Geert Hoornaert*
“Se equivocarán si creen que la relación del hombre con el objeto de su producción, en su primordial recurso, sea completamente elucidado”
Jacques Lacan, «La ética del psicoanálisis»
Ningún tropismo dirige la mujer hacia el hombre, ni al hombre hacia la mujer. [1] Si el hombre ha ido a la luna gracias a la ciencia que ha desarrollado, es con la esperanza de encontrar allí una mujer. [2] Por otro lado, la única cosa que encuentra es la vergüenza que le ocasiona su escafandra. [3] Y lo que deja ahí es plutonio 238. Anotemos que ese circuito, que va de la causa al desecho, describe un solo y único bucle que caracteriza toda “proeza” (exploi(t) (…) del erotismo» [4] característico del hombre.
El estatuto de desecho, que divide hoy a los discursos ecologistas, evoluciona en la enseñanza de Jacques Lacan. Si en primer lugar se inscribe en el discurso del amo donde es el objeto perdido cuyo valor de extimidad oscila entre agalma y palea, se libera del discurso con el capitalismo, que no quiere saber nada, provocando de este modo desórdenes ligados a su retorno en lo real. En ese retorno de las externalidades, la basura es menos valor que poder; trastoca lo que desde hace tiempo se ha tomado por las invariables naturales.
En el Seminario VII se encuentran indicaciones precisas sobre el estatuto del desecho cuando es producido por el discurso del amo. Es entonces la huella misma del hombre: “Respecto de reconocer el pasaje, el paso, la marca, la huella, la palma de la mano del hombre, podemos estar tranquilos -allí donde hay una acumulación titánica de conchas de ostras, eso no puede ser mas que manifiestamente hombres que han pasado por allí. (…) Las montañas de basuras -he ahí una de las caras que convendría no desconocer de la dimensión humana”. [5] La basura producida es así incluida en el circuito del eros propia al hombre, hasta el punto de ser su índice. Para captar su dimensión propia, es el amor cortés y el potlatch que son evocados: testimonian “del retroceso del hombre respecto a los bienes, que ha podido hacerle unir el mantenimiento y la disciplina (…) de su deseo». [6] La moderación y la organización de la inaccesibilidad del objeto [7] en el amor cortés o la destrucción de los bienes en el potlatch “podía ser una función reveladora de valor” [8]: valor erótico y social producido por la erección de la barrera en tanto tal, que inscribe toda satisfacción en la problemática del deseo. Como la Dama en el amor cortés, la producción del objeto-desecho condensador de eros está articulado a la barrera, al valor éxtimo de cero y al deseo. El objeto-desecho está a la vez separado y ligado al sujeto por “una barrera que lo rodea y lo aísla” [9] y “vaciado de toda substancia real”. [10]
La intervención de la ciencia y el advenimiento de la producción capitalista van a cambiar profundamente esa relación del hombre con los objetos. Jacques-Alain Miller proponía, en 1990, una puesta al día del Malestar en la Cultura haciendo valer una modernidad en la cual el circuito del superyó ya no está limitado ni enmarcado por el discurso del amo, el cual a su vez erige una barrera entre el sujeto y el goce excedentario. En el régimen capitalista del dejar-hacer, ya no hay retroceso posible del hombre respecto a los bienes, sino una ausencia de obstáculo interno que refrenaría el acceso a los objetos que una producción desencadenada libera con el imperativo del superyó. [11] Este funcionamiento del capitalismo explicado por J. Lacan hace de la plusvalía su principio como causa del deseo: sus desechos resultan de una “producción extensiva, luego insaciable, de la falta de goce. [12] Extensiva, luego insaciable: la precisión choca. La producción propia al capitalismo es extensiva y esta extensión acelera la entropía: “(el discurso capitalista) extiende el consumo por otra parte sin lo cual esta producción sería vana, justamente en su incapacidad de procurar un goce con el que se pueda ralentizar.» [13]
Esta extensión de lo insaciable contrasta singularmente con el régimen del Nombre-del-Padre, el cual produce una pérdida localizada. Esta pérdida construye el deseo y lo incluye en el campo de una satisfacción erotizada. El Nombre-del-Padre le hace frente así a una producción intensiva en la cual la falta de goce se localiza en un objeto perdido cuya recuperación, circunscrita al cuerpo del otro, está tomada en un lazo sexual. Esta relación estabiliza más o menos las relaciones entre satisfacción y discurso. El efecto del discurso capitalista sobre el sujeto es otro: extensión de lo insaciable. J.-A. Miller precisa esos efectos en lo real: la acumulación de restos no deja inmutable a lo real [14]. El signo de ese movimiento en lo real llamado “calentamiento climático” -y no es más que una pars pro toto– parece indicar que, en ese pasaje del amo al mercado, el estatuto mismo de desecho se modifica.
Si Lacan subraya en el Seminario de La Ética que el desecho da cuenta de un “orden” [15], indica ya un cambio de su estatuto que lo lleva hacia lo real. Con el advenimiento de la ciencia, el desafío social del valor propio al discurso del amo revela “un modo humano que nuestra expansión tiende a abolir. [16] Las “inmensas destrucciones” [17] que la ciencia hace posibles son bien diferentes de “ese orden de destrucción efectuado conscientemente y de forma controlada. «[18]” El discurso de la ciencia revela el poder del significante como tal y “basta que una pequeña cadena significante empiece a funcionar con este principio para que las cosas continúen como si funcionaran solas, hasta el punto de que estamos preguntándonos si el discurso de la física, engendrado por la omnipotencia del significante, va a restringirse a la integración de la Naturaleza o a su desintegración.» [19]
Lacan insiste en ese “punto en el que estamos” [20] -la cuestión de la pulsión de muerte está ligada a nuestro momento histórico: la ciencia instaura una relación del ser humano con el significante como tal y a ese nivel “puede ser cuestionado todo el ciclo del siendo, y siendo comprendida la vida en su movimiento de pérdida y de retorno.» [21]
La ciencia introduce pues con el desecho algo nuevo que, desde ese momento, ya no se trata de la «hominización del planeta» [22] tan valorada por Pierre Teilhard de Chardin. Lacan lo introduce con la bomba atómica cuya amenaza planea durante el seminario VII: aborda, con los avances de la manipulación genética, una subversión “que podría romper las amarras de las formas de la vida [23]”, incluso más allá del ciclo de la generación-corrupción». [24]
No hominización pues, sino una salida del Holoceno, en cuanto que las letras de la ciencia subvierten a todo el mundo”. Efectivamente, los restos de las producciones que salen de la ciencia y «mercantilizadas» no están más “aisladas”, y “aislables”; su lugar está menos circunscrito y se emancipan del alcantarillado, para atravesar naturaleza y cultura de forma moebiana; sus contornos se hacen borrosos y su orden no responde de ningún ámbito. El desecho se hace “substancial” [25], su materialidad, “activa” [26] y perenne: ya no se trata del valor del vacío propio al “dominio de la vacuola”. [27] La pérdida ya no es unidad de valor contable sino entropía galopante, inherente a los objetos ineptos para procurar un goce cuya producción pueda ralentizar. Refrenarlo por una serie de “créditos” alimenta un nuevo mercado más que introducir una pérdida.
Dejando caer una frase, Lacan da un empuje a su reflexión sobre el desecho en 1972 hacia una interrogación sobre la subsistencia de la especie hablante: “Si un ciudadano romano viera como vivimos (…) probablemente se quedaría horrorizado. Como no podemos prejuzgar más que a partir de las ruinas que esta civilización ha dejado, la idea que podemos hacernos es la de imaginar lo que serán los restos de la nuestra en un tiempo equivalente, si es suponible”. [28]
En 1974 dice que “de lo que se trata (en la carrera del plus de goce, es) de la suerte de esta especie insensata, de esta especie exuberante que es la especie humana». [29]
La subida al cenit del objeto-desecho a partir de su insubstancialidad es demostrada por la icnología, que distingue tres órdenes de desechos. Los fósiles de la bio-estratigrafía reflejan la evolución de los organismos, de sus materias orgánicas y permiten leer la historia del ser vivo. Los fósiles arqueológicos, los desechos del Holoceno, nos dejan las huellas del discurso del amo: su reparto es local, desigual y de débil densidad. Los tecno-fósiles, en gran parte hidrocarburos del siglo XX, constituyen el último «orden», cuya densidad aumenta de manera explosiva desde la gran aceleración de los años cincuenta. Ya no tratan de los marcadores diacrónicos y locales de la evolución de las sociedades, sino que se reparten de forma sincrónica y tapizan la superficie terrestre para desbordar en el dominio marítimo. Su gama morfológica sobrepasa la totalidad de la diversidad biológica a través de la historia de la tierra [30]. Muchas de esas huellas -Jan Zalasiewicz propone llamarlas frivolichnia, que nosotros traduciremos por lathouses– ocasionarán problemas de identificación y de interpretación a eventuales icnólogos del futuro. [31] La tecno-estratigrafía trabaja en una escala de tiempo denso. [32] Respecto a lo que concierne al reciclaje de su materia constitutiva, grandes diferencias separan la biosfera y los artefactos de la tecno-esfera, los cuales son prácticamente sustraídos al ciclo de la generación-corrupción. [33] El hecho de que el ser vivo se convierta él mismo en tecno-fósil [34] muestra que ya no es seguro que el “insondable desecho” [35] en el cual el hombre arrastra a la naturaleza quedará reabsorbible.
Es obvio que este auge del poder alarme a los geólogos. Su pánico no es, “vista la materialización muy precisa de las cosas” [36], un afecto escatológico de lo que a partir de entonces se inscribe en su saber sobre el desecho, a saber, que ha perturbado irreversiblemente los ciclos físico-químicos en la fina película que sostiene la vida en la superficie del globo. El hombre ha hecho intrusión en su disciplina reconfigurando lo que Lacan llamaba nuestro “soporte” [37], inyectando su siglo en la larga historia de las eras geológicas. El Antropoceno nombra ese umbral a partir del cual la acción del hombre, convertida en fuerza telúrica, pone en acción a la Tierra. Es el mérito y la angustia de esos científicos de haber captado que los contornos de nuestro destino podrían despegarse de lo que tomaban por un decorado.
Una vez franqueado ese umbral, la mínima actividad diaria (preparar un café, encender el ordenador, etc.) viene a alimentar ese poder del “afuera” que llamamos degradación planetaria. La vida misma prohíbe aceptar esa constatación, pero ocurre a veces que el pánico nos atraviesa.
El asunto climático -las consideraciones de J.-A. Miller lo indican- es pues un asunto de discurso: es el levantamiento de la barrera inscrita en el discurso del amo que explica el fenómeno de la desinhibición [38] y el desencadenamiento productivista de los Treinta Gloriosos – y esto, a pesar de los saberes ecológicos inmemoriales. [39] Es con el desencadenamiento del capitalismo como el desecho nos retorna en lo real, para convertirse en impensable. Es un matiz importante, ya que hacer como si la cuestión de la relación entre la infraestructura material de nuestras sociedades y la naturaleza nos hubiera tocado súbitamente como una luz verde, de pronto proyectada provocando nuestro despertar, es un espejismo. [40] El discurso del amo, permitiendo pensar el desecho, -la noción de contaminación no tiene ningún sentido en la “naturaleza”- lo ha hecho desde sus inicios. [41] Simulando haber llegado por fin a una auténtica toma de conciencia de los riesgos que se corren, nos concedemos la ilusión de que el problema está comprendido, que solo hace falta inventar las herramientas ad hoc y que podemos entonces pasar a otra cosa [42]– antes que nuestro goce sea puesto en cuestión. La “toma de conciencia” es entonces hermana del climato-negacionismo, ya que reduce la intensidad polémica que nuestra situación debería provocar.
El gran desorden terrestre, como punto de encuentro del sujeto contemporáneo con los efectos de sus modos de goce, no tiene nada de un acontecimiento «natural». ¿Se podría llegar a decir que es un acontecimiento de deseo? Todo ocurre como si el sujeto moderno esperara que la barrera, destituida como ley y como semblante, se pusiera más pronto o más tarde a declarar su real. Los resultados de la ordalía, previsibles con las aportaciones de Lacan, están ante nosotros: es en un real deslocalizado donde vuelve a resurgir la barrera. Quizás las consecuencias sufridas por el sujeto encuentren lo que hay de oscuro en su goce, cuyas raíces bucean en el fantasma de recibir golpes. [43]
Ese clinamen propio de la vida de la especie parlêtre se une hoy, con el cambio climático, al clima [44] tal como Lacan describía en 1970: “Hemos terminado por considerar como natural el confort en el cual nos tiene una sociedad casi ordenada, casi hasta el punto que cada uno muere de envidia de saber qué pasaría si eso hiciera realmente daño.” [45] ¡He aquí lo “cómodo” en la civilización! Es imposible desconocer que un «querer» del hombre juega en la catástrofe climática; le queda poco tiempo a este hombre para saber si desea lo que quiere. [46]
El hombre del Antropoceno es entonces un antropos bien preciso. Es el hombre de las sociedades calientes [47] habiendo elegido abandonar los desafíos del límite. [48] Este hombre sueña que el Papá Noel se ocupará de sus desechos. Franqueando el trópico de Cáncer, su sueño se convierte en pesadilla. La expansión de la zona tropical hacia los polos a la velocidad de cinco kilómetros anuales le despertará pronto o tarde. Si la noción de Antropoceno oculta ese hecho, tiene el mérito de proyectar y de inscribir los efectos titánicos de nuestra producción en la escala de las eras geológicas. Esta inscripción [49] significa que no vivimos una crisis de la que pronto podrá cerrarse el paréntesis. Indica que, con el actual nivel de dióxido de carbono sin igual desde el Plioceno y un calentamiento que conducirá al planeta a estados desconocidos desde hace quince millones de años, la Tierra nos reserva un mundo poco predecible, pero que se instalará por decenas de millares de años. ¿El saber que despierta? Más bien el saber que vuelve imperturbablemente como las estrellas del que ha bajado, a fin de librarnos esta ciencia y su mito de la regeneración infinita de la naturaleza. Esta “naturaleza” ya no existe, ya que trata de una topología que el desecho pone fin, cuando se emancipa del discurso del amo.
En esta topología, “el medio ambiente” corresponde a lo que nos rodea, lugar donde se pueden extraer recursos o descargar nuestros desechos, en tanto que externalidades invariables. Descargas en los parques naturales y otros “espacios vírgenes”, no es cuestión de gestión de lugares reconocidos como esenciales, sino al menos separados de nosotros. En esta versión caduca de la ecología, corresponde, sea a la naturaleza, sea al hombre, el aprender a ser gobernado(a). La activación de la naturaleza muestra sin embargo que no hay una acumulación de externalidades en un “afuera”, sino una activación de ese mismo “afuera”. El desecho ilustra entonces que “lo subjetivo es algo que encontramos en lo real. [50] La nueva ecología, la que ha hecho el duelo del Holoceno y de su medio-ambientalismo se orienta de lo que J.-A- Miller había resumido magistralmente cuando indicaba que “el cuerpo del ser hablante (…) guarda sin embargo sus vínculos» [51] los más sólidos con los objetos que le han abandonado. De la clínica del sujeto a la ecología del Antropoceno, se cambia un poco de escala, ciertamente, pero de ninguna manera de campo.
Que la subida al cenit del objeto pequeño a haya hecho obsoleta la noción de naturaleza, es lo que indicaba J.-A.Miller en Comandatuba [52]. Esta naturaleza ha salido de su puesto asignado y embrolla los lugares. Empezamos a contemplar que la pérdida de la biodiversidad significa más que un empobrecimiento en el tablero mundial: una amenaza, ciertamente indirecta, pero sin barrera separadora, para nuestra subsistencia. Esta “naturaleza”, que nos calienta y nos ahoga se convierte en el lugar mismo donde surge la contaminación: la aletosfera no tiene aduaneros ni la lathosa marcos. Lo que queda es una zona donde la cultura atraviesa de forma moebiana la naturaleza, dejando obsoleta toda topología simplista. Ya no hay más que series complejas de intrincaciones múltiples y a veces imprevisibles que, todas, subvierten las fronteras entre dentro y afuera.
La idea entonces de que el hombre podría adaptarse a su “entorno”, o la ilusión inversa de un engineering del “medio ambiente” que se adaptaría al hombre, forcluye precisamente la singularidad de nuestra situación: la desaparición completa de un umbral, de una frontera entre un Uno y lo que lo rodea. El Uno, a ese nivel, es necesariamente imaginario. Ese imaginario tiene su propia eficacia, pero lo real de ese Uno, cuyo nombre es la vida, no tiene marco [53]. Su primera forma dominante es la bacteria. Vivimos “dentro” y ella vive en nosotros [54]. Que no haya sido nombrada por Dios en el momento de su Creación señala la “primera idiotez” [55], la proton pseudos que condiciona toda instauración del significante. Sin embargo, al nivel de la vida, es el desecho y la contaminación los que aseguran lo que Lacan llamaba “la integración de la naturaleza”. [56] Producto inevitable de todo proceso vital, ese desecho se convierte sin cesar en causa, en alimento o en veneno [57], en un régimen de devenir que no se queda fijado en ningún Uno y no podría comprenderse por causalidades mecánicas.
Nuestra actualidad, ¿no obligará a un aggiornamento de la cuestión de la no separación cuya problemática ya no se limitaría a las masas humanas? ¿La civilización es todavía el desagüe cuando el desecho se deslocaliza? ¿Qué hay de la distancia entre el goce y el cuerpo cuando los desechos se activan de tal forma que “eso nos (…) aplasta (…) nos impide respirar, nos ahoga?”. [58] El psicoanálisis, ¿no tiene como tarea el incluir, más allá de los desafíos de su representación como sujeto y de su afectación como parlêtre, las cuestiones relativas a la subsistencia de “LOM»? [59] Estas emergen en el último Lacan, ligadas a este tener un cuerpo por el que puede ser deportado. [60] Desde la llegada del Antropoceno, la ecología trata del campo del goce. Está a la espera de las luces psicoanalíticas y ganará siendo arrancada de las manos de los higienistas, de los utopistas y de los managers. Confundirla con una práctica de cuidados de lo que nos sería exterior es perezoso. El oikos del hombre, su morada, no es una bancada plantada en su medio ambiente: es lo que tendrá para habitar, como lugar y como discurso. Lacan, siempre en avance sobre los desarrollos más recientes, lo señalaba ya en 1975: “No hay oposición entre naturaleza y cultura. La naturaleza es una idea de la cultura, (…) esto no tiene nada que ver con lo real, son designaciones de palabras y es lo que constituye la cosa, la cosa que hace funcionar el mundo. [61]
Primera contribución del psicoanálisis: se es menos responsable de un “medio externo”, que se ocupa muy bien de si mismo y es capaz de responder -la actualidad lo ilustra dramáticamente- que de una exigencia interna segregada por nuestra «falta-en-ser». La contaminación, nocturna o no, es una cuestión interna al goce del sujeto; el desecho no es para nada una externalidad, sino el objeto sobre el cual el goce se engancha. Esta responsabilidad del uno por uno que se extrae del discurso analítico no anula en nada las responsabilidades ligadas a otros discursos: por ejemplo, los de “los captores de plusvalías” de los que “la explotación intensiva y criminal” [62] podría privar a las generaciones futuras de lo que han heredado.
Que el ser hablante sea definitivamente separado del mundo natural -que nunca ha alcanzado más que por el símbolo del que ha sufrido el golpe- es una evidencia. La tesis era válida durante el Holoceno, donde el hombre sólo se bañaba en el lenguaje. Pero hoy, “nos bañamos (…) en los resultados de (la) ciencia [63]. Si son más que meritorios, nos «aplastan», nos «ahogan», nos impiden «respirar». [64] No se encuentran en una supuesta Umwelt, pero construyen “un hombre-vuelta (homme-volte) que hace el laberinto de donde el hombre no sale.»[65]” Pasando del hábitat al laberinto, el hombre marcado por las ciencias está situado “en la urgencia de saber como vive” [66], de lo que es como ser vivo y dónde, sobre fondo de acosmos [67], es y podría «aterrizar»: [68] Apostemos por el psicoanálisis para formular algunas repuestas.
*Psicoanalista, Miembro de la AMP (NLS).
Traducido por Elvira Tabernero. Revisado por Andrea Zúñiga.
Publicado en la revista Mental nº 46.
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
[1]- Cf. Lacan J., “El psicoanálisis en su referencia a la relación sexual”, Lacan in Italia 1963-1978. En Ialie Lacan, Milan, La Salamandra, p.72: “No es el tropismo el que (…) dirige (señora), ni a ella ni a él”
[2] Lacan J., Seminario XVIII De un discurso que no fuera del semblante, 2006 (p.84 en francés) : “Cuando pienso que esos señores, y pronto esos señores-señoras que se paseaban en ese lugar absolutamente sublime, que es ciertamente una de las encarnaciones del objeto sexual, la luna, cuando pienso que van simplemente llevados por un escrito, eso deja mucha esperanza”.
[3]Ibid, p. 149: “Tal es el Otro del goce, siempre prohibido (inter-dit), aquel que el lenguaje no permite la habitación más que a ofrecerle -¿por qué no emplearé esta imagen?- escafandras?”
[4] Lacan J., Seminario XVI De un Otro al otro. (p.213, en francés)
[5] Lacan J., Seminario VII La Ética del psicoanálisis. P. 281
[6] Ibid., p. 282
[7] Cf. Ibid., 181 (en francés)
[8] Ibid., p. 282
[9] Ibid., p.178 (en francés)
[10] Ibid, p.179 (en francés)
[11] Cf. Miller J-A., “Jouer la partie” La Cause du désir nº 105, juin 2020, p.17-29
[12] Lacan J., “Radiofonia”. Otros escritos. P. 435, en francés
[13] Ibid.
[14] Cf., Miller J.-A., “Jouer la partie”, op.cit.
[15] Lacan J., Seminario VII La Etica del psicoanálisis. Op. cit., p. 274 (francés)
[16] Ibid., 275 (en francés)
[17] Ibid., p.276 (francés)
[18] Ibid
[19] Ibid., p.277 (francés)
[20] Cf. Hoornaert Geert., “Malaise dans l’alèthosphère”, La Cause du désir nº 106 juin 2020, p. 153-159: “ese en el punto donde estamos es un verdadero hilo para recorrer la enseñanza de Lacan sobre los efectos de las letras de la ciencia.
[21] Lacan J., Seminario VII La Ética del psicoanálisis. Op. cit., p.277 (francés)
[22] Lacan J., Seminario VIII La Transferencia. P.261(francés)
[23] Lacan J., Seminario VII La Ética del psicoanálisis. (p. 272 francés)
[24] Ibid.
[25] “Substancial” en el sentido de ousía, concepto de la filosofía griega antigua que significa “esencia” o “substancia”
[26] Activa, puesto que se introduce una esquicia entre la intencionalidad humana (producir electricidad nuclear, por ejemplo) y la activación de los desechos producidos, que “autonomiza” la tecnosfera.
[27] Lacan J., Seminario VII La Ética del psicoanálisis. (p.182 francés)
[28] Lacan J., Seminario XIX. “...o peor”. (p.141 francés)
[29] Lacan J., “Alla “Scuola freudiana”. Lacan in Italia 1953-1978. En Italie Lacan, op. cit. p.121
[30] Cf. Zalasiewiccz J., Waters C.N. Williams M., “Scale and diversity of the physical technosphere a geological perspective” The Anthropocene Review, vol 4 nº 4 2016 p.9-22
[31] Cf. Zalasiewicz J., “The Earth after us. What legacy will humans leave in the rocks?” Oxford University Press. 2009, p.169: “Existe sin embargo al menos una categoría fundamentalmente nueva de huellas fósiles que hemos creado o desarrollado. Se les puede llamar las huellas del placer o, si se quiere ser científico, llamarlas frivolichnia”
[32] Cf. Zalasiewicz J., Waters C.N., Williams M., Summerhayes C.P., The Anthropocenos geological time unit, Cambridge, Cambridge University Presss 2019, p. 145. Así, una sola especie de bolígrafo Bic cristal, producido en 1950, podría ser utilizado como marcador geológico del Antropoceno con más de un centenar de millones de unidades des bolígrafos vendidos hasta hoy -es decir como media doscientos por kilómetro cuadrado de superficie terrestre (tierra y mar combinados). En el seno de la “especie” Bic cristal, sub-especies, por ejemplo, la resultante de la sustitución de una bola de acero inoxidable en 1961 por una bola más duradera en carburo de tugsteno, utilizada actualmente -que permitirán afinar las dataciones.
[33] Cf. Zalasiewicz J., Williams M., Waters C.N., Barnosky A.D., Haff P., “The technofossil record of humans”, The Anthropocene Review, vol. 1. 2014, p.34-43
[34]Cf Bennet C.E.& alií, “The Broiler chiken as a signa lof a human reconfigured biosphere” Royal Society Open Science, 12 diciembre 2018, disponible en internet: siendo lo propio del Antropoceno la entrada de la Naturaleza en la historia y la entrada de la Historia en la naturaleza, esos tecno-fósiles incluyen lo vivo. Así pues, una comparación entre los fósiles de pollo de la época romana y el pollo contemporáneo muestra importantes cambios morfológicos (el quíntuplo de su masa), osteo-patológicos, químicos e isotópicos. Teniendo en cuenta su difusión mundialmente homogénea y de su masa (población de veintitrés billones), el pollo dejará como “fósil indexante” y “especie-indicador”, una huella estratigráfica bien distinta cuyo indicador geológico se situará en los años cincuenta, cuando el sistema de integración vertical fue introducido en las granjas.
[35] Lacan J., Seminario VII La Etica del psicoanálisis, op. cit. P. 273 : “Esta tarea será la reabsorción de un insondable desecho dejado aquí en su dimensión constante y última por el hombre”
[36] Es así como Lacan rechaza banalizar la operatividad de la bomba atómica, cuya amenaza planea en el seminario VII. Por una materialización precisa de los marcadores geológicos que firman la entrada en el Antropoceno, véase el serio inventario de Zalasiewicz J., Waters, C.N., Williams M., Summerhayes C.P., The Anthropocene as a geological time unit, op.cit.
[37] Lacan J., Seminario VII La Etica del psicoanálisis. Op-cit. P.125: “El planeta mismo como soporte de la humanidad”
[38] Cf., Miller J.-A., “Una fantasia”. Conferencia en Comandatuba. Bahía. Brasil. 2004
[39] Cf.Fressoz J.-B. L’Apocalypse joyeuse. Une histoire du risque technologique. Paris. Seuil. 2012
[40] Cf. Fressoz J.-B., “L’Apocalypse et l’Anthropocene, entretien avec Jean Baptiste Fressoz. Vacarme, nº 65 novembre 2013, p.202-233, disponible sur internet.
[41] Cf. Lacan J., Alla Scuola freudiana” Lacan in Italia 1953-1978. En Italie Lacan, op.cit.p. 116 Lacan mencionara la prohibición del uso de la cuchara para los taoístas, simplemente en nombre de la vida
[42] Cf. Fressoz J.-B., “L’Apocalypse et Anthropocene, entretien avec Jean Baptiste Fressoz. Op.cit.
[43] Cf. Freud S., “Pegan a un niño” Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. Neurosis, psicosis y perversión. O.C Amorrortu Editores. ….
[44] Sorpresas de la etimología: clima y clínica comparten la misma raíz griega… “inclinar”…
[45] Lacan J., Seminario XVII El reverso del psicoanálisis- (p.206 en francés)
[46] Cf. Caroz G., “Sublime fin du monde” L’Hebdo-Blog nº 212 juillet 2020: “La fin du monde, tu la veux, mais tu n’est pas obligé de la désirer”
[47] Cf. Charbonnier G., Entretiens avec Claude Lévi-Strauss, Paris, Julliard, 1961
[48] Este “límite”, recordémoslo, no es el obstáculo (interno al discurso del amo), sino el umbral a partir del cual la acción productiva del hombre alcanza en potencia a las fuerzas telúricas, activando así lo que antes era el “afuera” y que se llamaba “naturaleza”.
[49] El reconocimiento del Antropoceno por L’International Union of Geological Sciences (IUGS) es inminente.
[50] Lacan J., “Du discours psychanalytique” Lacan in Italia 1953-1978 . En Italie, op.cit.p.45
[51][51][51] Miller J.-A., “Lacan clinicien” The lacanien Review nº12 printemps 2022, p.132
[52] Miller J.-A., “Una fantasia”. Conferencia en Comandatuba. Bahia. Brasil. 2004. “La noción de la naturaleza que lo real ha hecho caduco, que la subida del objeto pequeño a ha dejado obsoleto”
[53] Cf.Gilbert S., F., Sapp J., Tauber A. I., “A symbiotic view of life: we have never been individuals”. The Quarterly Review of Biology, vol. 87, nº4, décembre 2012.
[54] Su ruido (enjambre) en la Welt (La Terre- La Tierra) es vital para mantener las condiciones de un ecosistema global que funcione: nuestro cuerpo acoge unos cinco millones de especímenes de Escherichia coli, de las que depende su subsistencia.
[55] Lacan J., Seminario XXIII El Sinthome p.13 (francés)
[56] Lacan J., Seminario VII La Etica del psicoanálisis. P.277 (frances)
[57] Así el hábitat del hombre no es el marco neutro e indiferente que los habitantes vienen a ocupar, sino el efecto de esta misma habitación; al mismo tiempo, la atmósfera no es simplemente la condición previa a la aparición de la vida, sino el resultado de la historia de la vida; el oxigeno no es solo lo que respiramos, sino un caso masivo de contaminación a la cual ciertos organismos se han adaptado, después de haber aniquilado como peligroso veneno a millones de formas de vida anteriores, etc. Ese giro constante de una contaminación en motor metabólico, después de organismo en desecho y finalmente de desecho en inicio sitúa la integración del viviente en una común complejidad más allá de todo límite asignable a priori. Nada es “cíclico” o cibernético; la integración sólo trata de una masa inestable de embrollos en equilibrios deslizantes. Es toda la enseñanza de James Lovelock, retomada por Bruno Latour y comentada en Maniglier P., Le philosophe, la terre et le virus. Bruno Latour expliqué par l’actualité, Paris, Les liens qui libèrent 2021
[58] Lacan J., “Alla “Scuola freudiana”, Lacan in Italia 1953-1978. En Italie Lacan, op.cit.p. 108
[59] Lacan J., Joyce el síntoma. Otros escritos. (p.565 en francés)
[60] Cf. Ibid. (p.568 francés)
[61] Lacan J., “Conferencia de Lacan en Londres”. Revista Argentina de Psicología, nº21 1976, disponible en internet
[62] Miller J.-A. “Un esfuerzo de poesía”. Lección del 5 febrero 2003.
[63] Lacan J., “Interview donnée par Jacques Lacan à Francois Wahl à propos de la parution des Écrits”. Bulletin de l’Association freudienne, nº3 mai 1983, p. 6
[64] Cf. Lacan J. “Alla Scuola freudiana”, Lacan in Italia 1953-1978. En Italie Lacan. Op. cit.p.108
[65] Lacan J., “El Atolondradicho” Otros Escritos op. cit. P-479. Cf. También Lacan in Italia 1953-1978.En Italie Lacan, op. cit., p-76: el lenguaje de las “elucubraciones (del hombre-vuelta) (…) positrones, mesones, neutrones, (…) ya no se presta a las subsistencias del ser”. Cf. Igualmente Lacan J., “Lugar, origen y fin de mi enseñanza”. Mon Enseignement, Paris, Seuil, 2006 p. 43; entre su organización y el viviente, no hay “ningún medio de hacer (el) puente”: su saber, extraído del cielo , es incapaz de ofrecer una morada –oikos– al hombre.
[66] Lacan J., ¡Alla Scuola freudiana”, Lacan in Italia 1953-1978. En Italie Lacan. Op. cit. P.107
[67] Cf. Lacan J., “Mise en question du psychanalyste”. Lacan Redivivus, Ornicar?, hors serie, Paris Navarin 2021, p.95: la ciencia ha transformado el “mundo” en acosmos, lugar “anti-épico de lo que es el lugar donde no hay Otro al que engañar”. Cf. También Miller J.-A., “Un esfuerzo de poesía”, op.cit: en esta caída fuera de la escena, se sale de los marcos del Edipo, del padre, de Dios: “Mientras el mundo era cosmos, ordenado jerárquicamente y cerrado, Dios no estaba escondido, estaba por todas partes, y se pretendía mostrarle las maravillas de la naturaleza, supuestas probarlas”. Cf. También Castel P.-H., Le Mal qui vient, Paris, Les éditions du Cerf, 2018: Pierre-Henri Castel intenta pensar qué será lo propio de los crímenes del final de los tiempos -no serán en nada comparables con el goce, sino al contrario cargados de promesas de “cosquillas” y de “parrillas” ya sin juicio moral, ya que el gran Otro, con toda idea de comunidad, se habrá marchado.
[68] El lector reconocerá los títulos de los libros de Latour B., Dónde aterrizar, Cómo orientarse en política, Lecciones del confinamiento al uso de los terrestres. (Taurus, Alianza, Gedisa, etc.)