Una playa de poesía  

Entrevista realizada a Anna Aromí* el 25 de junio de 2020, por Violaine Clément**

 

Violaine Clément: Gracias por aceptar responder espontáneamente a mis preguntas, tu que tienes una función de responsabilidad en la escuela, hoy que estás en la playa… ¿puedes decirme por qué?

Anna Aromí: Enseguida que fue posible vine al mar, me faltaba. Pero encontré que la playa había cambiado. En Cataluña, la noche del 24 de junio es una noche muy especial, es larevetlla de Sant Joan», una noche importante en la que tienen lugar no pocos ritos de pasaje de los jóvenes, el primer beso, el primer guiño del amor… Es el solsticio de verano y lo habitual es que la playa esté viva, gente comiendo con sus amigos, con sus familias, hay fuegos artificiales, petardos, “cava” y todo eso. Pero ayer la fiesta postconfinamiento había sido reducida al mínimo, muy poca gente, muy poco ruido, poca música, producía un efecto extraño.

La playa para mí es la ocasión de un contacto importante con la naturaleza, es algo que he aprendido durante el confinamiento cuando no podía dejar de pensar en las familias que por las mañanas encienden la luz y viven todo el día con la luz encendida porque el sol no entra en la casa. Eso me hizo bendecir el momento en el que Xavier y yo elegimos nuestro apartamento en Barcelona con grandes ventanas y con balcones, no muy grandes, pero lo suficiente para permitirnos tomar un poco de sol durante el confinamiento. Este contacto con el aire, con la lluvia, con el sol, con las nubes, y sobre todo con la luz, acompaña el hecho de poder hacer la alternancia S1-S2, entrar y salir. Esto me parece importante, este pasaje interior-exterior, esta pequeña balanza, este movimiento de la vida, que justamente se encontraba impedido. Por otra parte he hecho unos cuantos kilómetros en el pasillo de casa, ir y volver, ir y volver, para evitar engordar demasiado (risas).

VC: Nosotros en Suiza no fuimos confinados como ustedes, y al ver las imágenes humorísticas de los perros españoles agotados de tanto salir a pasear con todo el mundo, entendí lo que les sucedía. ¿Qué ocasiones tuviste de reírte?

AA: Para mí el confinamiento no ha sido ocasión de angustia, ni de miedo, ni siquiera de tristeza. He tenido algunas sorpresas. Por ejemplo, considero que el confinamiento ha sido una experiencia con el tiempo, de la temporalidad. He pensado mucho en esto: hablamos del “instante de ver” pero sin percibir que es un fenómeno muy diferente para cada uno, es muy subjetivo. Para mí el instante de ver la pandemia me resulta difícil de situar. No encuentro un momento concreto que pueda llamar así. Para Xavier, a quién le plantee la cuestión del momento que él había tenido como instante de ver, estaba muy claro: fue en el momento de tener que anular la Conversación Clínica del Instituto del Campo Freudiano con J.-A. Miller en Barcelona, pues él era uno de los responsables. Ellos tuvieron que anular en un momento en el que aún no estábamos confinados. Cuando se es responsable de un acontecimiento importante del Campo freudiano se está obligado a calcular, suspender o no suspender, y finalmente decidirlo, aunque en ese momento hubiera gente que decía «es una exageración, es una gripe, una gripe más fuerte que las otras, ¿porqué lo hacéis?». Después vimos las imágenes de los hospitales, de la gente ingresada con respiradores… Pero antes de eso, el instante de ver no era tan claro. Se sabía por China, se sabía por Italia, pero era como si se pensara “aquí esto no va a llegar”. Después se veía la misma cosa en España, en Francia, siempre con retraso, con un sentimiento de retraso que hoy se utiliza para discusiones políticas, pero que fue algo muy general. Hizo falta un tiempo para hacerse a la idea de que había alguna cosa que estaba ahí.

VC: Esta cuestión del tiempo que hace falta, y ahora del tiempo que corre, la has señalado en nuestro grupo de trabajo para preparar la jornada que tendrá lugar en Lausanne sobre el pase: “Tenemos el tiempo”. ¿Dirías que el tiempo forma parte de las cosas que se tienen, como ha dicho Gian Francesco Arzente sobre la muerte?

AA: Completamente, de la manera más banal a la manera más profunda. En cuanto a la experiencia del tiempo, de manera banal, todos decíamos todo el tiempo: “Estoy muy ocupado, no tengo tiempo” pero con el confinamiento de repente hemos tenido disponible todo el tiempo del mundo (risas). ¿Qué hacer entonces con esta enorme cantidad de tiempo? Hemos hecho panes, galletas, gimnasia, hemos ordenado los armarios y las librerías de la casa… Pero ha habido otro lado de la experiencia, digamos más profundo, que ha consistido en descubrir que no es el tiempo el que te tiene a ti, eres tú quién lo tienes, te tienes a ti. Eres tú, y no el superyó productivo, eres tú quién tiene el tiempo. Y si tienes el tiempo, es como con el síntoma, hay que hacer con él. Y puedes aprender. En un cierto nivel es un aprendizaje: puedes aprender a hacer con el tiempo. Ha sido interesante ver que el psicoanálisis es un quehacer que nos obliga a experimentar cierto confinamiento. Para escribir, leer, en la consulta, nos encontramos un poco así, confinados. En todo caso no es una experiencia alejada del confinamiento, solo que con este confinamiento forzado que hemos soportado hemos tenido que aprender el ir y venir. No era natural, fue necesario inventarlo. Podía ser ir al supermercado de la esquina, o a la farmacia, o a pasear el perro como tú decías, eran maneras de salir. Otra modalidad fue el zoom, que también tiene que ver con el tiempo. Pero con la zoomización llega el producir y producir, más que antes, como locos. Ha pasado que personas que normalmente se reunían cada mes, con el zoom se han reunido cada semana… ¡Es algo loco! (risas)

VC: ¿Verdaderamente ha pasado eso en vuestro entorno?

AA: No solo en nuestro entorno… creo que es un fenómeno ampliamente extendido, ha habido una especie de explosión masiva de reuniones y de encuentros por zoom.

VC: ¿Nunca habías trabajado tanto, como han confesado algunos analistas?

AA: En lo que a mi concierne he hecho existir un punto de transferencia negativa hacia esta zoomización o skypización. Un punto de transferencia negativa hacia este instrumento tan potente, tan seductor, que nos quita tiempo, que nos obliga a trabajar a cualquier hora con personas que están en la otra punta del planeta. Además es un ojo del que he encontrado un medio de defenderme. Frente a este ojo seductor he puesto un poco de desconfianza, para no rendir las armas completamente ante su extrema eficacia, desde luego supuesta. Esto me ha permitido ofrecer a mis analizantes, uno por uno, la posibilidad de conexiones, no de sesiones. Esa conexión podía ser telefónica, por Skype o por zoom: solo ofrecí la posibilidad de una conexión.

VC: He encontrado interesante escuchar a algunos analistas de Turín diciendo que hará falta trabajar esta cuestión de lo que pasa en esas conexiones que no eran sesiones. ¿Has retomado las sesiones? ¿puedes sacar una enseñanza?

AA: En efecto será necesario ver caso por caso. Para mi sorpresa ha habido analizantes, que venían haciendo un trabajo muy fuerte sobre aspectos de su síntoma, por ejemplo, que no han parado su trabajo. Pero lo que les ha dado la posibilidad de no parar, no es el modo conexión, sino la fuerza de su síntoma. Y con esta fuerza han logrado hacer salir cosas, recuperar elaboraciones, por ejemplo algunos han podido hacer un trabajo importante sobre algún sueño, otros han tenido necesidad de un hilo que no se cortara. Incluso, entre los que al principio me habían dicho que preferían retomar las sesiones tras el confinamiento, algunos han telefoneado tras algunas semanas para decirme que tenían necesidad de un pequeño hilo, que habían tenido un sueño de angustia, por ejemplo.

Me parece importante lo que dicen los colegas de Turín, porque también creo que es la ocasión de poner a la clínica por delante y posteriormente interrogar lo que se ha hecho.

VC: Lo que también me interesa mucho es que gracias a esas conexiones ha sido posible hacer más controles, ya que paradójicamente se habían abolido las distancias. Para ti, que funcionas dentro de la AMP con personas que viven muy lejos, ¿ha cambiado algo de eso?

AA: No, no ha cambiado, o en todo caso no mucho. Sobre la experiencia que mejor conozco, en España, para una gran parte de los colegas la utilización de zoom o de Skype no estaba muy extendida antes del confinamiento, ni para trabajar, ni para los controles. Se utilizaban estos medios por ejemplo para analizantes que partían por un tiempo a otro país, pero también hay colegas, aunque no muchos, para los que es una experiencia habitual desde hace tiempo. Ahora hemos estado obligados a pasar por esto, hemos debido hacer con ese instrumento, mucho o poco, según cada uno. A mí lo que más me interesa es estudiar los límites de todo eso. Por ejemplo, durante el confinamiento dudé antes de hacer la clase del Seminario del Campo Freudiano, que se hace ordinariamente presencial con más de ciento cincuenta personas. Hacer eso por zoom no era para nada evidente: ¿cómo dirigirse a los otros, a los participantes y a los colegas, que conozco, y cuyos cuerpos no están allí, cuya reverberación no me llega, y tampoco sé si lo que les estoy diciendo les llega?

VC: Sí, eso también es así cuando nuestro interlocutor no nos mira… Al menos tu veías a algunos escucharte, ¡no como esos profesores que, poco a poco, vieron apagarse, uno tras otro, a sus alumnos en las pequeñas ventanas de zoom! ¡No se reemplazará la presencia de los cuerpos!

AA: ¡En todo caso no para el psicoanálisis! Por eso decía, a propósito de la experiencia del tiempo, que tenemos tiempo, que hemos hecho la experiencia de que podemos tener tiempo, y que por tanto podemos no renunciar a ese tiempo. Pero para ello es necesaria una decisión del sujeto de no renunciar. Encuentro una gran precipitación en los discursos que ya hablan de una “nueva realidad” o de una «nueva normalidad» o de lo que se va a quedar o no para siempre, mientras que hay muy pocas cosas que sabemos verdaderamente. Queremos anticipar demasiado sin haber comprendido casi nada. Hemos entrado de repente en el futuro y vamos a necesitar tiempo para comprenderlo. ¡Un poco de humildad sería bienvenida!

VC: Eso decía Lacan hablando del disco-corriente. El discurso corre. Y depende de nosotros detener algo. Pero no es fácil diferenciar entre un estándar y un principio. Nos abre un campo de trabajo apasionante. Para ti, la playa, la vida… ¿Tienes, como ultrapasante, algo que quisieras transmitir y a lo que yo no te haya dejado espacio?

AA: Para mí es importante no olvidar la muy seria cuestión que plantea Lacan a los analistas: ¿cuál es la satisfacción que obtenemos de nuestra práctica?

VC: Si, tu misma, en cuerpo, eres una representación de esta satisfacción. Se te nota, se te ve presente y lo llevas en tu sonrisa. ¿Cuál es tu satisfacción en este trabajo?

AA: Haber experimentado que la idea que siempre tuve es verdad: se puede tomar el tiempo para saber. Se puede parar el ruido del otro que dice sin cesar qué hay que hacer… Podemos hacer playas de poesía porque hemos aprendido a hacerlas en el análisis. Hay muchas cosas que se aprenden en el análisis, sobre el diván, que son instrumentos verdaderamente fuertes, poderosos, eficaces. Es el fondo de lo que hace funcionar la posibilidad de Zoom, Skype, etc.

Si todo eso funciona es porque sabemos construir playas de poesía allá donde estamos.

VC: Está tan bien dicho que podríamos parar aquí. Pero tengo aún esta idea de que, en ese aprendizaje del diván está también el viaje que se hace para ir y para volver, todos esos kilómetros que haces en tu casa cuando estás confinada. ¿Puede ser que sea eso lo que más echamos en falta, ese tiempo que podemos perder? ¿Seriamos los guardianes de esta idea de que es bueno perder el tiempo, y que no hay razón para precipitarse?

AA: En absoluto.

VC: Gracias por habernos dado a nosotros, los suizos, esta brújula de una hora otra, con la idea de que hace falta aceptar perder un poco para avanzar al propio ritmo, paso a paso.

AA: Eso es seguro, es el Seminario de Jacques Lacan sobre Juanito: para ganar, hace falta perder. ¡Siempre!

VC: ¿Tienes la impresión de haber perdido tu tiempo hablando conmigo, sobre todo estando en la playa?

AA: No, siempre está bien cortar, cambiar, entrar y salir. Y sobre todo a la simpatía no sabría decirle no.

VC: ¡Oh! Gracias Anna por esta simpatía tuya, que imanta, signo de tu transferencia con la escuela.

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ELP).

**Psicoanalista. Miembro de AMP (NLS).

 

Traducción de Mari Cruz Alba revisada por la autora

Fotografía seleccionada por el editor del blog.

Fuente: http://asreep-nls.ch/une-plage-de-poesie/

2 respuestas a “Una playa de poesía  

  1. La noción de tiempo es importante. Tiempo presente de la pandemia y el tiempo, ese real, para cada uno… A diferencia de Anna a mi «me falta» tiempo. Las dos personas que me ayudaban en casa no vienen hace más de 4 meses ( Es la cuarentena más larga del planeta) y a los 75 años trabajo más que toda mi vida. porque tengo una casa grande, muchas plantas un consultorios y un marido de 81 años que, en alguna medida hay que atenderlo. Y también atiendo consultorio… menos, pero… y tengo más reuniones por Zoom porque me anoto en clases de analistas de otros países a las que antes no iba… . En fin, no es «para todos» que el coronavirus nos permite tener más tiempo para hacer lo que deseamos. Cada salida a hacer compras básicas me lleva mucho más tiempo: colas, no olvidarme el alcohol en gel, el barbijo.. cuando llego de la calle desinfección de todo lo que traigo a mi casa… Es para pensar lo cotidiano del tiempo en sus tres dimensiones: R,S I.
    Mirta Vazquez de Teitelbaum. EOL. Buenos Aires, Argentina.

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