Thomas Svolos*
En nuestro mundo, el mundo de los psicoanalistas lacanianos, hablamos en ocasiones de la disminución del poder o del impacto de la caída del orden simbólico como una característica definitoria de nuestro tiempo con la consecuencia del aumento de la importancia de lo imaginario y lo real. Esta noción se hace eco de otras observaciones – como la de Lyotard sobre la decadencia de los metarrelatos; o bien, la decadencia de la universalidad (en nombre de la particularidad o incluso de la singularidad, en la descripción de Jameson acerca de la posmodernidad, por ejemplo); o, la idea general de una disminución del poder de los ideales en el ámbito político o social (sustituida por una sociedad de la «decadencia», según el análisis de Ross Douthat, desde el extremo opuesto del espectro ideológico).
Esta declinación de los ideales o del apego a los significantes amo fue una característica del propio enfoque de Lacan sobre los fenómenos sociales de los años 60, en particular sobre las protestas estudiantiles de esa época, que articuló en su seminario publicado con el título El reverso del psicoanálisis. En ese seminario, y en el apéndice del mismo -una transcripción de un encuentro que Lacan tuvo con los estudiantes en 1969-, Lacan observa en las protestas de los jóvenes un declive en cuanto al sentido de los ideales y encuentra que estos jóvenes están movidos por un cierto tipo de goce. Para más detalles sobre esto y sobre lo que ocurría en ese momento en Francia, véanse también los capítulos de Éric Laurent y Jacques-Alain Miller en Jacques Lacan and The Other Side of Psychoanalysis : Reflexions on Seminar XVII.
Aunque claramente Lacan era un producto del Viejo Mundo, pudo anticipar lo que iba a desarrollarse en el futuro con lo que estaba sucediendo en su presente, momento clave transicional en la historia mundial. Algunas de sus observaciones de ese momento – 1969-1970 – fueron notablemente clarividentes: el auge del goce (lo que comúnmente llamaríamos consumismo contemporáneo); el auge del goce como espectáculo (por ejemplo, reality shows, la cultura de las celebridades, incluso la política presidencial en los Estados Unidos); el poder de la tecnología para conectar libidinalmente con la gente, tal y como se articula en su teoría de las letosas en el Seminario XVII (una teoría de los teléfonos inteligentes antes incluso de que se inventaran); y, una disminución del afecto de la vergüenza (claramente en lo personal y en lo social e incluso en el ámbito político).
Pero ¿qué sucede hoy en día? En los Estados Unidos, y ahora incluso a nivel mundial, estamos en medio de una nueva serie de protestas que se han desarrollado de manera inmediata en respuesta al asesinato de George Floyd. Si bien el asesinato de George Floyd no fue un hecho aislado, sino uno de una larga serie de actos de violencia y asesinatos de hombres negros por parte de la policía de los Estados Unidos, este suceso en concreto ha provocado una respuesta de protesta de un alcance que no se había visto en los Estados Unidos en cincuenta años.
Ahora bien, ante la complejidad y diversidad de un gran movimiento social como este (incluidos pequeños actos anarquistas y de saqueo, entendibles ante los altos niveles de desempleo y pobreza del país), resulta claramente notable la emergencia de tres significantes que se encuentran en el centro de todas las protestas: Black Lives Matter. Se trata de significantes relativamente nuevos, creados como un hashtag en las redes sociales, #BlackLivesMatter, en 2013 como parte de una respuesta de las redes sociales por la absolución del hombre que disparó al adolescente afroamericano Trayvon Martin en Florida en 2012 [1]. Estos significantes sirven como punto de unión para el muy diverso grupo de americanos -muchos jóvenes, gente de todas las razas- que se han unido en un movimiento social identificado con estos significantes, que encontramos por todo Internet, así como en carteles colocados en las ventanas de casas y negocios por todos los Estados Unidos.
Lo interesante es que no se trata de una identificación simbólica en nombre de algún ideal histórico, como la noción de derechos civiles, que definió las protestas por los derechos civiles del decenio de 1960. Se trata de un nuevo significante y una nueva creación -la invención de un significante que tiene inmensos efectos (o, para traducirlo a la terminología del último Lacan, se trata de la creación de un nuevo semblante, que ha tenido efectos en el mismo real).
Observamos también hoy en día algo muy interesante con respecto a las protestas de los años 60, un retorno del efecto de la vergüenza. Uno de los puntos fuertes del movimiento de protesta Black Lives Matter es la forma en que los manifestantes tienen la función de encarnar al Otro, por así decirlo, y avergonzar al país, especialmente a la América blanca, para que se enfrente y se implique en el incesante racismo presente aun, mucho después de la abolición de la esclavitud y del fin de las leyes de Jim Crow. De hecho, el libro de Ibram X. Kendi How To Be an Antiracist se ha convertido en un libro de gran éxito de ventas en los Estados Unidos, y la hipótesis central de Kendi – que incluso podríamos formular en términos Greimasianos- se basa en afirmar que el punto «contradictorio» del racismo (no racismo) está cerrado, no disponible; se pueden adoptar posiciones o ideas racistas o la posición «contraria», el antirracismo- es un texto notable que obliga al lector a enfrentarse a su posición con respecto al racismo, algo que sucede en los movimientos sociales ya sea bajo la forma de protestas, en conversaciones que se dan por todo el país y en las actividades institucionales organizadas en los campus universitarios y las empresas.
Así pues, en contraste con las frecuentes observaciones de que los jóvenes, una fuerza motriz de las protestas en los Estados Unidos, están desvinculados de la sociedad y la política, vemos justo lo contrario. La juventud está de hecho muy comprometida, en un movimiento que ya ha comenzado a tener algún impacto real en los ámbitos político, social y económico. Y, además, estas protestas, a diferencia de lo que Lacan observó en las protestas francesas de finales de los años sesenta, son protestas no organizadas en torno al goce, sino más bien en torno a significantes, nuevos significantes y no antiguos, que hablan de un ideal simbólico que ha permitido a las personas reunirse y trascender sus identidades en nombre de esta causa.
*Psicoanalista. Miembro de la AMP (NLS)
Traducido por Amparo Tomás
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
Fuente: http://www.thelacanianreviews.com/signifiers-matter/
[1] Ver https://en.wikipedia.org/wiki/Black_Lives_Matter [consultado el 7 de Julio de 2020]