Oscar Strada*
Durante la presentación del libro Polémica Política que tuvo lugar el 3 de mayo del 2021, acto organizado por la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP), surgió lo que me permito llamar el Witz de Miller.
El texto presentado reúne una serie de artículos e intervenciones de JAM que fueron compilados y articulados por Andrés Borderías que contó con un grupo de psicoanalistas colaboradores en el trabajo de armado del texto y participaron en la presentación en calidad de panelistas, categoría que compartieron una serie de analistas invitados, que luego de la presentación establecieron preguntas dirigidas a Miller, quien fue respondiendo uno a uno.
Durante la respuesta a una intervención de Antonio Carrero, Miller hablaba de la ortodoxia que representaba la IPA y ante la observación de quien le acompañaba y le asistía en Paris, precisando algunas derivas del francés al español, Victoria Horne, ésta deslizó que en realidad la IPA ya no era monolíticamente una institución o una voz oficial única, sino que estaba compuesta actualmente por muchas IPAs y que no se sabía entonces quien era actualmente la Ortodoxia, a lo que Miller divertido contestó, “entonces la Ortodoxia seremos nosotros”. Risas compartidas.
Inmediatamente pensé que esta respuesta tenía la estructura de un Witz, y funcionaba para mí como una interpretación. Una interpretación de Miller.
Y además planteaba un interrogante, ¿quiénes seríamos ese “nosotros”?
¿Miller? ¿La Escuela? ¿Cada uno de nosotros? ¿Los aludidos?
Como dice Lacan en Las Formaciones de Inconsciente: “El chiste, el Witz, restituye su goce a la demanda esencialmente insatisfecha bajo el doble aspecto de la sorpresa y el placer: el placer de la sorpresa y la sorpresa del placer. Algo ocurre en el otro que simboliza la condición necesaria a toda satisfacción: ser escuchado más allá de lo que digo, ya que lo que digo no puede en verdad hacerse escuchar”.
Y nos resulta evidente que el Otro al que apela el chiste es un lugar simbólico, más que un sujeto concreto, y como recuerda Lacan refiriéndose a Bergson, para que el chiste haga reír necesita la sanción del otro y que “sea de la parroquia”. Aquí es donde seguramente nos sentimos concernidos.
El Witz resulta de ese efecto de sorpresa y de sin sentido, cuando dice “nosotros la ortodoxia”. Ese sin sentido, nos cautiva, nos atrapa en ese instante de apertura al inconsciente. Por eso puede funcionar como una interpretación y al mismo tiempo como una advertencia. ¿No es acaso precisamente ahí, en el psicoanalista advertido donde deberíamos reconocernos?
En el “Elogio de los heréticos”, texto de la primera de las Conferencias de Turín, Miller repasa los lugares de la haeresis y el deslizamiento que suele suceder a los heréticos que se transforman luego en ortodoxos. Freud fue un herético respecto del discurso de la sexualidad en su época y sin embargo apoyó luego la ortodoxia del psicoanálisis en intensión a través de la creación de la Internacional Psicoanalítica, volvió a ser herético cuando apoyó el análisis profano en contra de la propia institución y volvió a ser ortodoxo cuando prefirió mantener la institución de la IPA, el Instituto de Berlín y la DPG (la asociación psicoanalítica alemana) y no cuestionar la salida de los analistas no arios en el 33 y en el 35.
Lacan se enfrentó a la ortodoxia de la IPA y trató de mantener su enseñanza fuera de toda ortodoxia preconizando un retorno a Freud donde en ese momento nada era menos ortodoxo que leer a Freud en alemán y nada era más herético que promover las sesiones de tiempo variable, crear el Cartel y anunciar el Pase, en suma todo lo que jaqueaba la autoridad y el saber instituido y esclerosado por los didactas, e instauraba una nueva doxa.
Aunque la herética se define por el empuje a una elección y por oposición al mantenimiento de la tradición, no puede escapar del movimiento dialectico de los contrarios, razón por la cual Miller tiene que abordar en la segunda conferencia de Turín lo que llamó “Los méritos de la Ortodoxia”.
Quizá el Miller de finales de los sesenta y principios de los setenta, hubiera relacionado a la Ortodoxia con la “estructura estructurada” y a la haeresis, con la “estructura estructurante”. La historia del psicoanálisis se mueve conceptualmente desde una epistemología que da origen a los conceptos que produce desde la estructura del discurso, como dice Miller, entre “la elección de los significantes amo y el objeto a”.
La herejía está del lado de objeto a y los significantes amo del lado de la ortodoxia.
En la historia del psicoanálisis, la ley de abstinencia, la neutralidad benevolente, la fijeza de la técnica de las sesiones y la imposibilidad de la articulación política con el discurso psicoanalítico siempre han estado del lado de la ortodoxia.
El empuje que dio Miller a la creación de Zadig apelando a la subjetividad de la época, inscribió esta movida como herejía, pero no debe establecerse necesariamente, en una razón dialéctica que coloque a la Escuela del lado de la Ortodoxia, digamos de la pura ortodoxia. Creo que ese es el sentido, del Witz de Miller. Un aviso a navegantes.
* Psicoanalista. Miembro de la AMP (ELP)
Fotografía seleccionada por el editor del blog. (Vidrieras de la Catedral de Mechelen)
El objeto a es la democracia pero el significante amo es el estado de derecho (la rule of law), como su nombre indica
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