El discurso analítico y la acción lacaniana

Santiago Castellanos*

La reciente publicación del libro “Polémica Política” abre muchos aspectos para conversar. En la reunión de hoy voy a tratar de poner en conversación dos términos: el discurso analítico y la acción política lacaniana.

El primero responde a uno de los cuatro discursos que Lacan propone en el Seminario XVII y el otro a una orientación, desde los años ochenta, de J-A Miller para el Campo Freudiano. En la primavera de 2017, Miller toma la iniciativa de extender el psicoanálisis al campo de la política, abre una nueva etapa: “Campo freudiano: Año cero”. Este nuevo tiempo nos ha planteado muchos interrogantes, entusiasmos, malestares y dificultades que siguen abiertas en torno a qué nos referimos cuando hablamos de la inclusión de lo político en el discurso psicoanalítico. Todavía estamos en un momento de comprender.

La pregunta que nos podríamos hacer es la siguiente: ¿cómo ir más allá del campo de la clínica que ha sido la seña de identidad, la fortaleza del Campo Freudiano durante décadas?

Lo primero que quiero subrayar es que hay que elegir desde que discurso se habla y a qué discurso se sirve cuando articulamos el psicoanálisis y la acción lacaniana al campo de la política. Hay que elegir entre el discurso analítico y el discurso del amo y esto no depende solamente de la voluntad; dependerá al mismo tiempo de si la experiencia como analizante ha permitido a cada uno dejar atrás sus ideales y sus fantasmas.

Lo segundo que quiero subrayar es la importancia de la formación del analista. El análisis propio y el control de la práctica favorecerán que el analizante pueda engancharse a la “subjetividad de la época” de una forma orientada, sin dejarse atrapar por los discursos dominantes en la civilización, animado por un deseo contrario a identificaciones unificadoras.

La cuestión radica en cómo preservar, cómo conservar la especificidad del discurso analítico al mismo tiempo que hacemos existir el psicoanálisis en lo social, evitando la deriva hacia la psicoterapia o las concesiones a los discursos que emanan del campo de la política, que responden a la lógica del discurso del amo; es decir, a las identificaciones.

El discurso del amo tiene la estructura del discurso del inconsciente y es el que estructura el orden social. Si para Lacan el inconsciente ha de pensarse a partir de la identificación, el orden social y la política también.

Si el psicoanalista en el acto analítico no opera desde el lugar del S1, desde el lugar de las identificaciones, tampoco debe hacerlo en su relación con lo social, ni en el campo de la política: “Hay que hacer una elección entre el S1 y el objeto a. Lacan hace la elección del lado del a y es lo que traduce como “la herejía prevalece sobre la ortodoxia”.[1]

Como subraya Eric Laurent, en el libro “Estamos todos locos”, los analistas tienen que pasar de la posición del analista como especialista de la desidentificación a la del analista ciudadano. Un analista ciudadano en el sentido que puede tener este término en la teoría moderna de la democracia. Los analistas han de entender que hay una comunidad de intereses entre el discurso analítico y la democracia, ¡pero entenderlo de verdad! Hay que pasar del analista encerrado en su reserva, crítico, a un analista que participa, un analista sensible a las formas de segregación, un analista capaz de entender cuál es la función que le corresponde en esta época que cambia.[2] En mi opinión, esto significa, en primer lugar, la defensa de las libertades y la democracia, que es una condición para el ejercicio de la misma práctica analítica y en segundo lugar la defensa del derecho a la palabra y la libre elección de los ciudadanos respecto al tratamiento de los diferentes malestares contemporáneos.

En este sentido me parece que nos orienta la manera en que las diferentes Escuelas de la AMP, la FCPOL y ZADIG-España han respondido a la tramitación de la Ley TRANS. Un tema de gran trascendencia y actualidad que se aborda desde el discurso analítico más allá de los posicionamientos políticos de los partidos o los gobiernos de turno en los diferentes países. De la misma manera que en su momento se dio lo que llamamos la “batalla política del autismo”, que sigue en curso.

Miller nos dice que la indiferencia no se sostiene ni un segundo en la economía del discurso analítico a partir del momento donde hay deseo del analista. Es muy interesante en este punto el desarrollo que hace J.-A Miller en el libro entre la “neutralidad benevolente” que podría corresponder a la posición del analista en la cura y la necesidad lógica de la elección frente a cierta posición “escéptica” que considera que la práctica del psicoanálisis es una profesión que se puede ubicar más allá del malestar en la civilización: “En mi profesión, soy psicoanalista y, fuera de mi profesión, soy ciudadano”[3] y añade, “No creo que esto pueda ser cierto para el concepto del psicoanalista. Tenemos que ir tan lejos, y tendremos que trabajar en eso, a saber: que ser psicoanalista no es solo una profesión. Por supuesto, es un trabajo, una profesión, una forma de ganarse la vida y mantener la familia, pero no es solo eso.”[4]

Lacan creyó poder haber creado una ética del psicoanálisis que incluye en la posición misma del analista el hecho de que hay una elección. Al contrario, el vocablo “ética” no es el vocablo moral y en todo caso incluyó de buen grado la política.[5]Tal y como subraya J.A. Miller en el libro, el analista no es indiferente, ni es el que no elige, porque está orientado por una ética.

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ELP).

Fotografía seleccionada por el editor del blog: Templo de Hefesto en el Ágora de Atenas.

Texto presentado en la segunda conversación sobre el libro de Jacques-Alain Miller “Polémica política” el 30 de junio de 2021, organizada por Andrés Borderías y Joaquín Caretti bajo el auspicio de la sede de Madrid de la ELP.


[1] Seminario de política Lacaniana: segunda parte de la Conferencia de J.-A Miller en Turín: los heréticos.

[2] Laurent, E., “Estamos todos locos”, Gredos, 2014, p. 71.

[3] Miller, J-A., “Polémica Política”, Editorial Gredos, 2021, p. 43.

[4] Ibid.

[5] Curso de J. A. Miller en París el 24.06.2017, “Punto de capitón, dictado en la sede de la ECF.

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