Santiago Castellanos*
El próximo día 4 de mayo se celebrarán elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid en la que podrán votar 5.112.658 electores, según el censo del Instituto Nacional de Estadística. Estas elecciones se han convertido en un acontecimiento político de primer orden para el conjunto del país por la irrupción de VOX, liderado por Santiago Abascal, y la posibilidad de que pueda formar parte del próximo gobierno.
VOX, organización fundada en 2013, de extrema derecha, se afianza en todos los rincones de las calles de Madrid y busca el apoyo de un sector amplio de la sociedad, sacudida por la crisis económica y la epidemia. Vox emerge sostenido en un discurso que se presenta bajo la máscara de la bandera de “la libertad”, ocultando el verdadero rostro ideológico de carácter totalitario, nacionalista, racista y xenófobo.
Eric Laurent en su intervención en el Foro Zadig de Bélgica, nos decía: “Hay resonancia, resonancia entre discursos. Este vocablo ha sido promovido por Lacan, recalcando que, para el ser hablante, no hay formas de vida sin discursos que nos hagan vivir, que nos guíen, que nos indiquen cómo vivir. Estos discursos nos hacen vivir, pero también hay discursos que nos hacen morir, que nos asesinan. En los discursos hay todas las formas posibles de formular el anhelo de muerte”[1]
La crisis y la caída de los valores e ideales que ordenaban el lazo social en el pasado siglo han sido sustituidos por nuevos discursos en los que nuevas identidades ocupan su lugar, promoviendo en primer lugar el odio y la ruptura de los lazos sociales. El discurso de VOX, que se incluye en un movimiento más globalizado, resuena con sus singularidades, con Marine Le Pen, Trump y Bolsonaro, por citar algunas referencias, que ya se han convertido en un problema de civilización.
Más allá de las afinidades políticas de cada uno hay que decir que el 4 de mayo estamos convocados a unas elecciones en las que hay que elegir entre la vida y la pulsión de muerte, entre el totalitarismo neofascista o la democracia. Hay un riesgo, que no hay que descartar, de que el avance de la extrema derecha en España ponga en riesgo las libertades democráticas alcanzadas tras décadas de dictadura franquista. Las elecciones a la Comunidad de Madrid se han convertido en un ensayo general del futuro político del país.
Santiago Abascal y su candidata Monasterio se presentan como los abanderados de la libertad frente a la crisis epidémica del coronavirus. Es uno de los ejes de su campaña electoral, lo que resuena con los postulados del trumpismo, Bolsonaro y los primeros momentos -finalmente corregidos- de Boris Johnson. La Comunidad de Madrid se ha convertido en el paraíso de la pulsión de muerte con las incidencias acumuladas más altas del país en contagios, saturación de las UCIS y mortalidad. La mayor parte de las recomendaciones de los expertos sanitarios para la gestión de la epidemia han sido ignoradas por el gobierno de la Comunidad de Madrid, con Isabel Ayuso a la cabeza, y ahora son directamente cuestionadas durante la campaña electoral. El cálculo en vidas humanas, que en algún momento se hará, de esta política y gestión irresponsables, será uno de los capítulos más tristes de la historia de Madrid.
En una coyuntura epidémica que está determinada por el avance de la vacunación, pero al mismo tiempo por las incertidumbres de su evolución, la posibilidad de nuevas mutaciones resistentes a las vacunas y la aparición de nuevas olas, se propone un discurso que, con ambiciones electoralistas, se pone al servicio de la pulsión de muerte.
El 9 de septiembre de 2020 Santiago Abascal dijo en el Congreso de los diputados que el gobierno actual es el peor gobierno de los últimos 80 años y aclaró ante la estupefacción de los parlamentarios presentes, que no había cometido un lapsus, que efectivamente el gobierno elegido por mayoría parlamentaria, según establece la constitución, es peor que la dictadura franquista que asoló España durante cuatro décadas. La retórica de la “libertad” como parte del discurso de VOX esconde la verdadera cara totalitaria del partido que representa y nos hace recordar las coyunturas históricas en las que los golpes militares, la negación de las libertades y la guerra se hicieron en nombre de la ley y el orden.
Las amenazas de muerte, dirigidas al ministro del Interior, a la directora general de la Guardia Civil y a Pablo Iglesias y su familia, a través del servicio postal de Correos, que incluyen balas de fuego real en el interior de los sobres, no han sido condenadas por esta organización de extrema derecha. Sabemos que el paso de la retórica incendiaria y la violencia verbal no conducen automáticamente a la violencia física, pero la historia nos muestra como el pasaje al acto criminal encuentra su justificación y amparo en el discurso que se promueve. No olvidemos que la diputada laborista Jo Cox, de 41 años, fue asesinada en el norte de Inglaterra, por un individuo que la disparó y apuñalo al grito de ¡Gran Bretaña Primero! una semana antes del referéndum sobre el Brexit en el año 2016.
Este discurso totalitario promueve el odio, el enfrentamiento y la segregación, rompiendo toda posibilidad de lazo social en un país que se caracteriza por su diversidad cultural y lingüística, en el que se hablan cuatro lenguas oficiales y en el que el Estado tiene pendiente de resolver democráticamente un nuevo consenso sobre su estructura. Un problema de primer orden que muchos analistas políticos han denominado la segunda transición en España. Abascal, que nunca hizo el servicio militar, se adorna con los emblemas de la legión y los semblantes del ejército, enviando un mensaje a través de las redes sociales de su potencial manera de resolver los problemas políticos al margen de la legalidad democrática vigente.
No hay libertades sin derechos humanos. Uno de los ejes de la campaña electoral de VOX se despliega, también, cuestionando el amparo obligado que la legalidad internacional, comunitaria y la legislación española debe de realizar a los “menores extranjeros no acompañados” que se encuentran en la Comunidad de Madrid. Su demagógica campaña utiliza la realidad de las bajas cuantías de las pensiones para cuestionar las obligaciones que el Estado tiene para salvaguardar el derecho de los niños y los menores de edad. Esta pérfida campaña oculta que, en la Comunidad de Madrid, según cifras oficiales, solamente se encuentran en esa situación de amparo legal 269 menores extranjeros no acompañados, ocupando el 7,2% de las plazas totales que existen. En una Comunidad de siete millones de habitantes, con las rentas más altas de todo el país, la campaña contra los derechos de los menores extranjeros no acompañados es un índice más de la hiperbólica demagogia electoralista que se orienta por el discurso del odio cuestionando el derecho universal de los niños y los menores de edad.
Las niñas y niños son titulares de todos los derechos reconocidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados y convenciones internacionales que los desarrollan. Además, debido a su vulnerabilidad y necesidad de especial protección y cuidado, los menores de edad (18 años), independientemente de la raza, la cultura, lengua, etnia o religión, tienen garantizados los derechos específicos recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) aprobada el 20 de noviembre de 1989 por las Naciones Unidas, por 195 países. A diferencia de otras normas internacionales, la Convención incluye de forma explícita y con gran claridad los derechos económicos, sociales y culturales de los niños, que el Estado y por supuesto la Comunidad de Madrid están obligados a respetar. En España entró en vigor el 5 de enero de 1991. El 18 de noviembre de 2019, Abascal declaró en el Congreso de los diputados su deseo de expulsar a los menores inmigrantes, aunque lo impida el Tratado de las Naciones Unidas. Recientemente, organizaciones y entidades de derechos humanos y de la infancia, como Unicef, Save the Children y Cáritas, han firmado junto a 200 entidades más, un comunicado de rechazo a los “bulos y discursos de odio” a menores no acompañados durante la campaña electoral tras conocer el cartel de Vox sobre los mismos.
Habría muchas más cosas para escribir, pero no hace falta extenderse demasiado. El 4 de mayo los ciudadanos de Madrid estamos convocados a las urnas y ante la dimensión de lo que nos jugamos se hace imprescindible ir a votar.
Cada uno podrá elegir la opción que mejor le parezca, pero no hay que olvidar que si el trumpismo fue derrotado en las urnas hace pocos meses, fue gracias a la masiva participación electoral en EE. UU. y a la decidida toma de responsabilidad que asumió una gran parte de la sociedad para contrarrestar la deriva de barbarie y de pulsión de muerte que estaba adquiriendo la primera potencia del planeta. El curso de la historia a veces se escribe en las urnas, otras veces no, pero esa es otra historia.
*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ELP).
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
[1] Intervención en el Foro europeo de Zadig en Bélgica, Los discursos que matan, que tuvo lugar el 1 de diciembre de 2018 en Bruselas. Texto extraído de https://www.hebdo-blog.fr/discours-jouissances-mauvaises/
Los votantes de Vox han ganado a costa de Ciutadans el partido surgido en Cataluña como respuesta al fin de la hegemonía liberal y la deriva independentista de ésta. Diga lo que diga Abascal das Ding es lo catalán en el alma del votante
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