El psicoanálisis en los tiempos del coronavirus
Luis Darío Salamone*
La presencia en nuestro tiempo del coronavirus ha producido cambios decisivos en nuestra vida que nos lleva a la posibilidad de una reinvención. Si bien se trata de algo del orden de una necesidad, prefiero plantearlo como un desafío.
Sin duda, uno de los fenómenos que se juegan, guarda relación con la necesidad del aislamiento. Esta cuestión ha sido tratada en el psicoanálisis ya por Freud. Pero no se trata, como lo ha planteado, de un aislamiento como protección frente a lo insoportable que puede llegar a resultarle a alguien las relaciones con el otro.
Sigmund Freud subrayó un hecho singular: pese a que a los hombres les resulta imposible vivir en el aislamiento, suelen sentir como un peso intolerable los sacrificios que supone vivir en la civilización. Ahora la cuestión se plantea en otros términos, la cuarentena ha sido decretada en algunos lugares donde el virus amenaza con expandirse. Que un virus no sea algo que se pueda percibir a simple vista, no implica que se trate en sí mismo de lo real, al menos en el sentido en que Lacan lo plantea. La presencia del coronavirus en verdad viene a sacudir el arreglo sintomático que uno tiene con la realidad. Y esto compete tanto a lo real, a lo simbólico y a lo imaginario. Como suele ocurrir cuando se produce cierto desanudamiento. Esta conmoción en el arreglo sintomático implica que la cuestión tiene que rearmarse. Y el psicoanálisis puede tener un papel importante en ese reordenamiento.
La cultura, ya lo dijo Freud, requiere ser defendida de los individuos que atentan contra ella. En este lugar vienen las leyes, las instituciones y otras formas de organizarse. Más allá de que, lo que atenta contra nosotros, puede ser un virus; los impulsos hostiles de los hombres no dejan de presentarse, por ejemplo actuando contra el nuevo orden establecido por los gobiernos que procuran terminar con la pandemia. Es un momento donde se pone en juego la relación que se tiene con la ley. Al desarticularse el arreglo sintomático con la vida, pueden jugarse efectos en lo real, en el campo de goce. Pero quizás, donde se manifiesta de una manera notoria, es en el registro de lo imaginario. Por supuesto todas las articulaciones entre los registros se ven sacudidas. Miedos, paranoias, preocupaciones, síntomas, angustias, se ven dispuestas a florecer poniendo en jaque al sujeto.
El aislamiento que se impone no tiene porqué resultar un impedimento para la continuidad de un análisis. Las discusiones que hace tiempo se pusieron en juego, en diferentes ámbitos del Campo Freudiano, en torno a la posibilidad de tratamientos por otras vías que la presencia física, encuentran en este momento su hora de la verdad. ¿La presencia del analista se reduce a la presencia física o puede jugarse más allá de la misma?
Toda crisis implica la posibilidad de una reinvención, como dijimos, y nos invita a explorar nuestros conceptos y nuestros principios. Como siempre, será caso por caso. Y ahora se agregan las circunstancias. Hay cuestiones que frente a lo nuevo pueden emerger como, por ejemplo, levantarse resistencias. Lo importante es que las resistencias no sean, como suele ocurrir, de los mismos psicoanalistas.
*Psicoanalista de la AMP (EOL)
Fotografía seleccionada por el editor del blog.