Verdad para todos
Escrito a vuela pluma de los efectos del Forum Europeo de Turín
Eugenio Díaz Massó*
La apelación a la verdad tiende siempre a poner la idea de lo universal en juego. La verdad de un relato único, la verdad para todos, contra los otros, la de la ciencia, la burocracia o del abuso de poder, anula lo más esencial de lo humano: sus divisiones, y por tanto el único modo en que son habitables los vínculos y la democracia, si quiere ser otra cosa que palabra arrojadiza.
Entiendo en esta dimensión, donde las divisiones comandan, la frase de Lacan, “el inconsciente es la política”. Entiendo que no hay la política en este sentido, si no se explora lo que se cuela por los intersticios, sin los síntomas, sin lo que no puede decirse del todo, sin una ética que no desconozca lo radical del goce y sepa que ningún ideal produce su reducción a cero.
No hay rebelión alguna con la política del voto narcisista (Eric Laurent en Turín), en la lógica del tú o yo, del victimismo o el autoritarismo de los malos y los buenos. Creer esto no es neutralidad, es no querer plegarse a la lógica “gatopardista” (cambiar todo para que nada cambie), o “tancredista” (que nada cambie para que nada cambie). Es subversivo, es decir que quiere y tiene consecuencias, si el síntoma es puesto al servicio de una causa que es no toda.
Lo contrario, la política es el inconsciente, es del dominio del Nombre del padre (Marie-Hélène Brousse en Turín). Es del dominio.
Una palabra surge abrupta, abrupta para el propio sujeto. Un “no”, un “no es eso”, que no es sólo de la verdad o mentira de un relato, es un no que es un sí a salir del confort del fantasma, del confort de la “buena forma del fantasma”.
Se hace camino al andar.
*Psicoanalista, miembro de la AMP (ELP).
El mediodecir de la verdad que la hace no-toda permite mantener abierta la vía hacia lo real del síntoma. Gracias Eugenio por tus reflexiones y tan buen texto.
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