La guerra de los mundos
Mónica Torres*
El 11 de septiembre de 2001, yo me estaba preparando para ir a dar clases al Instituto Clínico de Buenos Aires.
Mi hija salió pálida de su habitación y me dijo: -Mamá, un avión se estrelló contra las Torres Gemelas. Fui a mirar a su televisor, tuve un momento de estupor y enseguida una certeza: – ¡No! Es una ficción. Es como lo que hizo Orson Welles en 1938 con La guerra de los mundos. Me mira vacilante y yo sigo decidida, – ¿Te acordás? Te lo conté. En 1938, Orson Welles emitió por radio un episodio, una adaptación de The war of the worlds. La gente creyó que era un hecho real y entró en pánico. Es algo así.
Y salí presurosa de mi casa para ir a dar mi clase. Tomé un taxi, el chofer estaba anonadado me dice, casi balbuceante: – ¿Vió lo que pasó? ¡Las Torres Gemelas![1]
Miro por la ventanilla, veo a la gente agolpándose en las vidrieras de los negocios de televisores, en los bares.
Vacilo. Primera vacilación; llamo a mi hija, le digo -Parece que es cierto. Ella responde:
– “¡Claro que es verdad, acabo de ver otro avión!”
Pero no era verdad…
La verdad tiene estructura de ficción y ahí me refugié yo, es una ficción. Eso no podía estar pasando. Era lo real mismo. Era imposible.
Algo así, me mantuvo muda y expectante esta vez, otra vez, en esta violenta irrupción de lo real sobre lo simbólico.
Y esta vez, no encontré ficción en la que refugiarme. Pasaron casi veinte años.
Y, además, no me gustaron nunca la ciencia ficción ni las películas sobre catástrofes. Me resultaban absurdas, inverosímiles, casi fastidiosas.
Así que llevo este tiempo, ¿Un mes? ¿Un poco menos? Tratando de encontrar las palabras para decirlo.
Me proponen escribir sobre esto aquí y allá… No encontraba nada que decir.
He leído los trabajos de muchos colegas, todos me han parecido muy buenos. Pero no lo dicen. No pueden decirlo, tampoco puedo yo.
¿Cómo decir algo sobre este real? Todas las palabras me parecían, todavía me parecen, un tanto inútiles.
Estoy confinada, presa en mi casa. Miro desde mi escritorio hacia la calle, está desierta. Me han quitado el bar de la esquina (Sabina dixit).
Zoom – ¿Zoom es ahora mi vida? ¿Cómo si fuera “zoombie”? Permitidme el neologismo
-Sí: Zoom y zombie – Tal cual.
No hay, no sé cuándo habrá, pero por ahora no hay noticias sobre el momento de concluir.
Entonces, no concluyo. Escribo, pues, sin ninguna conclusión.
Se trata, leo y así lo creo, de la biopolítica.
Ahora las clases, los cumpleaños, todo es por Zoom. La subjetividad arrasada, se acomoda. Yo también lo hago. Es más, insisto en hacerlo, hay que seguir. Está el deseo, están las clases, está el amor.
Hablo con mis hijas, una en cada continente. Las tres en continentes distintos.
¿Se parece al exilio? Sí, se parece. Lo he vivido, tuve que irme de mi país. Y me fui.
Y volví. Había algún lugar a donde ir. Había un refugio.
Había sido, sigue siendo, la encrucijada más amarga que he vivido. La más cruel. Creí que era bastante. ¡Ah! Pero no, no existe la justicia distributiva.
Tampoco esta vez. Me tocó aquella, toca esta. ¿Se parecen? No lo creo.
Ahora estamos todos invadidos, el mundo entero por este real insoportable. Encerrados.
Hay conclusiones que sacar, claro. Está la política.
Nuestro presidente con premura cierra fronteras, establece una cuarentena dura. Lo admiro por ello.
Escucho a Boris Johnson parodiando a Churchill antes de que Inglaterra entre en la segunda Guerra Mundial.
Perderemos a muchos seres queridos, dice. Va a la guerra, saluda a los enfermos…
Y Donald Trump y Bolsonaro.
La televisión habla de fosas comunes en Nueva York. Se compara el número de muertos de los países, cifras, estadísticas, curvas comparativas.
Está el virus, sí. Hay teorías conspirativas diversas que se arrojan mutuamente Estados Unidos y China, etc.
Hay espanto.
Después también están los dramas personales, los encuentros, los desencuentros, la vida y los avatares de cada uno, que seguimos escuchando en nuestros “consultorios virtuales”, cada día. A los que así lo deseen.
Está la vacilación fantasmática que esto produce en cada uno. En los que están solos, en las parejas, en las familias.
Se acaba el alcohol en gel, los barbijos y las ideas.
Me doy cuenta de que he releído en octubre del año pasado La peste de Albert Camus. Como no creo en ninguna teoría de la premonición, no sé si alegrarme por haberlo leído hace tan poco o indignarme conmigo misma por recordarlo tanto ahora. Tan actual. La condición humana.
Los pueblos no tienen lugar para indignarse. No hay marchas ni multitudes.
¿Saldremos diferentes de esto? No lo sé. Desde El malestar en la cultura en adelante, sabemos que no hay mucho lugar para el optimismo. ¿Terminarán las servidumbres voluntarias?
Son dos mundos enfrentados entre sí. O tres. O más. Están los comités científicos, los medios desaforados gritando desde las pantallas. Está el modelo liberal que se prepara para una guerra. Elige la bolsa. ¿Creerán que se trata de la vida de los otros?
¿La salud pública volverá a ser una prioridad? ¿Lo fue alguna vez?
Todos nos avisan que aún no ha llegado lo peor.
Y hay también, cómo no, la guerra de los balcones. En nuestro país, a las 21 horas, se aplaude a los médicos, los únicos verdaderos héroes de esta pandemia. Y media hora más tarde hay gente que se enoja con los cacerolazos. No se puede descuidar así la economía, ni poner impuestos a los verdaderos ricos, dicen.
No debería asombrarme, pero aún me asombra. ¿Todavía alguien no entendió que la elección entre la bolsa y la vida es una elección forzada?
Sí: Algunos no lo entendieron nunca – Eligen la bolsa – Aunque se pierdan muchas vidas…
En mi mundo siempre estará primero la vida.
*Psicoanalista de la AMP (EOL)
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
[1] Es claro para mí que además se trataba de mi nombre propio, pero esa es otra historia.
…el Pope ya lo había adelantado, eso de que la guerra no iba a ser como la conocíamos…es que hacen encajar la Profecía? están llevándonos a un Mondo Balordo a HOLLYwood o a NETflix?
o una mezcla abyecta de todo? es decir MONDO BALORDO HOLLY NET
Una especie de RED SAGRADA BALORDA MUNDIAL LLEVADA A TU CASA (FLIX)
(BALORDO) Tardo di mente, tonto, sciocco, stùpido.
la vida apantallada… eso si que es NO real…
asi como nos tragamos unos aviones atravesando lo inatravesable
las guerras han sido siempre por dinero en nombre de la economia
echando la culpa a los consumidores por consumir mucho
de lo que nos influyen a consumir…
asi que parangonando si no hubo torres chocadas, sino demoliciòn;
no hay muertos sino contabilización de muertos…
y como nos prepararon para una dècada que acabó con un Tsunami y que parece que no les sirviò… ahora nos preparan para otra dècada,
vaya uno a saber con que fines reales… entonces si vamos a ver en nuestras pantallas que ahì afuera campean los jinetes apocalìpticos…
y lo vamos a creer, eh? porque SAN TELEVISOR nos lo dice…
la pantalla nos disuelve, nos deja desalmados, insensibles,
tal cual muertos vivos…es un zoom al mundo zombie…
ROB 23042020
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