Sanna Marin y Teresa de Ávila

Soren Larsen*

La reciente polémica sobre la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, podría dilucidarse con el famoso «la mujer no existe» de Jacques Lacan. Marin es la primera ministra más joven de la historia de Finlandia, ya que asumió el cargo a los 34 años, y a menudo se la considera un símbolo, también fuera de Finlandia, de los logros feministas. En agosto de 2022 se filtraron dos vídeos privados que muestran a Marin de fiesta con sus amigos. En los vídeos aparece flirteando, canta, posa ante la cámara, un ejemplo casi paradigmático de lo que Joan Riviere llamó la «mascarada femenina», retomado posteriormente por Lacan. Cuando los vídeos se hicieron virales y globales, muchos grupos neoconservadores y neomasculinistas en las redes sociales, como era de esperar, criticaron a Marin con diferentes versiones de la frase «no debería bailar con un hombre que no fuera su marido».

Además, en un vídeo un amigo de la primera ministra menciona la palabra «flour«, lo que, según los expertos, podría haber sido una referencia a la cocaína. Los miembros de la oposición pidieron inmediatamente que se realizara un análisis de drogas a la PM para detectar un posible consumo de sustancias. La primera ministra intentó primero dejar pasar el tiempo y esperar, pero finalmente se sometió a la prueba, que resultó ser negativa.

En las semanas siguientes, el panorama parecía mucho más positivo para Marín. La gran mayoría de los votantes y políticos, tanto en Finlandia como en el extranjero, se volcaron en su apoyo. Los expertos creen ahora que podría acabar siendo la campaña política perfecta para relanzar el partido de Marin, el Partido Socialdemócrata, que se encontraba un tanto polvoriento (ya que la primera ministra estaba perdiendo apoyos y se le acusaba de no estar en contacto con los jóvenes votantes). En cambio, su partido está ahora «de moda» y el periódico alemán Bild calificó a Marin como la «PM más cool del mundo». Muchas mujeres de todo el mundo, incluida Hillary Clinton, compartieron vídeos o imágenes mostrando su apoyo a Marin y animándola a «seguir bailando», y poniendo a los críticos como abiertamente misóginos. Marin no había infringido ninguna ley, en comparación con, por ejemplo, las ahora infames fiestas de Boris Johnson que se celebraron ilegalmente durante el confinamiento.

Sin embargo, lo que realmente hay que abordar es la forma particular que adoptó esta misoginia: de qué manera se localizó en el cuerpo de Marin. La petición de una prueba de drogas indica claramente que los neoconservadores y los neomasculinistas consideraron que el problema del comportamiento de Marin tenía alguna «causa» corporal. (‘Si Marin actúa así, debe ser porque está drogada’). Lo que molestaba a los críticos (masculinos) parecía ser la pregunta que Freud se hacía (pero dudaba en responder) en sus últimos años: «¿Qué quiere la mujer?».

Lo que parecía ser el particular goce «femenino» de Marin, era lo que más irritaba a los críticos. Lacan hace un juego de palabras con el goce femenino: encore/en corps (más/en el cuerpo). Es 1) «más» (comparado con el goce fálico masculino), 2) está «aún ahí» (cuando no debería estarlo) y 3) está «en el cuerpo». ¿No fue la llamada de los críticos a que se hiciera un test de drogas exactamente una especie de respuesta reaccionaria a este «más»? ¿Un llamamiento a una prueba de ADN que permita localizar y medir el goce de Marin?  Lacan utiliza el ejemplo de Teresa de Ávila en su goce extático y parece como si los críticos masculinos vieran en Marin una versión de Teresa, que les fascinaba y horrorizaba profundamente. ¿Y si se pudiera medir, evaluar? («qué bonito si pudiéramos poner el goce femenino en un laboratorio y ver de qué se trata realmente»). Sin embargo, Lacan afirmaba que el goce femenino tenía la paradójica propiedad de no existir y, sin embargo, estar ahí (encore/en corps), de alguna manera, en el cuerpo. «Es falso que haya otro, pero eso no impide que sea cierto lo que sigue, a saber, que no debería ser/no podría dejar de ser ese»[1].

Esta paradoja se encuentra reprimida, sin embargo, no sólo por los neoconservadores, sino también desde el polo «progresista» de apoyo a Marín. Ambos tienen mucha necesidad de afirmar que «la mujer existe» (y con énfasis). En ambos casos, la paradoja ontológica se reformula a través de una «cuestión moral» (una cuestión moral que deriva su excedente de disfrute de esta paradoja).

*Copenhague, Dinamarca. (https://german.cornell.edu/soeren-larsen)

Traducción realizada por Amparo Tomás

Fuente: https://www.thelacanianreviews.com/sanna-marin-and-theresa-de-avila/

[1] Lacan, J. Aún. Libro XX, ed. Paidós,), Buenos Aires, 2008, 75.

Una respuesta a “Sanna Marin y Teresa de Ávila

  1. No considero lo de hacerse una prueba para saber si había consumido una droga y alcanzar el disfrute del baile.
    Lo que se lee mas bien es «la droga produce un plus, un mas de goce en el cuerpo y ese goce es prohibido, tabú, esto hace olvidar que un cuerpo se encuentra con otro cuerpo porque eso produce también un plus de goce, es decir se pasa del vicio o la práctica solitaria a un «corp a corp» y en esos casos no se esta pidiendo una muestra de sangre para mostrar que se goza entre cuerpos sin consumir las drogas ilegales.

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