Geste- à -peau, el amor en tiempos del coronavirus
Elvira Dianno*
El gesto de Lacan a su paciente, siempre desvelada a las 5 a.m, hora en que la Gestapo iba a buscar a los judíos, tuvo dos ingredientes al menos.
Una caricia y el amor de transferencia, que trocó el significante que la atormentaba, de Gestapo a geste- à -peau, y la amenaza de lo que nunca llegó, en una posibilidad de poner a distancia, cada madrugada, un miedo que no cesaba de retornar, dejando una marca indeleble en la mejilla de Suzanne Hommel.[1]
Sabemos que las amenazas, de las que no sabemos si llegarán a su cometido, pueden causar tanto sufrimiento como su concreción.
Hoy, las caricias y la voz de un cuerpo presente, han debido tomar distancia para morigerar la llegada de un real que nos aúna a la vez que nos separa.
Nuevos geste-à-peau desde las pantallas y los balcones vemos inventarse día a día, continente a continente. Por ahora las caricias deberán esperar, pero la sutil envoltura que comprueba que no somos solo un cuerpo, pero tampoco sin él, abre un arcoíris de invenciones por verse. RSI conmovidos y desafiados, aunque cabe recordar que no hay lazos en gadgets y balcones sin un cuerpo.
Serán los nuevos modos del amor de los que seguiremos hablando y apropiándonos una vez que podamos volver a encontrarnos, de cuerpo presente.
Mientras asistimos a una nueva temporada de Eros vs Thanatos en una magistral remake de “El Eternauta”, hacemos votos para que el amor permita al goce condescender al deseo. Votos, gestos y palabras, cercanos pero a distancia.
*Psicoanalista de la AMP (EOL)
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
[1] Nota del editor: la escena relatada se puede ver aquí. https://www.youtube.com/watch?v=ai6zzNoVkJU