CORONAVIRUS: «Las cosas saben como comportarse»

Las cosas saben como comportarse

 

Ricardo Rubio*

 

Leyendo la frase de Lacan “las cosas saben cómo comportarse”, le puse palabras a una sensación que estaba, sin palabras, desde hace algún tiempo en este confinamiento que tiene parte de los ejercicios espirituales obligados, en los primeros años del Instituto, sí, los institutos de mi niñez eran nacional-católicos.

En la terraza de mi casa, casa de ciudad, hacía tiempo que no se oía el canto de los pájaros, ahora los oigo de la mañana al anochecer; también ha aparecido una primavera lluviosa, como las de antes, lo más cercano a la sensación de primavera que estaba inscrito en mi piel. Hablar de mi amor a los espacios vacíos, sería retrotraerme a mis tres años, montando y desmontando piezas de juguetes, palos y piedras, en lo que era mi cueva, debajo del gran jazminero del corral de la casa paterna, también esos vacíos me impregnan ahora en forma de ciudad desierta, siniestramente bella.

El planeta al que llamamos nuestro mundo, ¿sabe cómo comportarse?, me pregunto, nos enseña algo en estos momentos que la depredación humana está confinada, se ha puesto en marcha su saber hacer, mientras los parlêtres confinados, reforzamos nuestros propios fantasmas frente a Otro que imaginamos que no nos puede perder.

Quizás lo virtual se convierta en el nuevo escaparate de objetos “a”, quizás se trate de que todo cambie para que todo siga como antes, ya sabemos que el despertar es imposible, pero quizás podamos elegir los propios sueños y no el sueño del Otro prêt-à-porter, quizás podamos inventar otro común, subjetivar de otro modo el capitalismo, la religión y la ciencia, es un deseo; para eso haría falta que la enunciación vacía del amor tomara un tinte más real en la construcción del lazo social; que algunas reivindicaciones del antes, se transformaran en exigencias del después para seguir jugando, en fin, salir de la promesa de lo eterno, del padre, de la verdad.

Mientras tanto el confinamiento, nos acerca, si podemos leerlo de otro modo, a lo más primitivo del programa de goce del parlêtre, esa cosa artesana que no se sostiene en ningún saber, que no tiene sujeto para decir del todo, pero que no se enreda. Montar y desmontar puede ser un modo; tejer y destejer como cualquier Penélope.

Como me decía una analizante que ha decidido que la voz es un buen soporte para seguir su trabajo: “eso es así, abisal y simple, luego con ello puedo hacer miles de metáforas, pero sigue siendo lo mismo. En mi caso bucear sin olvidarme que el mismo hilo que me lleva dentro de ello puede matarme si no salgo a tomar aire; ahí solo se puede estar un instante”. Me pareció un esfuerzo de poesía por su parte.

Hoy no hay pájaros, no cantan,  hay lluvia, lluvia vertical y lenta, lluvia de primavera, la gran ausente en mucho tiempo, ahora me doy cuenta, había perdido la primavera sin notar su ausencia, salió sin ser notada. ¿Qué otras cosas se habrán ausentado sin ser notadas, en los tiempos de exceso, exceso de imágenes huecas, de palabras llenas, de eternidades sin tiempo y que ahora se cuelan por las ventanas de este vacío?  Prestaré atención.

Hoy hace sol y la luz se tamiza bien por los visillos, todavía resuenan los aplausos de las 8, bueno realmente son las 20 del reloj. Ayer fue el primer encuentro con los compañeros de la sede después de 40 días, que extrañeza, todos enmarcados, planos, pequeñitos, sin dimensión, como congelados en un espacio sin tiempo, pero poco a poco nos pusimos dicharacheros, animados, me daban ganas de tocarlos en la pantalla, sentía alegría; como ha escrito una colega esta mañana, estábamos vivificados. Hacer Escuela, hemos llamado a este nuevo encuentro

¿El Uno solo puede hacer algo más que hablar a las paredes?, creo que no, a no ser por lo real del Otro, al fin, lalangue nos viene del Otro, también el aprender a hablar, aunque justo eso nos enreda, solo hay que saberlo, que nos enreda, no renunciar a su valor de huso.

El tiempo de pintar me entretiene mucho, es el tiempo agujereado que me permite poner un velo en el agujero de la mirada del Otro, otra cosa que había salido, aunque no sin ser notada, siempre me ha hecho pregunta la gestión del sin tiempo, del tiempo en ausencia del cuerpo, como esa media hora en una calle de Paris, después de una sesión con el analista, nunca sabré que pasó, solo que durante media hora estuve ausente de mí mismo, pero esta vez no estaba pintando, no sé de qué agujero pudo tratarse , como tampoco  qué palabra de mi lengua materna fue la que nunca pude traducir a otra lengua, son agujeros.

Ahora estamos frente a un agujero que se aborda desde distintos conceptos de real, el nuestro sabemos que es sin ley y sin sentido.

*Psicoanalista de la AMP (ELP)

 

Fotografía seleccionada por el editor del blog.

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