Julia Reznichenco*
En medio de una pandemia que produjo el confinamiento de gran parte de la humanidad, una rebelión se desató tras el brutal asesinato de George Floyd en Estados Unidos. En el Debate convocado por Zadig España, Gustavo Dessal anudó los dos hechos. Covid 19 y el asesinato de G. Floyd se anudaron en la ASFIXIA.
Gustavo Dessal nombró la “irrupción de un acontecimiento vírico” [1] que reveló lo que permanecía invisible y resonó a partir del ahorcamiento de G. Floyd en una consigna que se extendió por el mundo “No puedo respirar”.
Fue un grito de agonía que condensó:
- La asfixia que provoca el virus.
- El ahogo de un planeta que se llena de desecho, mar de basura industrial, a punto de colapsar.
- El ahorcamiento que el sistema neoliberal inhumano produce en la gran mayoría de la población.
No puedo respirar, nombró entonces un imposible de soportar.
Ante este panorama, ¿Qué respuestas ante lo imposible de soportar? ¿Cómo incidir desde el Psicoanálisis?
El término incidir viene del latín incidere. Por un lado, es influir, repercutir y por otro es cortar, incisión que hace el cirujano. Se trata de encontrar las condiciones de posibilidad de incidir y, si bien eso es contingente, la posición del analista como “Ayuda Contra” el Amo de la época, es una posición ética a sostener en los debates de la civilización. “Ayuda contra” es un nombre del psicoanalista en el Seminario 23 (Lacan, 1975) la función que el analista encarna, incomoda, impacta al romper sentidos establecidos, estancos, abriendo nuevas perspectivas. “Una resistencia astuta” (Piezas Sueltas, 2004) o una “rebelión advertida” (¿Cómo rebelarse?, 2010) son referencias de Miller que orientan en la posición del analista como “Ayuda Contra” el Amo.
Así se abrió una línea de investigación, desarmando la fijeza de un sintagma que se impuso, “Nuevas Normalidades”, revelando sus paradojas.
La segregación hoy: conectados – desconectados
La pandemia instaló en la idea de una “nueva normalidad” una tendencia ya existente, el Amo de la época, el Neoliberalismo en su alianza con las tecnologías de telecomunicación y televigilancia.
¿Qué estatuto tiene lo tele hoy?
El uso de las tecnologías de telecomunicación, en algunos casos supuso un acceso más equitativo y democrático a la información y en la pandemia se constituyó en un medio posible de sostener lazos.
Pero también puso en evidencia la enorme desigualdad y profundizó un modo segregativo ya existente.
Escucho a una docente: “Les envié a los chicos un archivo por WhatsApp para trabajar. Pero veo que la última conexión desde su celular fue el 13 de marzo, sólo accedían a WiFi en el colegio.”
La segregación es la gangrena de la civilización hoy, el nombre del malestar en la cultura actual, ya no el esclavo, o el explotado, sino el excluido. Y tomó la forma de una nueva grieta: quienes pueden conectarse y quienes no; quienes pueden protegerse y quienes no.
Obediencia y docilidad
Amador Fernández Savater [2], advierte que el Neoliberalismo en su alianza con las tecnologías de vigilancia opera en nombre del bien con una falsa dicotomía: obediencia o fin del mundo. Obediencia a la vigilancia bajo el nombre del cuidado, o fin del mundo. Encuentro allí un nombre de la docilidad que Lacan definió como el rasgo del hombre moderno.
El objetivo de Lacan, como lo señala Miller en Iluminaciones profanas (2005), consiste en echar luz sobre los espacios más oscuros de la condición humana.
Lacan escribió La Psiquiatría inglesa y la guerra en 1946. Precisa el lugar del psicoanalista en el mundo de post guerra, en esa ruptura histórica, salida del infierno. Es un tratado de ética sobre el malestar en la civilización. Referencia oportuna. Al final de ese texto, nombra el rasgo del hombre moderno: la espantosa docilidad. Docilidad al superyó, a la tiranía de la pulsión de muerte que opera con la cara del superyó. “Esta guerra ha dejado en claro que los oscuros poderes del superyó se ligan con los más cobardes abandonos de la conciencia para llevar a los hombres a una muerte aceptada como sacrificio heroico” [3]
Una rebelión advertida
Ante lo imposible de soportar, la rebelión es una respuesta. La rebelión tiene características que señala Miller en ¿Cómo rebelarse? (2010): es una reacción visceral inmediata al encuentro abrupto con un imposible de soportar, un “no” instantáneo. En tanto la subversión es empresa de largo aliento, que demanda el conocimiento profundo del orden que se trata de arruinar, derribar. Miller no plantea por qué rebelarse sino cómo, porque la rebeldía debe ser respetada como tal, en su sentido y su dignidad, es siempre legítima. Pero conlleva en sí misma un acto de sacrificio, una apuesta en la que se juega la vida. Ante esto, una “rebelión advertida”. “Conviene estar advertido de la relatividad de lo imposible de soportar: es el de cada uno, no dejarse engullir y poder marcar el paso… conviene estar en guardia si queremos rebelarnos de la buena manera, es decir, sin llevarlo a cabo en el modo suicida” [4]. Que la apuesta no sea con la propia vida.
Astucias
En Piezas Sueltas (2004) Miller interpreta el malestar de la época y señala la posición del psicoanalista en una resistencia astuta.
Se pregunta “¿Qué hay en términos de resistencia, que no sea resistencia ludista?”
El ludismo fue un movimiento social que nació en Inglaterra entre 1800 y 1830 y consistió en violentas acciones de destrucción de máquinas. La causa que desencadenó los disturbios fue la precaria situación laboral y social tras la introducción de moderna maquinaria en la producción textil, arrastrando a la ruina a los telares tradicionales, impotentes a la hora de competir con las fábricas. Los artesanos cayeron en el desempleo. Esta rebelión se caracterizó por la espontaneidad y la ausencia de una ideología política definida. Fueron reprimidos con suma violencia por el gobierno.
Entonces, “Se trata de encontrar otro tipo de resistencia, que necesitemos una resistencia astuta”.
Un modo de incidir es sostener conversaciones entre el psicoanálisis y referentes de movimientos que quieren “hacer inevitable el cambio” [5], en los feminismos, en la educación.
Desde el Psicoanálisis, cuando el amo de la época pretende reducir la particularidad del sujeto a una cifra, al anonimato, extraer lo que se hace insoportable a cada sujeto, es hacer escuchar el punto en que se tocó el sentimiento de vida, esa perla singular a partir de la que se funda cualquier subjetividad. Hacer escuchar ese rasgo singular, y dar lugar a lo subversivo de cada sujeto al discurso del amo.
Allí, encuentro una diferencia en consignas que se escucharon estos meses y que quizás puedan concebirse como un pasaje: del No puedo respirar a Black Lives Matter (Las vidas negras importan) que resuena en la consigna del movimiento feminista comunitario de Bolivia Nuestros cuerpos importan [6]. El sentimiento de vida late en ese grito.
*Adherente del Centro de investigación y estudios clínicos (Córdoba, Argentina) y forma parte del Nudo de Zadig «La patria del sinthoma».
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
Fuente: https://lapatriadelsinthoma.wordpress.com/2020/09/09/una-resistencia-astuta/
[1] Debate organizado por ZADIG España el 26/06/20 titulado: “Lo por-venir en tiempos de coronavirus: ¿nueva normalidad?” Blog ZADIG España (https://zadigespana.com/2020/06/30/video-del-debate-organizado-por-zadig-espana-el-26-6-20-titulado-lo-por-venir-en-tiempos-de-coronavirus-nueva-normalidad/)
[2] Savater, A. Obediencia o fin del mundo: la estrategia de la disuasión. Disponible en: http://lobosuelto.com/obediencia-estrategia-de-disuasion-fernandez-savater/ Blog ZADIG España.
[3] “La psiquiatría inglesa y la guerra” (1945-1946), en Otros Escritos, pág. 131
[4] Miller, J-A. ¿Cómo rebelarse? Freudiana Nº 65. Revista de psicoanálisis de la ELP-Catalunya
[5] Entrevista de H. Vittar a F. Tonucci. En ese diálogo, se produce esta interpretación de Hilda Vittar. Blog La Patria del Sinthoma
[6] Consigna del Movimiento feminista comunitario en Bolivia, tras el Golpe de Estado de Noviembre del 2019