Bombardeo de carbono

Geert Hoornaert*

Hace unas semanas, The Guardian reveló que las mayores empresas de combustibles fósiles del mundo están planeando silenciosamente vastos proyectos sobre lo que aparentemente se llama «bombas de carbono». Definidos como proyectos de petróleo y gas que supondrían, cada uno, al menos mil millones de toneladas de emisiones de CO2 en el transcurso de su vida, estas «bombas» llevarían irreversiblemente el clima más allá de los límites de temperatura acordados internacionalmente, lo que tendría un impacto global catastrófico; hay 195 proyectos de este tipo en marcha, esto no es ninguna broma [1]. Cuatro días después, Le Monde anunciaba que los investigadores han identificado 425 «bombas climáticas» en 48 países, ya en funcionamiento o todavía en fase de proyecto, que podrían anular por completo los esfuerzos contra el cambio climático [2].

Mientras que la comunidad científica afirma que, para mantenerse dentro del objetivo de un aumento de 1,5ºC, es necesario detener inmediatamente el 80% de la extracción de combustibles fósiles, la industria fósil prepara un gran salto que dejará muy atrás la marca del 100%. Al dar este salto, nos enfrentaremos a un Dresde climático que no conoce armisticio y cuyas bombas no dejarán de caer, desde un cielo cada vez más infernal, sobre las cabezas de los niños durante generaciones. Por muy atroz que haya sido la colonización de los amos de ayer, sus horrores palidecen ante la colonización del futuro que ya se está desarrollando.

Pero cuando observamos la prescripción de limitar nuestro consumo de fósiles al 20% del estándar actual, no podemos dejar de percibir el mismo olor a imposible. La cantidad de condiciones que hay que cumplir para llegar a una reducción global del 80% es difícilmente imaginable, y nada asegura que las consecuencias de su improbable aplicación no nos expulsen, de otras maneras, seguramente, pero no menos radicalmente, de la «habitabilidad» de la tierra; incluso la más mínima de las restricciones desata apasionadas revueltas.

Ante una situación tan difícil y enloquecedora de concebir, y teniendo en cuenta que «una crisis puede realmente poner a prueba la cuestión del conocimiento de tal manera que ya no querremos saber nada»[3], la rueda del discurso común probablemente seguirá girando hasta que el gong de una congelación final señale el encuentro de un límite en lo real. Sea cual sea la forma que tome este encuentro, señalará el momento que Lacan se atrevió a abordar: «la especie humana acabará con eso que nunca le ha importado, la tierra»[4]. Ya sea con los ojos abiertos o cerrados, mirando hacia arriba o hacia abajo, todos estamos de alguna manera cegados por un fuego que sabemos que se acerca.

Los psicoanalistas no pueden seguir callando ante lo que se avecina. El mensaje encerrado en el término «Antropoceno» es que hay un Otro del clima, y que ya no es la mano de Dios la que nos golpea en la naturaleza, sino la mano productiva del hombre. El mensaje del inminente reconocimiento de este Antropoceno como unidad de tiempo geológico por parte de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas y sus Comisiones de Estratigrafía, un reconocimiento que implica un procedimiento científico tan tortuoso como promover la beatificación de un santo a través de la diplomacia vaticana [5], es que no estamos atravesando una crisis, y que no debemos esperar que pronto podamos cerrar el paréntesis. El mensaje es que nuestros modos de producción y disfrute han empujado a la tierra hacia un estado imprevisible, que durará decenas de miles de años. No está en la naturaleza ni en los objetivos del psicoanálisis pedir o proponer «soluciones», y menos aún globales, pero debemos tener el valor de abordar este real, y trabajar para una actualización de El malestar en la cultura, que en 1990 Jacques-Alain Miller nos invitó a retomar [6].

*Psicoanalista, miembro de la AMP (NLS).

Traducido por Amparo Tomás García.

Fotografía seleccionada por el editor del blog (Dresde bombardeada 1945)

Fuente: https://www.thelacanianreviews.com/carbon-blitz/

[1] https://www.theguardian.com/environment/ng-interactive/2022/may/11/fossil-fuel-carbon-bombs-climate-breakdown-oil-gas

[2] https://www.lemonde.fr/planete/article/2022/05/15/energies-fossiles-les-425-bombes-climatiques-qui-pourraient-reduire-a-neant-la-lutte-contre-le-rechauffement_6126177_3244.html

[3] «une crise peut vraiment mettre la question du savoir sur la sellette d’une façon telle qu’on ne voudrait plus rien savoir», Lacan J., Alla ‘Scuola freudiana'», Lacan en Italia 1953-1978. En Italie, Lacan, Milán, La Salamandra, 1978, p. 121.

[4] Lacan J., Alla ‘Scuola freudiana'», Lacan in Italia 1953-1978. En Italie, Lacan, Milán, La Salamandra, 1978, p. 121.

[5] Latour B., Face à Gaïa, La Découverte, París, 2015, p. 150.

[6] Miller, J.-A., Jouer la partie, La cause du désir 105, p. 26.

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