La estadística «mata» al sujeto
Rosa Edith Yurevich*
“Ahora vienen…por mi”
Bertold Brecht
Escucho con cuanta soltura alguien larga la frase supuestamente tranquilizadora: “el 70 % de la población se va a contagiar”. Podríamos completar ese enunciado de la siguiente manera (también como suposición e irónicamente): “…del tal porcentaje, está previsto que sólo mueran los que tienen más de 65 años y como yo tengo menos …”.
Esa frase junto a algunas medidas restrictivas y autoritarias surgidas de alguna mente donde prima el discurso de la cuantificación, produce más angustia que tranquilidad, motivaron este breve texto.
¿De repente la pandemia nos ha hecho olvidar al sujeto? ¿Nos volveremos un número? ¿Una cifra? Por cierto estamos en la era de la cuantificación. Y nos encontramos con estas conclusiones en dicho discurso: “A este lo ayudamos porque tiene menos de 65 años, a este no porque tiene más”
Indignación. Es el afecto que me habita en este momento.
Qué manera de “matar” al sujeto y sin la ayuda de la pulsión de muerte. ¿Quién decide cómo implementar la segregación? ¿Comenzaremos a hacer usar algún distintivo de color a los que tienen +65?
De repente nos vuelven al estado de “manada”, a un todos iguales… homogeneidad contra la cual hemos batallado tanto los psicoanalistas. “A todo humano le vendrá el virus y así crearemos inmunidad y la pandemia desaparecerá”. (sic)
Queriendo el bien del otro se produce el mal. Se nos declara “difuntos” que es “sin función”[1] antes de estarlo. Ninguno sintió que estaba siendo cuidado.
La cifra, nueva monarca en la época de la corana, la estadística, también es una defensa, una barrera, un velo, frente al horror que nos produce el “enemigo invisible” nombre dado.
Los ahora llamados “viejos” somos autosuficientes, nos autorizamos a nosotros mismos, ya sea para bien o para mal no necesitamos tutores que nos indiquen qué hacer. Es mejor que no nos cuiden declarándonos “difuntos” antes de serlo verdaderamente.
Ahora me está permitido vociferar lo que Jacques-Alain Miller nos dice en su curso “Todo el mundo es loco” acerca del sujeto, vociferar es acentuar la voz, agregarle el peso de la voz[2] para expresar ¿qué es el ser hablante? Es “El lugar de Ya-nadie, es el lugar sin dudar del sujeto, pero concebido, nombrado en tanto redondel quemado en la maleza del goce”. [3]
La cifra deja de lado, el gusto por la vida.
Fue imposible no recordar en estos momentos el inolvidable poema de Bertold Brecht “Ahora viene por mi…pero ya es tarde”
*Psicoanalista. Miembro de la AMP (EOL)
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
[1] Tarrab M. Crónica XXI. Edición Especial
[2] Miller J-A. Todo el mundo es loco . Paidós. Buenos Aires, 2015, p. 332.
[3] Ídem.