Coronavirus: La vida en alta definición.
Jeff Erbe*
Este momento nos empuja a reconsiderar lo real de la naturaleza contra el desorden en lo real. Miller escribe, «el capitalismo y la ciencia se han combinado para hacer desaparecer la naturaleza»[1]. Con el silencio del parloteo social y la caída abrupta de nuestras actividades capitalistas frenéticas y totalizantes, uno puede escuchar el canto de un pájaro. La semana pasada, sentí en mi piel el calor del primer sol de primavera, interpretado menos como un cambio de estación que como si la Tierra dejara de girar momentáneamente. En un momento en el que podríamos sumergirnos en una avalancha de información, en medio de esta urgente y constante demanda de datos, ¿Qué uso tiene el psicoanálisis? Tal vez si recordáramos como silenciarnos, podríamos hacer un hueco entre los gráficos y escuchar la nueva vida que este virus nos trae.
¿Podemos leer este coronavirus como una delimitación del desorden en lo real, como un intento de retorno al orden natural? Sin duda este período no ha estado exento de desorden – los sistemas hospitalarios están inundados por una mala gestión que está siendo letal [2]- pero nuestra principal respuesta de distanciamiento y permanencia en casa es de un orden sin precedentes. El mensaje de la carta COVID-19 nos pone en nuestro lugar. La vida natural se reafirma. Se nos hace patente que el aire se está despejando. Las vistas aéreas de autopistas normalmente congestionadas de tráfico revelan como el asfalto intacto se reduce a su horizonte puntal. Sin embargo, los cuerpos inmovilizados se han de mover. Los parques urbanos se llenan y los viandantes ocupan ahora los poco frecuentados espacios suburbanos que hasta hace poco estaban vacíos de vida.
Quizás no haya habido otro momento en la historia en el que la realidad de una crisis haya manifestado de modo tan pertinente aquello que concierne a la radical singularidad del sujeto tal y como se muestra en nuestra práctica. La no relación sexual ya no es sólo una imposibilidad social, sino que se manifiesta como una barrera viral invisible entre los cuerpos. Los medios tecnológicos que utilizamos para conectarnos, imaginarizan esta barrera al tiempo que hacen posible la continuación de los análisis. En mi práctica, las vidas de los analizantes o bien permanecen fijas en sus ex-sistencias sintomáticas sin mencionar este nuevo contexto, o bien los problemas son nuevamente enunciados en alta definición, sensibilizados por la ansiedad a causa de la pandemia.
Entre el miedo por los colegas y seres queridos que están en primera línea o por los enfermos afectados y un breve encuentro con el sol, el coronavirus hace que cada uno organice su vida de modo singular considerando la increíble variedad y diversidad con la que esta se presenta. La proximidad de un sujeto a la muerte, como paciente, médico o empleado de correos, no se opone a la seguridad del distanciamiento físico dictado para otros. De hecho, la unión entre estas posiciones y la imposibilidad de establecer una barrera total entre los organismos hace desaparecer la seguridad por la apariencia que esta barrera realmente es. En nuestra práctica a pesar de que es esencial el encuentro entre dos cuerpos, insistimos en conectarnos a través de cables y satélites, negándonos a retroceder ante lo real, algo que continúa siendo tan necesario como vital.
*Psicoanalista de la AMP (NLS)
Traducido por Amparo Tomas García
Fotografía seleccionada por el editor del blog.
Fuente: http://www.thelacanianreviews.com/coronavirus-life-in-high-definition/
[1] https://www.lacanquotidien.fr/blog/2012/05/the-real-in-the-21st-century-by-jacques-alain-miller/