioteca/lacancotidiano/LC-cero-932.pdf

 

1: Matisson K. y Jemsby C., Tren Trans, documental difundido por STV, televisión pública sueca, el 02/04/2019, disponible aquí: https://www.youtube.com/results?search_query=trans+train

2: Lacan, J., El triunfo de la religión, Paidós, Bs. As., 2006, p. 22

3: Marty, É., Le sexe des modernes, Paris Seuil, 2021

4: Marty, É. y Miller, J.-A., “Entrevista sobre “El sexo de los modernos”, LC núm. 927

5: Lacan, J., Subversión del sujeto…en Escritos II, S. XXI ed., Bs. As., 2011, p. 767

6: Lacan, J., El triunfo de la religión, op. cit.: “¿Acaso Freud no les parece más accesible que nuestra tradición filosófica, por conducirse correctamente por ese extremo de lo íntimo que es al mismo tiempo internidad excluida?”

7: Miller, J.-A., El niño y el saber en Los miedos de los niños, Paidós, Bs. As., 2017, p. 24

8: Marty, É., Le sexe des modernes, op. cit., p. 48-49

9: Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2012,

10: Lacan, J., «Dissolution!», «Le malentendu», Ornicar? n. 22/23, 1981, p. 12 11: Miller, J.-A., Índice razonado…en Escritos II, S. XXI ed., Bs. As., 2011, p. 856.

11: Miller, J.-A., Índice razonado…en Escritos II, S. XXI ed., Bs. As., 2011, p. 856

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