Soledad Peñafiel*
Uniendo el título de las próximas jornadas de la escuela de la Cause Freudiana la/norme/mâle aparece enseguida lanormemal, es decir, lo normal. Lacan en su esquema de la sexuación pone desde el lado de la función fálica al macho/mâle, quedando el sentido desde el lado del falo. Todo sentido, toda significación, todo significante aparece desde ese lado: “el falo es la significación, es aquello mediante lo cual el lenguaje significa[1]”. El que haya alguien que diga no a la castración implica que desde el lado fálico se pueda situar al conjunto. Contrario al lado derecho del esquema de la sexuación que no hay un significante que pueda nombrar a Lmujer, para ella no hay conjunto: ella es Otra para ella misma. Toda posible definición del hombre encontraría un sentido, pero a Lmujer habría que inventarla.
El esquema de la sexuación está dividido en ese Hay. Si hay una excepción desde un lado hay también un conjunto, y en el sentido inverso si no hay excepción, no hay tampoco un conjunto. Desde el lado derecho de la sexuación se trata de un conjunto, cuya particularidad es quedar abierto al infinito. Aunque para Freud la anatomía no era el destino, esta sí hacia la diferencia, quedando la cuestión femenina situada desde el lado desconocido como continente negro. La diferencia de los sexos para Freud estaba determinada por ese tener; y la revuelta femenina e histérica no tardaron en pronunciarse.
Hasta aquí todo parece muy simple para el hombre: como si el hecho de ser un hombre pudiera encontrar fácilmente sentido, como si pudiese estar normalizado. Pero justamente, el discurso analítico viene a denunciar que en términos de la sexualidad nada es normal, puesto que para todo ser hablante hay un agujero en la cadena simbólica “en el psiquismo, no hay nada que permita al sujeto situarse como ser macho o ser hembra[2]” Todo ser hablante queriendo encontrar una identificación a su ser encuentra forzosamente una falta-en-ser. Para el sujeto habría inevitablemente una falta, una discontinuidad que no se aloja fácilmente en una identidad sexual. Entonces, podríamos pensar que la querella fálica denunciada por las feministas encuentra su límite en el momento en que Lacan avanza su neologismo LOM que no designa ninguna identidad sexual. “LOM es entonces el termino que define fonéticamente lo universal, es decir de manera real y ya no mas simbólica e imaginaria[3]”
Imperativo/enigma
Ahora bien, en el esquema de la sexuación desde un lado no hay un significante que pueda nombrar a L mujer y desde el otro lado, encontramos un imperativo: sé un hombre. Si seguimos la lógica, éste no hay se inscribe como enigma y ese hay se inscribe como un mandato, como una imposición. A este imperativo se le acompaña un deber saber lo que eso significa. Para este se un hombre habría una significación sin interrogación. Boys don’t cry sería la primera certidumbre viniendo a dar sentido a este imperativo: se un hombre, compórtate como tal son frases que encuentran un sentido; al contrario, se una mujer, eso no puede ser enunciado, puesto que esta vaciado de todo sentido.
Pero el esquema de la sexuación no se reduce a la diferencia anatómica de los sexos, puesto que el ser hablante se orienta desde un lado o del otro según su conveniencia. Lo que quiere decir que desde el lado macho/mâle de la sexuación no se alojan naturalmente todos los hombres. Una vez más si consideramos LOM, podemos avanzar el hecho de que el sujeto no tiene una identificación definida. LOM es una escritura del ser hablante que no define el sexo del ser hablante. “LOM ya no se distingue por su cuerpo en tanto imagen, ni por sus palabras en tanto cadena simbólica. Lo hace por su síntoma[4]”. Si bien entonces, el sujeto está siempre vaciado de toda significación, el mandato sé un hombre persiste. Pensar ese se un hombre como una certidumbre develaría el hecho que el hombre sepa gozar. Pero entonces, si no hay esa certidumbre aparece la pregunta: ¿quién soy? ¿Un hombre? ¿Una mujer? ¿Un homosexual? ¿Un trans?
Este mandato sé un hombre que debe ser acompañado de una certeza, más vale remplazarla por esta otra y única certidumbre: este L de la mujer. Puesto que la sola certeza que podemos tener es que ser hombre o mujer es cosa de lenguaje. A cada uno su manera de inventar un modo de goce que estará siempre por fuera de la norma, que será siempre singular y enigmático. Entonces, a la supuesta norma mâle, le hace falta este L para acercarse a lo mas real del ser.
*Psicoanalista. Miembro de L’Envers de París.
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
[1] Lacan, J., Seminario XIX « …O Peor » (1971-1972), Buenos Aires, Ed. Paidós, 2012, p. 68
[2] Lacan, J., Seminario XI « los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” (1964), Buenos Aire, Ed. Paidós, 1987, p. 212
[3] Brousse, M-H., « La moitié de LOM » in revue de la Cause du Désir Virilités n°95, Paris, Ed. Navarin, 2017, p.47. cita original : « LOM est donc le terme qui définit l’universel phonétiquement, c’est-à-dire de façon réelle, et non plus symbolique et imaginaire »
[4] Idem, p. 47. Cita original : « LOM n’est plus différencié par son corps comme image, par sa parole comme chaîne signifiante. Il l’est par son symptôme. »