Ante un nuevo Amo
Oscar Strada*
El comportamiento caprichoso del virus con esa absorbente capacidad absoluta de poder contagiar a todos por igual, por una vez todos iguales frente al virus (ya veremos si es también una verdad epidemiológica o es clasista) y que nos somete a todos en el confinamiento. Todos en el gueto local, provincial, de las CCAA o nacional, formalizado en el cierre de fronteras.
Debemos permanecer en la silla de pensar o “tener paciencia y a barajar”, como dice Cervantes en Rinconete y Cortadillo. O “desensillar hasta que aclare”, como dijo una vez un famoso general argentino en el exilio madrileño.
El confinamiento abre para todos nosotros un tiempo de espera, tiempo de comprender, y tiempo ideal para simbolizar, el mismo tiempo que utilizó el nieto de Freud, para inventarse el juego del carrete, el Fort-Da y que Freud elaboró en Más allá del principio del Placer. La espera es condición del entendimiento, por eso hay que revalorizar este tiempo de espera inducido, para la invención y la creación de algo nuevo.
La espera llama a la esperanza de algo por venir y ese por venir, nos somete una vez más, a que otro Amo, el de la ciencia, venga a superar a este “petit maître” de la coronavirus.
La respuesta que esperamos de la ciencia vendrá en forma redentora de la vacuna, precedida del artilugio científico técnico que en una aplicación exprés de treinta y cinco segundos permitirá responder a la pregunta histérica: ¿ que soy yo? ¿Negativo o positivo?
Un juego de taba, cara o cruz, cara o culo, la contingencia que en siglo XVIII significaba lingüísticamente lo mismo que “lance”, ocasión y caso en que una cosa pueda ser o no ser, posibilidad de que algo suceda o no suceda. La prueba de la ruleta rusa de la vida.
También es el tiempo de decidir, que soy ¿Blanco o Negro?, y que Lacan precisó en la lógica del tiempo anticipado.
Otra vez en la puerta de acceso a Auschwitz, a la izquierda no apto, a la derecha, apto para un futuro trabajo que nos hará libres.
El resultado del test de supervivencia nos arrojará al conjunto de trabajadores virtuales o de los nuevos condenados de la tierra, que nos recuerda a Frantz Fanon, derrotado finalmente por otro virus.
Estamos en manos de este petimetre pasajero, grandecito de 200 nanómetros de una sola cadena de ARN que hace semblante del verdadero amo, der Herr absoluto al que Rilke llamó Die Grosse Nacht (la gran noche) ese Real imposible que empuja a que nos formulemos todas las incógnitas de nuestra existencia ante lo cual no hay más que respuestas singulares, uno por uno y mejor, dentro del dispositivo analítico. ¿Para qué?
Para hacer frente a la adversidad en la que hay que buscar “esas banderas que nos orienten y que ondean borrosas detrás de la niebla” como dice el poeta Jose Watanabe quien también confiaba que frente a la inapelable adversidad conviene ejercitar esa “recóndita pulsión que señala la responsabilidad que dice: haz como tu padre”.
Ante la budista certeza de la fugacidad y fragilidad de la vida, esta reflexión de Watanabe es un llamado a hacer existir a ese Otro que me resitúe, aunque no exista.
*Psicoanalista, socio de la sede de Madrid de la ELP.
Fotografía seleccionada por el editor del blog: una taba.
Sin lugar a dudas, el «bichito» introduce una nueva de forma de relacion con lo real organico…aunque este no se vea. Pero existe…o no?
Me recuerda a los cuentos infantiles contados por los padres cuando intentan que el niño se porte bien, y para conseguirlo se «inventan» la existencia (acá en México) del «Coco», un ser que no se sabe bien que es…pero que, si no te portas bien, vendra y te «comerá». Sobra decir, que este «coco» genera tal miedo en el niño que este «obedece» toda indicación para que esto no suceda.
Menudo petit maitre, el bichito este…que como el «coco» genera tal miedo que ha hecho que todos obedezcamos la orden de «no salir de casa»…tan infantil es el tema.
Oscar, como siempre es un placer leerte, espero que estés bien…
Saludos y recuerdos desde México.
Jose Miguel
Me gustaMe gusta