María Paz Rodríguez*
Toda ideología de masas busca a disipar lo real en juego, presentándose como un saber absoluto. El discurso universitario retoma estos postulados y produce el desarrollo de ciertos pensamientos homogéneos. Jean-Claude Milner habla de la “Universidad Universal” para referirse a los intelectuales del mundo occidental que circulan por el mundo, y explica cómo Francia quedó un poco por fuera de este circuito, lo que le vale un cierto retraso a escala mundial. Toda circulación de ideologías suele promoverla Estados Unidos, como por ejemplo lo ocurrido con el pensamiento de Judith Butler y su influencia en el neofeminismo. La ideología woke ya atravesó el Atlántico, y este fenómeno se manifiesta ante todo en elementos del lenguaje. Se pueden reconocer las fórmulas lingüísticas que anuncian que un discurso es woke. Siguiendo a Milner, se trataría de manipulaciones del imposible:
- No hay imposible
- Fabricación de falsos imposibles por medio de lo imaginario
Ejemplo: Podemos salvar el planeta. Si hubiese algo del orden de una era glacial, que implicaría la desaparición de las especies, no es verdad que la humanidad pudiese evitarlo. El fenómeno en sí mismo no podría ser superado. El discurso de la ecología es “el planeta está en peligro, salvémoslo”. Pero lo que realmente está en peligro es la capacidad del ser humano de vivir en la tierra, pero esto no implica que el planeta esté en peligro. La dificultad de resolver el problema humano no supone el fin del planeta o del universo. La tesis sería que el ser humano puede hacer alguna cosa para evitar esto, es decir, que no hay imposible. El rechazo del imposible es considerarse Todopoderoso.
Otro ejemplo: El neofeminismo que reivindica el hecho de poder transformar un hombre en mujer o viceversa. Lo que esta ideología woke pretende destruir, abolir, es lo que había fundado la lingüística hasta ahora. La lingüística se basa en algo muy sencillo, y es que hay un punto de imposible en las lenguas. Ese punto no se puede cambiar, el imposible del lenguaje para atrapar lo real es algo inmutable. Sin embargo, con este movimiento woke, se intenta manipular el lenguaje para de alguna manera crear un falso imaginario para controlar lo real.
Para enriquecer estos postulados, aporto al debate el punto de vista del llamado ecofeminismo. Mujeres y ecología, ese es el tema que los autores de “Émulations” han elegido para la publicación del número 14 de la Revista de Jóvenes Investigadores de Ciencias Sociales. Esta revista, fundada en 2007, edita dos números por año y los publica en la Prensa Universitaria de Louvain.
Esta obra es un compendio de artículos ecologistas y feministas. Este trabajo de investigación se divide en tres partes:
- Ecofeminismo: Es una corriente de pensamiento introducida en Francia por la autora Françoise d’Eaubonne, en un intento de hacer dialogar el feminismo clásico de Simone de Beauvoir con la ecología política de Serge Moscovici. Esta intersección denuncia y deconstruye la doble dominación de los hombres sobre las mujeres y también, sobre la naturaleza. Esta dominación sería de la misma índole. Lo que significaría que no hay «revolución verde» posible si no se subvierten profundamente las relaciones hombre/mujer en el seno de la sociedad contemporánea. Acto seguido, los autores subrayan la idea tradicional del lazo privilegiado de la mujer a la naturaleza, un lazo más auténtico, más verdadero en términos lacanianos. Esta hipótesis es adoptada por la vertiente diferencial del feminismo, que acentúa la importancia de la diferencia entre los hombres y las mujeres para valorizar la especificidad de estas últimas. Pero la diferencia sexual anatómica en sí misma es un tema de debate interno en el feminismo. De un lado encontramos la postura «liberal-igualitaria» que apunta a la igualdad de los géneros, sería la primera ola del feminismo representada por Simone de Beauvoir. La mujer debe ser igual al hombre, y para ello, hay que transformar las condiciones y las instituciones sociales que reproducen los procesos de dominación masculina. Esta perspectiva busca eliminar los clichés femeninos de la esfera pública para que la mujer no quede encerrada en una imagen absurda de sí misma, una mascarada que diría Lacan, que la obligaría a jugar un determinado papel en la sociedad, como, por ejemplo, la maternidad. Por otro lado, el feminismo de la diferencia estudia las divergencias naturales patentes entre los hombres y las mujeres, pero sin entrar en un darwinismo sexista. Para estas feministas, las mujeres deben reivindicar el reconocimiento de su especificidad. Esta sería la segunda ola del feminismo francés, representada por las psicoanalistas lacanianas como Julia Kristeva o Luce Irigaray. Este sería el feminismo que piensa la ecología del lado de la mujer. Y, fuera del feminismo, encontramos lo queer, que pretende abolir las fronteras identitarias, confundiendo sexo con género y creando falsas identidades imaginarias del orden del discurso woke, como comentábamos al comienzo.
- Naturaleza y Mujer, dos figuras del Otro: Al igual que la naturaleza, la feminidad es considerada como el Otro, el caos, la contrario del orden o de la racionalidad, que siempre se asoció al género masculino. Así sean un ícono o una amenaza para el hombre, la mujer y la naturaleza reenvían a ese Otro misterioso e irreductible que hay que dominar. En relación a la mujer, es el llamado al pudor y a la castidad lo que prevalece en las diferentes culturas, para limitar el goce y mantener un cierto orden social.
- El cuerpo de la mujer como lugar político: Las leyes que regulan el uso de los tejidos para envolver el cuerpo femenino son actos políticos. En Afganistán, las periodistas son obligadas a aparecer en la televisión pública con el burka y con el rostro cubierto, mientras que, en Francia, se prohíbe el uso del burkini en las piscinas públicas. En ambas demandas, tanto la de esconder como la de mostrar, el cuerpo de la mujer es el epicentro. Por eso el tema del parto se convierte en algo central en estos estudios. Allí donde lo que se impone es el acto médico que preserva a la mujer de todo sufrimiento pero que la despoja de apropiarse de su cuerpo y de su proceso fisiológico, el parto natural se convierte en un acto político. La comadrona es considerada una figura peligrosa, que pierde credibilidad frente al discurso médico, discurso que se transforma en discurso del Amo, en términos de Lacan, ya que impone cómo se debe dar a luz: en el hospital, con anestesia y pasivamente, donde la sumisión del cuerpo de la madre sea el eje principal y donde ella se sienta espectadora de su creación. El parto natural en casa se convierte en un acto militante que escapa al control del cuerpo médico sobre el cuerpo de la mujer, y se necesitan agallas para enfrentarse a la imposición de la modernidad y el progreso.
Son este tipo de actos “ecofeministas” los que permitirían enfrentarse al capitalismo y armarse contra esta imposición contemporánea. La resistencia pretende modificar el sistema económico transformando los modos de consumación, modificar las representaciones culturales y las prácticas de vida. La vertiente más radical de la ecología sería la espiritual, que pretende cambiar la relación del ser humano al mundo a través de una nueva ideología.
Esto último es lo que pretenden los discursos woke, cambiar la mentalidad de sus adeptos para que las conciencias puedan adaptarse al nuevo mundo que la ecología promueve, donde el relato común sea el mismo y que las leyes universales vengan a regular los modos de relación a la naturaleza. Pero, ¿no sería esta operación una de las nuevas caras del Discurso del Amo? Para terminar con lo que propone Milner, cambiar la lengua, instalar la idea de que se puede cambiar lo imposible y forzar la supremacía de las palabras, es imponer la tiranía del Ideal del yo.
*Psicoanalista. Socia de la sede de Granada de la ELP.
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
Fuente: https://www.elhablador.com/articulos24_rodriguez.html