Europa a Prueba del Odio [1]
Eric Laurent*
Nuestro Foro europeo precedente tuvo lugar en Brujas, el 1ero[1] de diciembre del 2018 bajo el título “Los discursos que matan”. Ese día, en París, el Acto III del movimiento de los chalecos amarillos daba lugar a escenas de violencia y de destrucción inéditas desde 1968, afectando no solamente los bienes materiales, sino también a símbolos como el Arco del Triunfo. Las fuerzas de represión respondieron con un arsenal a la altura de los hechos. En el tercer mes de ese movimiento, estamos con 2000 heridos por granadas y disparos de balas de defensa, 1800 condenas pronunciadas por la justicia y 1400 personas en espera de juicio. Los primeros muertos vinieron de los accidentes provocados por las barricadas improvisadas y turbulentas, y los conductores enloquecidos que perdían el control de los vehículos. Hasta aquí, felizmente, ningún deceso ha sido causado por la acción directa de las fuerzas del orden. Sin embargo, una granada perdida hirió mortalmente a una señora mayor que cerraba sus ventanas.
El 14 de febrero, la Unión Europea (UE) intervino en este movimiento. En una resolución votada por 430 voces en pro, 78 en contra y 87 abstenciones, los diputados europeos “denunciaron el recurso a intervenciones violentas y desproporcionadas de parte de las autoridades durante las protestas y las manifestaciones pacíficas”. Italia también intervino. Entrevistando a uno de los chalecos amarillos particularmente virulento en ocasión del viaje de Luigi Di Maio, quien vino a su encuentro, la cadena italiana 7 contribuyó a hacer conocer de un mejor modo los componentes de este movimiento en Francia.
¿De qué se trata en el movimiento chalecos amarillos? La referencia a Europa, bajo sus dos caras, de ángel y de demonio, como decía Marco Focchi en la introducción de este foro[2], invita a “no ceder al frenesí de la analogía, como si una insurrección no pudiera repetir sino otra, como si la historia fuese una secuencia heroica o dramática de reencarnaciones”[3]. Especialmente en un país que tiene tendencia a confundir su historia nacional con la historia universal, hablar de Europa permite percibir en los movimientos europeos comparables los “futuros posibles”[4] de esta insurrección. A Umberto Eco le gustaba citar las palabras de Benedetto Croce según quien “Cada historia, si es una historia verídica, es una historia contemporánea”[5]. Lo contemporáneo de estos movimientos es incontestablemente Europa.
Desde el pasado diciembre, Europa no ceso de estar atravesada por movimientos demostrativos de una novedad y de una amplitud notorias, tanto al Oeste como al Este. Giulia Lami tiene razón de subrayarlo: Italia, Andalucía, Hungría, Polonia, Ucrania…están ligados. Más allá de la “querella de las interpretaciones”[6] que suscitan estos movimientos heterogéneos, los comentadores subrayan de ello uno de sus rasgos: la violencia.
En el Este, el asesinato del alcalde de Gdansk, el domingo 13 de enero, por un desequilibrado que lo acuchilló, marca un punto culminante[7]. Es la ocasión de recordar que una semana antes del referéndum sobre el Brexit en el 2016, la diputada laborista Jo Cox había sido asesinada en circunstancias parecidas. Pero lo “que es nuevo, es ese telón de fondo, trazado de detestación, de cólera, de rencor, que se extiende de Oeste a Este. Se la encuentra en Francia donde, cuando se encuentra para el consejo de los ministros, los miembros del gobierno se entregan a un nuevo ritual, aquel de comparar el refinamiento -o no- de las últimas amenazas de muerte que les han sido dirigidas.”[8]
Un comentador centrista, aguerrido, de la vida política francesa subraya bien este punto: “Mayo de 1968, para no tomar sino el ejemplo más conocido, fue mucho más violento que lo que sucede hoy […]. La novedad, la diferencia, la especificidad del período actúa, no es la violencia, sino el odio y, peor, el odio general. Ya que el odio se lo encuentra también en los discursos despectivos y caricaturescos de aquellos que gobiernan, así como en las invectivas y las amenazas de los chalecos amarillos que se desencadenan a través de las redes sociales y se entregan así a una suerte de competencia de quién será el más radical, el más excesivo, el más provocador…Aquí, la banalidad de la violencia se borra detrás de la virulencia del odio”[9]. Parece que Europa como institución esté lejos de las preocupaciones de estos movimientos que se afirman a escala de los Estados y toman gustosamente un giro nacionalista en la denunciación de los gobernantes.
La Unión Europa parece estar lejos de esas pasiones. Ella podría regocijarse de ello. Eso sería un error. Es, como telón de fondo, un objeto de pasión negativa presente en la historia y la actualidad de sus manifestaciones en la que se expresan las detestaciones y la voluntad populista de resistir a las élites. Una tentativa de lista de chalecos amarillos declara. “No queremos más soportar las decisiones de las instancias europeas y los dictados de las castas de financieros y de tecnócratas, que han olvidado lo principal: lo humano, la solidaridad y al planeta.”[10]
El rechazo de la Constitución europea por referéndum en Francia y en Holanda, en mayo-junio del 2005, fue -G. Lami lo subrayó- el inicio de la crisis de confianza de los “pueblos” hacia las élites europeas y ello, tres años antes de la gran crisis de las subprimes. La oposición erigida entre el pueblo y las élites tiene un efecto devastador sobre la confianza hacia aquellos que se supone que deben gobernar. Y la UE, por su burocracia, incluso sus parlamentarios, en cierta manera lleva al colmo la encarnación de una élite multinacional[11]. En términos psicoanalíticos, diríamos que el rechazo populista de las élites alcanza, hace tambalear, la transferencia al sujeto supuesto saber gobernar que está en la base del proyecto europeo.
Europa ha sido nada como sujeto supuesto saber
Paul Valéry, al salir de la primera parte de la gran guerra civil europea, examinaba lúcidamente lo que quería decir todavía Europa. Reducía su civilización a una extraña propiedad física: “Las otras partes del mundo tuvieron civilizaciones admirables, poetas de primer orden, constructores, e incluso sabios. Pero ninguna parte del mundo no posee esta singular propiedad física: el más intenso poder emisivo unido al más intenso poder absorbente. Todo vino a la Europa y todo vino de ello. O casi todo”[12]. Este casi todo, es esencialmente para Valéry las matemáticas. Husserl, siendo matemático, ponía en ese lugar a la filosofía como disciplina crítica inventada por Occidente -como lo notaba Vittorio Morfino. Valéry formula entonces en términos matemáticos su visión de la Krisis: “Pretendía que la desigualdad desde hace tanto tiempo observada en beneficio de Europa debía cambiarse por sus propios medios progresivamente en desigualdad de sentido contrario. Está allí lo que designaba bajo el nombre ambicioso de teorema fundamental”[13]. Para completar a Valéry o a Husserl, diríamos que Europa permitió inventar la disciplina crítica de las formas del goce que es el psicoanálisis.
El movimiento desegregativo, percibido in statu nascendi por Valéry en su “teorema fundamental” permitió, en la salida de la segunda parte de la gran guerra civil europea (Segunda Guerra Mundial), la serie de movimientos de emancipación y de descolonización que iban a marcar en contrapunto la reconstrucción de Europa (Treinta Gloriosas) y su culminación, la caída del muro de Berlín en 1989. Feruccio Capelli nos mostró de forma magistral estos desarrollos, hasta el pánico tecnodigital actual. Sin embargo, los ciudadanos de los Estados-naciones de Europa están descontentos; sienten esa unión como un poder dulce y tentacular, que escapa a los votos democráticos y quiere forzarlos por su bien. De hecho, reprochan a la UE ser un tipo de Estado a la segunda potencia.
Alexis de Tocqueville, en un insight impactante, actualizó la tendencia necesaria del Estado democrático de preocuparse del bienestar de cada uno. “Arriba de estos (los individuos) se eleva un poder inmenso y tutelar, que se encargara solo de asegurar su goce y de velar de suerte. Es absoluto, detallado, regular, previsor y dulce. Se parecería a la potencia paternal si, como ella, tuviera como objetivo el preparar hombres en edad viril; pero no busca, al contrario, sino fijarlos irrevocablemente en la infancia. Le gusta que los ciudadanos se regocijen, siempre y cuando no fantaseen sino en regocijarse. Trabaja gustosamente en su felicidad, pero quiere ser el único agente y el único árbitro de ello. Prevé su seguridad, prevé y asegura sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus principales negocios, dirige sus industrias, maneja sus sucesiones, divisa sus herencias. ¿Qué no puede quitarles enteramente el problema de pensar y la pena de vivir?”[14]. Esa descripción del Estado-nación democrático podría perfectamente aplicarse a los reproches que los ciudadanos de los Estados europeos formulan al encuentro de la UE.
Lo que es reprochado a Europa es una lógica de Estado emancipada, fuera de piso. Es Europa de la cual habla la lengua de los anti-Europa que nos ha hecho escuchar Gianfranco Mormino. Se quiere que Europa no pueda detener esa lógica implacable, bloquearla o destruirla. Se tiene dificultades en salir de ella -el ejemplo del Reino Unido otorga de ello un ejemplo patético. La Unión reside, está ahí para durar, y se vuelve, por esa misma razón, objeto de pasiones cada vez más fuertes.
El objeto europeo no se define ya solamente por un proyecto cognitivo. Se volvió objeto de pasiones. La transformación ha sido desconocida en la medida que era el amor que acompañaba la transferencia de las capacidades de los Estados a una burocracia supuesta saber guiar el porvenir de los pequeños Estados-naciones que forman el mosaico europeo. Europa era el nombre de ese sujeto supuesto saber lo necesario para remediar la amenaza de insignificancia que golpea los sobrevivientes de la catástrofe que había deshecho el Imperio europeo.
Alexandre Kojève intentó dar cimientos a la transformación del Estado-nación por un agente súper-estatal que llamaba para sí “Imperio”. Para él, la uniformización de los modos de vida por la civilización científica no podía hacerse sin resto. Quedaría un modo de vida diferenciado resistente a los procedimientos del Estado universal homogéneo y científico. Entre este Estado universal electivo otrora y el fin de las Naciones, Kojève sostenía que “la época es de los Imperios”, de los imperios cuya unidad se funda sobre un modo de vida. Para él, al modo de vida “latino” se oponía aquel de “el Imperio eslavo-soviético” y aquel del bloque anglosajón, al cual piensa que se unirá muy rápido Alemania “porque la inspiración protestante del Estado pruso-alemán lo acerca a los Estados anglosajones modernos, nacidos también de la Reforma, y los opone a los Estados eslavos de tradición ortodoxa”[15]. Europa se encuentra hoy dividida, entre los países del Norte y los del Sur, según una perspectiva que corresponde bastante bien a la idea de Kojève. En cuanto a la forma Imperio, algunos pudieron sostener que después de la creación en los estándares del marco alemán (ordoliberalismo y economía neoclásica[16]), después con el Tratado de Nice del 2001 (anterior al aumento a veintisiete) que hace entrar en la UE todo el hinterland alemán de los países del Este, la conducción de hecho por la canciller alemán durante 14 años no dio ninguna lógica a Europa sino aquella de un Imperio alemán. Con el efecto de acrecentar sin cesar las disparidades entre los países del Norte y los del Sur, sin que sea posible modificar la política de un agente supraestatal que se vive como verdadero oxímoron, un Imperio democrático alemán. Davide Tarizzo puso de relieve esta perspectiva.
El momento actual de la Unión Europea marca precisamente el fin de la época de esta conducción de hecho, ya que este Imperio fue rechazado tanto por el fenómeno Brexit como por el ascenso de una reacción nacionalista en todos los Estados de la Unión. Ferrucio Capelli expuso bien los fundamentos de esa lógica para nosotros.
El estado de la libido de la Unión juzgada por sí mismos y sus amigos
Nuestro fórum de Milán tiene lugar más o menos un mes antes de la elección del Parlamento europeo previsto entre el 23 y el 26 de mayo del 2019, en los diferentes países miembros. Las encuestas dejan pensar que los partidos que se adjuntan a las corrientes nacionalistas pueden obtener un cuarto de los 705 asientos a ocupar contra un quinto hoy. Estas corrientes nacionalistas se apoyan en el hecho de que la constitución del “gran mercado” produjo un efecto paradojal de dislocación territorial en el interior de los Estados. Las distancias de desarrollo económico entre regiones ricas y pobres en cada Estado son ahora más elevadas que las distancias entre países[17]. Esas distancias son vividas como un efecto de la mundialización y por ende de Europa. Los economistas que se expresaron durante ese Fórum, sea Carlo Favero, Mario Gilli o Carmine Pacente, mostraron las contradicciones de las lógicas económicas en marcha.
Además, “el empuje eurófobo al interior de la Unión se duplica de desafíos inéditos al exterior[18]”. El 15 de julio del 2018, el presidente de los Estados-Unidos hizo pasar a la UE del rango de aliado al de “adversario” y el ministro de asuntos extranjeros americano, Mike Pompeo, Secretary of State, se preguntó el pasado 4 de diciembre en Brujas acerca del interés de los Estados europeos en quedarse en la UE. M. Pompeo no es D. Trump. Es diplomado suma cum laude de Harvard y fue el primero de su promoción de West Point. Es diplomado y coherente. Es seguido por toda una parte de la élite republicana americana, en particular en lo que concierne la necesidad de frenar a China y de hacer obedecer a la UE.
Richard Hass, becario Cecil Rhodes (como Clinton), doctor en filosofía de Oxford, autor de doce libros sobre asuntos extranjeros, presidente desde hace 16 años del think tank republicano Council on Foreign Relations, “describe una Europa en sufrimiento político, sin liderazgo […]. El futuro de la democracia, de la paz y de la prosperidad en Europa, si nos detenemos en ese momento preciso de la historia, parece incierto por lo menos”[19]. Él considera que la UE, “demasiado distante, demasiado burocrática, demasiado inspirada por las élites, ha perdido progresivamente toda seducción en el imaginario de sus poblaciones”. Ella está “política y económicamente fragmentada” entre el Norte que anda, el Sur que sufre y el Este que duda. Alain Fracho, quien cita a R. Haas, constata su incapacidad “de emplear verdaderos grandes proyectos -valoración sistemática de un pedestal cultural único; tasación de los GAFA; armonización fiscal en el seno de los Veintisiete; preparación para las olas migratorias del mañana; verdadero presupuesto europeo e inversión en la economía del futuro. No hay libido común para ello”[20]. Es una cuestión de deseo averiado, de libido disipada.
El despertar de la libido común es compatible con el anhelo de preservar el nivel de competencia de los Estados, donde las decisiones importantes pueden tomarse, mientras que las decisiones al nivel de los veintiocho son tan difíciles de tomar. El nuevo funcionamiento que puede despertar la libido debe ser compatible con las disputas y las tensiones entre miembros. La libido y sus avatares conflictuales, es mucho más beneficiosa que la concurrencia implacablemente mantenida en el único nivel de lo útil. Para regular esos diferentes niveles de conflicto, el Derecho positivo propiamente europeo -en el cual Giulano Spazzali pone sus esperanzas- será necesario.
Repolitizar la UE, es también libidinizarla, ahora que el sujeto supuesto saber ha caído. Los testimonios de Irene Petronella y Attilio Cazzaniga, de la generación globalizada, conectada, Erasmus-euro, que tuvieron lugar aquí, muestran bien que esa libido puede ser despertada, ¿Un nuevo amor podrá tomar forma y dar un nuevo rostro a Europa?
El argumento del amor y la cuestión de las pasiones
¿Habría que darle importancia al amor? “Amo Italia”, ha dicho Jean-Claude Juncker, en una entrevista dada a un grupo de medios audiovisuales italianos, el 16 de octubre del 2018, al día siguiente del envío hecho por Italia de su presupuesto provisional para el 2019 a la Comisión europea, pero, al mismo tiempo, “hay ahí una distancia entre lo que fue prometido y lo que es presentado hoy”[21]. Había dicho ya que él amaba a Grecia, pero que era muy necesario poner las cuentas en orden.
El amor es un sentimiento extraño, que puede manifestarse de manera diferida y después de tentativas de ruptura. Por ejemplo, la opinión pública inglesa jamás amó verdaderamente la Unión europea (UE) y la pasión actual por el Remain es un tipo muy nuevo de práctica del sentimiento. “El politista Stephen George habló, en una fórmula que devino famosa, de un ‘Estado poco cooperativo’ (An Awkward Partner). También evocó la política británica respecto de la UE como una ‘política de semi-desinterés [como las casas], mientras que el antiguo diplomático Stephen Wall calificó al Reino-Unido como ‘rareza’ en Europa”. El Brexit extrae entonces sus raíces en una trayectoria histórica particular y no solo en el aumento reciente de los populismos.”[22]
Al contrario, en la misma vena que la inventiva de Beppe Grillo, los salvinistas en Italia supieron escenificar el odio de la UE de una nueva manera. “El parlamentario Angelo Ciocca se levanta. Camina hacia la tribuna, acaba de adherirse al flanco del comisario europeo Pierre Moscovici, toma una parte de sus notas, aprieta su zapato, luego lo frota vigorosamente sobre el fajo de hojas, como si aplastara una colilla o un insecto dañino. Esta excepcional escena por su bufonería se desarrolló el martes 23 de octubre en los muros del parlamento de Strasbourg”[23]. El Ti amo de Junker no se compara a esta escenificación. Pero ¿se debe simplemente lamentar el movimiento de báscula hacia el odio? ¿No podemos tener un uso de éste para operar en el campo propiamente en el campo político? Los psicoanalistas, que tienen muy a menudo relación a la transferencia negativa, ¿no tienen algo que decir en esto? Davide Tarizzo nos alentaba a entregar algunos secretos de esta materia. La relación a la transferencia negativa hace parte de ello.
El odioenamoramiento y el estatuto primero del odio
De entrada, Lacan dio a los afectos freudianos una dimensión ética y no psicológica. Más allá de todas las características psicológicas de aquel que está apuntado por el amor y el odio, las pasiones se dirigen a un punto más allá. Desde su primer Seminario, Lacan hizo del amor y el odio las pasiones del ser[24]. Ellas se dirigen a lo que, en el otro, es su falla fundamental, en lo que no tiene, sino que lo es. La enseñanza de Lacan, desarrollándose, define más precisamente su ontología. Lacan se deshace de las adherencias con el Ser para destacar la sustancia gozante[25]. En su última enseñanza, que comienza con el Seminario Aún en 1973, reformula los afectos freudianos a partir de ese goce, y continuará esa reformulación en 1974 con la publicación de Televisión.
El final del Seminario Aún, en junio de 1973, despeja la primera consecuencia de este recentramiento sobre el goce. El odio tiene prioridad sobre el amor para aproximarse al Otro. El amor se engancha a los semblantes, mientras que la pasión del odio apunta a lo real. “¿Qué hace que este Otro sea Otro para que se lo pueda odiar, para que se lo pueda odiar en su ser? Bueno, es el odio del goce del Otro. Está ahí la forma más general que se puede dar a este racismo moderno tal como lo verificamos. Es el odio de manera particular de cómo el Otro goza”[26]. Para Freud, el padre está en el horizonte del lazo social por la primera identificación -distinguida por Freud como aquella del amor del padre- y el complejo de Edipo deja una huella indeleble en la vida afectiva[27]. La convergencia del amor y del odio en la misma persona es fuente de ambivalencia concebida como la transformación sorprendente de los sentimiento que ligan y desligan a los hombres en su vida social. Esta ambivalencia[28] había permitido a Freud tomar sus distancias en relación con el mandamiento universal del amor al prójimo; Lacan quiso ir más lejos.
Desea prescindir de la ficción del Nombre-del-Padre para fundar el afecto fundamental de la relación al Otro. Lo funda directamente sobre la relación al goce como punto de rechazo, de expulsión del Otro que remonta a la Ausstossung, a la expulsión primordial que sitúa al sujeto frente al Otro. Jacques-Alain Miller subraya, a propósito de la oposición freudiana Eros/Tánatos: “el adversario del amor no es el odio, es la muerte, Tánatos. Hay que diferenciar la violencia y el odio. El odio está del mismo lado que el amor. El odio como el amor están del lado de Eros.”[29]
Es en este fondo que es necesario leer la reformulación, en la última enseñanza de Lacan, del lugar del sentimiento que incluye en su nueva definición el odio y el amor: “HaydeloUno, y esto quiere decir que, aun habiendo sentimiento, este sentimiento que llamé […] el odio, en tanto que este odio es pariente del amor”[30]. Este odionamoración es la consecuencia de la separación de este goce de los otros Unos. Saber esto, saber acerca de las aporías del amor y del goce en la vecindad del prójimo no nos condena ni al cinismo, ni a la inmovilidad, ni a la constatación de la presencia irreductible del odio o del mal[31]. Este primado del odio y sobre todo una desidealización del amor como primer afecto. Vemos la fecundidad de esta aproximación en la reformulación de la transferencia en la última enseñanza de Lacan. La transferencia positiva que estaba fundada sobre la ficción del sujeto supuesto saber es, en la última enseñanza, segunda en relación con la transferencia negativa, que no tiene necesidad de hipótesis alguna.[32]
Esta perspectiva, distinta de aquella de un Freud muy estorbado del padre, da cuenta de la oposición entre los populismos de los años ’30, verticales, centrados sobre un único líder, con una fuerte doctrina, y los nuevos populismos apoyados sobre movimientos horizontales, conectados por páginas de Facebook, polimorfos, atomizados (tal como los 5 Estrellas o los Chalecos amarillos), unidos por el odio de “la élite” que puede resumirse a un nombre (Macron, Soros) o por el odio de objetos intercambiables como el judío o el inmigrante. Por supuesto, no olvidemos a Freud y el énfasis del jefe como el fuerte, pero los movimientos populistas actuales son compatibles con el hombre débil (Di Maio) y los hombres fuertes no son más lo que eran -Salvini no es Mussolini y Trump no es Hitler.
La libidinización de Europa y el movimiento de odio
Emmanuel Macron, en una serie de discursos en Atenas, en París en la Sorbona y en el Parlamento de Strasbourg, propuso toda una serie de medidas para hacer amar a Europa -con una elocuencia tan vívida como aquella de Carmine Pacente. Sin embargo, algo no funciona. Probablemente, porque hay que pasar por un momento de odio intensamente marcado. Y renunciar tal vez primero a querer el amor. Entonces los desafíos efectivos podrán ser abordados. El afecto en el sentido hacia la UE tiene el riesgo de permanecer por largo tiempo como odio en todas sus declinaciones y su diversidad. Habrá hombres y mujeres políticos capaces de hacer de ello algo. Capaces de quedarse en campaña permanente, siempre conectados, como lo hacen Donald Trump, Redjep Tayip Erdogan -los Chalecos amarillos también- o lo que recomienza a hacer Emmanuel Macron, y esto 24 horas al día, 7 días a la semana.
Renunciar a concebir el lazo social bajo la forma disfrazada del amor, no es estar fascinado por la potencia del odio. Es renunciar al fracaso del amor para no fiarse sino al deseo[33]. Es en el mantenimiento de ese deseo decidido de reinvención de nuestras viejas democracias que queman sus últimos cartuchos que encontraremos el equivalente de lo que fueron los políticos de tipo New Deal. Poco importa el déficit de serotonina, nuestros políticos deberán inventar en acto y clasificar todo lo que nuestros universitarios y los debates ciudadanos proponen al respecto de los dispositivos para hacer vivir una nueva democracia participativa. Los franceses, los italianos, los ingleses, los húngaros, los polacos, todos desfilan, todos están tomados en odios diversos muy libidinales. A nivel de la UE, será lo mismo, habrá que inventar en vivo, en el movimiento de la crisis. Entonces, el lugar faltante de Europa, que no existe y cuya no-existencia no es vivida como falta -lo que nos evocó Matteo Vegetti- tendrá una oportunidad de existir.
Desde luego, habrá que profundizar con énfasis en la mutación que representa la necesaria transición ecológica, respuesta a la crisis climática planetaria. Europa es el continente mejor situado para demostrar cómo la humanidad podría no darse muerte. Los sueños de Elon Musk de ir a colonizar el espacio son muy americanos. Los europeos, por su historia, saben que las migraciones tienen lugar acá abajo y que los cuerpos no se evaporan.
Es aquí donde habrá que decir no a Tánatos. La historia que va a escribirse en los próximos años será aquella de una invención, que se construirá a partir de los errores y de los impases encontrados en lo que ha sido construido. Es homólogo a lo que propone la experiencia psicoanalítica. No se trata de aplicar ahí protocolos establecidos por adelantado. Una vez instalado el interés por los fenómenos freudianos, una vez puesta la creencia en lo inconsciente, entonces se avanza de obstáculo en obstáculo donde, como Lacan dice, se trata de que, de los impasses, se pueda hacer soluciones.
*Psicoanalista de la AMP (ECF)
Fotografía seleccionada por el editor del blog
Traducido por Patricio Moreno Parra. (Revisada por Joaquín Caretti)
[1] Intervención de clausura del Foro europeo “Amor y odio por Europa”, realizado en Milán el 16 de febrero de 2019. Texto tomado de “Lacan Quotidien” No 770 y 771.
[2] Fórum europeo «Amor y odio por Europa». Milán, 16 de febrero del 2019. Giulia Lami, Vittorio Morfino, Feruccio Capelli, Davide Tarizzo, Gianfranco Mormino, Carlo Favero, Mario Gilli, Carmine Pacente, Giulano Spazzali, Irene Petronella y Attilio Cazzaniga cuyas intervenciones son citadas en la presente conferencia de clausura, estando entre los invitados.
[3] Boucheron P., «De l’expérience et de ses passés disponibles», curso del 8 de enero del 2019 en el Colegio de Francia, disponible en la página web del Nouvel Observateur.
[4] Ibid.
[5] Croce B., citado por Ory P., Peuple souverain. De la révolution populaire à la radicalité populiste, Paris, Gallimard, 2019, p. 243.
[6] Confavreux J., «“Gilets jaunes”: la querelle des interprétations », Médiapart, 18 de enero del 2019.
[7] Cf. Kauffmann S., «Quel que soit le meurtrier du maire de Gdansk, c’est l’escalade de la haine dans la vie publique qui est en cause», Le Monde, 16 de enero del 2019.
[8] Ibíd.
[9] Duhamel A., «Le triomphe de la haine en politique », Libération, 9 de enero del 2019.
[10] Leclerc A. & Mesre A., «Des “gilets jaunes” devraient présenter une liste aux européennes », Le Monde, 25 de enero del 2019.
[11] En Francia, una de las figuras de los chalecos Amarillos, Étienne Chouart, se anunciaba en 2013-2014 con complotistas antisemitas en la nebulosa de Alain Soral, glorificándolo como “resistente a la Unión Europea”.
[12] Valéry P., Variété I & II (1919), Œuvres t. I, coll. Bibliothèque de la Pléiade, p. 995. (cap. «La crise de l’esprit », 2da carta).
[13] Íbid., p. 997.
[14] Tocqueville (de) A., De la Démocratie en Amérique, t. II, («Démocratie comme despotisme », 4ta sección, cap. VI), disponible en la página web Panarchy.org
[15] Kojève A., «L’Empire latin (Esquisse d’une doctrine de la politique française)» (27 de agosto de 1945), La Règle du jeu, n° 1, 1990, p. 96.
[16] Creel J., Laurent É. & Le Cacheux J., « The Euro at 20 and the futures of Europe », Social Europe, 12 de diciembre del 2018: « The [euro area] project is a rare example of a strict application of economic doctrines to the build-up of political institutions. Ordoliberalism and new classical economics have shaped institutions and stringent policy rules»
[17] Ibíd.
[18] Barochez (de) L., « Dissiper le brouillard européen », Le Point, 7 de enero del 2019.
[19] Haas R., citado por Frachon A., « L’Union européenne est une joueuse de fond de court », Le Monde, 27 de diciembre del 2018.
[20] Frachon A., «L’Union européenne est une joueuse de fond de court », op. cit.
[21] C. Ducourtieux. «Budget italien : Bruxelles déterminée à tenir une ligne dure », in Le Monde, 17 de octubre del 2018.
[22] C. Lequesne. « Quitter l’Union européenne n’est plus possible : les dynamiques du Brexit », in Badie B. & Vidal D. (dir.), Le Retour des populismes. L’état du monde 2019, La Découverte, París, 2018.
[23] « “Fasciste”, “crétin” : Moscovici hausse le ton contre un eurodéputé italien d’extrême droite », Le Monde, 29 de octubre del 2018.
[24] Cf. J. Lacan. El Seminario, libro I, Los escritos técnicos de Freud. Buenos Aires. Paidós, 2017, pp. 393-395.
[25] Cf. J.-A. Miller. « L’orientation lacanienne. L’Un-tout-seul » (2010-2011), enseñanza pronunciada en el marco del departamento de psicoanálisis de la Universidad París VIII, inédito.
[26] Cf. J.-A. Miller. Extimidad. Buenos Aires. Paidós, 2011, pp. 43-58.
[27] Freud habla con Flieβ desde 1897 de sus primeros acercamientos que le da su llamado autoanálisis. En sus notas para la Standard Edition para «Tótem y tabú», Strachey subraya la carta a Flieβ del 4 de julio de 1901 cuando Freud, que lee los periódicos, comenta los descubrimientos de Knossos « ¿Leíste que los ingleses exhumaron en Creta (En Cnossos) un palacio antiguo que tienen como el verdadero laberinto de Minos? Parce que Zeus en el origen fue un toro. Asimismo, nuestro antiguo dios habría sido primeramente venerado como un toro, antes de la sublimación puesta en marcha por los persas. Hay muchas cosas allí que pensar, sobre las cuales no se puede aún escribir…”. (S. Freud. Lettres à Wilhelm Fliess, 1887-1904, Presses Universitaires de France, 2006, p. 562).
[28] Cf. J. Lacan. El Seminario, libro XX, Aún. Buenos Aires. Paidós, 2016, pp. 110-111.
[29] J.-A. Miller. Niños violentos. Internet: https://psicoanalisislacaniano.com/ninos-violentos/. Último acceso: 2019-03-02.
[30] J. Lacan. El Seminario, libro XXIV, « L’insu que sait de l’une bévue s’aile à mourre ». Lección del 10 de mayo de 1977, ¿Ornicar?, n°17-18. París: Navarin, 1979, p. 18.
[31] É. Laurent. « L’étranger extime, I », Lacan Quotidien , n° 770, 22 de marzo del 2018, publicación en línea (www.lacanquotidien.fr).
[32] J. Lacan. El Seminario, libro XXIV, « L’insu que sait de l’une bévue s’aile à mourre ». Lección del 10 de mayo de 1977, ¿Ornicar ?, n°17-18. París: Navarin, 1979, p. 17.
[33] Cf. J. Lacan. El Seminario, libro XX, Aún. Buenos Aires: Paidós, 2016, pp. 175-177.
Una respuesta a “Europa a Prueba del Odio”