CORONAVIRUS: «Sin asilo contra el coronavirus»

Sin asilo contra el coronavirus

Seguir trabajando en lo humanitario en tiempos de pandemia

 

Lore Buchner*

 

Trabajo desde hace un año como psicóloga en las afueras de París en una estructura que alberga 160 solicitantes de asilo y refugiados, en el marco del Polo de Acogida de Refugiados de una asociación humanitaria, cuyo financiamiento proviene de la Oficina Francesa de la Inmigración y de la Integración (OFII) y de la Prefectura.

La población que acogemos forma parte de los “invisibles” de nuestra sociedad, de aquellos que por otra parte son meras cifras para la Administración. Nuestro trabajo de acompañamiento, al menos del modo en que lo concibo, es pues un trabajo de humanización, de volver a darle una dignidad a la subjetividad de cada quien. Y ello incluso más allá de los recorridos singulares que los han conducido a solicitar al Estado francés el reconocimiento que constituye el asilo, que no es sino el reconocimiento del riesgo que comportaría para sus vidas el retorno a sus países. Ya que el asilo se dice “político» en un sentido muy reducido del término, olvidando a menudo que la miseria o la falta de oportunidades también atañen al campo de lo político.

Encontrarme cada día con ellos desdibuja para mí ese sintagma de “solicitante de asilo” que los viene a nombrar incesantemente. Ellos son más bien Salim, Ahmed, Fátima, Ammar, Mamadou… Más que víctimas de torturas atroces, o presas de una pobreza abyecta, o supervivientes del Mediterráneo, son ante todo seres humanos en la búsqueda de un lugar posible para ellos en el mundo. Y es en esta cotidianeidad que aprendo cada vez hasta qué punto el exilio puede ser concebido como una apuesta “aún” por la vida, allí donde la pulsión de muerte ha arrasado con todo a su paso.

Acogemos entonces a estos “apostadores”. Y apostamos por ellos. Apostamos por sus apuestas. Garantizamos condiciones dignas de vivienda, proponemos orientación jurídica, velamos por el respeto de sus derechos, aseguramos el acompañamiento en cuestiones de salud, los guiamos hacia la inserción, y por sobre todas las cosas los escuchamos… De suerte que a veces podemos incluso olvidar cuán riesgoso es querer el bien del otro, creer que sabemos en qué consiste eso, volvernos mártires, héroes. Estar advertidos de este limite de lo imposible de salvar, de la inconsistencia de nuestro “acto heroico”, me parece un horizonte fundamental a conservar en nuestro trabajo, sin el cual éste se vuelve imposible.

Y sucede que últimamente así se ha vuelto, en estos tiempos sin asilo ni fronteras contra la epidemia indetenible del COVID-19. Nuestro equipo ha sido convocado a constituirse en excepción frente a la orden de confinamiento anunciada el ultimo 17 de marzo por el gobierno francés. No siendo viable el teletrabajo, se precisaba, por un lado, asegurar las misiones de urgencia tales como la distribución de alimentos para los días próximos, pero, por otro lado, seguir las directivas que apuntan a garantizar pese a todo nuestras misiones habituales, incluso cuando éstas se han vuelto impracticables. Y son muy especialmente nuestros cuerpos los que son convocados a estar allí – en la calle, en el metro, en la vivienda de los residentes, en nuestras oficinas – donde la norma general prohíbe que lo estén; esta vez en nombre de otra orden, aquella de “no abandonar a nuestros protegidos”. Dado que las mascarillas, guantes y gel hidroalcohólico son indicados prioritarios para los sanitarios de primera línea, no tenemos derecho a ellos. Esta decisión viene también a recordarnos que no nos toca salvar vidas, que no es en ese frente donde se juegan nuestros posibles.

Cuando lo real se merodea en cada esquina, “los protectores” no confinados nos volvemos los agentes potenciales de su propagación ante aquellos que se supone debemos proteger. Allí donde todo acto heroico cojea, es con nuestra carne que venimos a pagar por su fracaso. Esta vez, somos nosotros quienes aguardamos una apuesta por estas vidas que son las nuestras.

 

*Psicoanalista en París

 

Fotografía seleccionada por el editor del blog.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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