Se oyen gritos al atardecer bajo el cielo de Madrid
Azucena Bombín*
España. Madrid. Barrio de Salamanca. Núñez de Balboa. Hablan los medios de una calle abarrotada. Pero también en otras muchas calles del mismo barrio y aledaños, como Arturo Soria, Retiro, Hortaleza, acompañan los vecinos a los concentrados desde los balcones y las terrazas como una tenebrosa comparsa.
Goya, junto al corte inglés, Decenas de personas manifiestan. Las manos enfundadas en guantes azules, otros son blancos, se elevan al cielo exigiendo libertad como cuando Miguel Ángel Blanco. Consignas rabiosas ritmadas a golpes de una sonora cacerolada. Miro y comprendo que la autoridad les viene de las banderas. Banderas en las mascarillas, de muñequera, agitadas al viento, otras -enormes- cubriéndoles las espaldas. Escucho: «¡Este gobierno es ilegal! ¡Abajo el gobierno! ¡Gobierno dimisión! ¡Fuera Sánchez! ¡Fuera comunistas! ¡Fuera! ¡Fuera! Gritos que desgarran el aire: «¡Viva la policía! ¡Viva la guardia civil! ¡Viva España!». Rebota en mi estómago ese ¡Viva España! Recuerda demasiado a aquellos ¡Vivan las cadenas! ¡Viva la muerte! ¡Muera la cultura!, coreado por los generales golpistas en aquel aciago día en la universidad de Salamanca. Algo de aquella ferocidad hace eco. Es por eso, me digo. Tengo que salir de aquí. Camino rápido. Intento no correr. Doblo por la primera esquina. Respiro. Estoy fuera.
¿Cómo es posible? Busco una explicación a lo que acabo de vivir y me doy cuenta de que no es sino la precipitación de algo que se venía anunciando. Y es que ellos no pierden las elecciones. Les quitan lo que es suyo. Y empieza la Reconquista. «Este gobierno es ilegal». Que sea un gobierno salido de las urnas no significa para ellos nada.
En lo que yo siento y a mi parecer, lo realmente preocupante es esa cada vez más delgada línea entre VOX y ese PP de los alevines de Aznar. Los atravesados por esa ideología de principios neoliberales, impregnados de franquismo rancio y de una modernidad a lo Trump, fraguados y difundidos por esa factoría de ideas alérgicas a lo común, a lo social, que viene siendo desde hace ya dos décadas la FAES. Los Ayuso, los Casado ahora en el poder son su fruto maduro, pero también las nuevas generaciones que vienen detrás. Son políticos sin culpa y sin vergüenza. Esto les da una libertad en el decir y en el hacer que no parece tener límites, ni para ellos ni en el daño que hacen y pueden hacer a la sociedad. Y sabemos de lo que es capaz esa derecha española, heredera de eso de lo que nunca renegaron y que nunca se fue, cuando decide que el otro es un usurpador y no tiene derecho a existir y que por lo tanto ha llegado la hora del todo vale para quitarle de ahí. De eso los atardeceres de Madrid son a mi juicio solo una pequeña muestra. De nuevo quieren a España suya y solo suya y es su propiedad lo que reclaman.
Deduzco que vamos a tener que pelear la democracia y con ella nuestro derecho a existir siendo quienes somos y quienes queramos ser. No soy nada dada ni a los nacionalismos ni a las patrias. Nunca antes pensé que llegaría un día en que tendríamos que volver a enfrentarnos por una concepción de España. Y ahora puede ser que ese día ya sea hoy. Puede ser que ese día ya esté aquí. Esperemos que esta vez se queden en los gritos. Esperemos que esta vez no empuñen las armas.
Porque no vamos a ceder. A la imposición y a la barbarie vamos a decir siempre: No. Resistiremos con nuestro voto. Resistiremos con nuestro decir, con nuestro hacer y con nuestro manera de vivir. A esta resistencia activa vamos a decir siempre: Sí.
*Profesora de francés. Socia de la sede de Madrid de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP)
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
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