“Takes two to tango”[1]

Mario Izcovich*

Apenas empezó la cuarentena debido a la pandemia del Covid 19, muchos tratamientos fueron abruptamente interrumpidos, obviamente por la imposibilidad de salir de los domicilios para poder visitar al analista.

Poco a poco se han ido encontrando maneras de retomarlos. En muchos casos de forma virtual.

Convengamos que mirado con perspectiva el tiempo que dure la pandemia hasta que haya una vacuna que trate el virus será largo. Pero este estado en el que estamos (distancia social, mascarillas, etc.), sea cual sea la solución, no será definitivo. No hablamos aquí de sus consecuencias que seguramente serán importantes.

Hay algo de este tiempo que es un tiempo en suspensión. Hay cosas que se pueden hacer, pero hay otras que no. Hay una espera.

La pandemia puso a la humanidad en signo menos, en pérdida. Pone en evidencia que todo no se puede y emerge un tope al “imposible is nothing” de los últimos años.

¿Cómo opera este tiempo en los análisis? Son muchos los analistas que ya hacen una transmisión clínica de la virtualidad y con no poco entusiasmo.

Propongo como hipótesis que este tiempo de los análisis supone también una espera, cierta suspensión. Pero ¿bajo qué vicisitudes? ¿Podemos hablar de análisis vía Zoom o Zoom-análisis?

Desde esta perspectiva, instalados en la virtualidad, nos preguntamos ¿hay acto analítico posible? La presencia del analista al ser virtual, convertida en una imagen, dos dimensiones, ¿qué consecuencia tiene? La presencia del analista ¿no necesita de un cuerpo, el suyo, para que lo sea? El significante Zoom, como enfoque (su traducción) ya nos da una pista. ¿Nos enfocamos?, ¿a quien enfocamos?

Lacan señala que «si existe algo denominado discurso analítico se debe a que el analista en cuerpo, con toda la ambigüedad motivada por ese término, instala el objeto a en el sitio del semblante».[2]

Un cuerpo no es igual a la imagen de un cuerpo. Al menos no para un psicoanálisis. Si lo puede ser para el amor y el goce. El ejemplo de la película “Her” del director Spike Jonze es paradigmático.

Lacan lo señala de muchas maneras cuando por ejemplo habla del aun encuerpo.[3]

Y dice: “Es falso, pues, decir que hay separación del soma y el germen, ya que, por hospedar este germen, el cuerpo lleva huellas. Hay huellas en el amuro.”[4]

También lo dice de otra manera: “El hábito ama al monje, porque por eso no son mas que uno. Dicho de otra manera, lo que hay bajo el hábito y que llamamos cuerpo quizá no es mas que ese resto que llamo objeto a.”[5]

¿Cómo puede operar bajo estas condiciones el analista en el lugar de objeto a?  Evidentemente no es in effigie. El analista está presente, pero mediado por una pantalla. Su “hábito” está mediado por una imagen.

En hacia Pipol 4 Miller señaló: “Los efectos psicoanalíticos no dependen del encuadre sino del discurso, es decir de la instalación de coordenadas simbólicas por parte de alguien que es analista, y cuya cualidad de analista no depende del emplazamiento de la consulta, ni de la naturaleza de la clientela, sino más bien de la experiencia en la que él se ha comprometido”[6]

¿Podemos pensar así un análisis vía Zoom como un lugar Alfa? ¿Podemos equiparar al analista en su pantalla con el analista como “objeto nómada”? ¿En definitiva, podemos pensar en un análisis que se desarrolle de forma virtual? ¿Qué lugar a la transferencia?

Sin duda que el tratamiento a través de Zoom tendrá efectos terapéuticos, sin duda que habrá pacientes que puedan desahogarse (como lo señala Miller)[7] y tratar el malestar que les aqueja y es necesario.

Sin embargo, intuyo que un análisis es algo de otro orden. Para que haya un análisis es necesario poner el cuerpo.

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (EOL)

Fotografía seleccionada por el editor del blog.


[1] Expresión popular originada en una canción, Takes Two to Tango , que fue escrita y compuesta en 1952 por Al Hoffman y Dick Manning .

[2] Lacan J., El Seminario. Libro XIX. Ed. Paidós, Buenos Aires, p. 226

[3] Homofonía entre encore y en-corps

[4] Lacan J., El Seminario. Libro XX. Ed. Paidós, Buenos Aires, p. 13

[5] Ibídem, p. 14

[6] Miller J.-A., Hacia PIPOL 4. Revista Freudiana Nº 52. Editada por la ELP

[7] Ibidem

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