La Cosa
Gustavo Dessal*
Cuando propuse que el libro escrito con el profesor Bauman llevase por título “El retorno del péndulo” fue porque esas palabras, sugeridas en su correo del 23-08-12, llamaron poderosamente mi atención. Sabio es aquel que sabe leer en las entrelíneas del discurso social no solo lo que ocurre en el presente sino también lo que se avecina. Tras años de emplearse a fondo en el análisis de la licuefacción de los semblantes, Bauman advirtió que vendría el contragolpe de lo sólido bajo la forma del padre atroz. En esa fecha, la era Trump todavía no podía imaginarse, mucho menos la grave amenaza que se cierne hoy sobre Brasil.
Algunos psicoanalistas, basándose en muy buenos argumentos, habían llegado a postular que el tiempo de la psicología de las masas pertenecía al pasado y que ahora los lazos sociales se organizaban mediante una lógica diferente, basada en identificaciones transversales. Tal vez demasiado confiados en que la transmisión reticular horizontal de la información y de los vínculos podría auspiciar una colectividad descentralizada, sin la clásica figura del líder, o tal vez olvidándose que el goce jamás se acomoda al paso de las transformaciones sociales. Después de todo, no es indispensable una ideología para ser racista: la dinámica del goce puede ser suficiente.
Colegas de Brasil aconsejan que en las redes sociales no se escriba el nombre del personaje, por cuanto un supuesto algoritmo de FB y Twitter reacciona ante ese significante generando automáticamente bots que propagan su discurso y refuerzan su presencia. Ignoro si esto es cierto, pero por las dudas me referiré a él como la Cosa (no precisamente “a mais linda do mundo”, como cantaba el inolvidable Vinicius), lo innombrable. La Cosa retorna, de la peor manera en la que el Padre puede volver cuando hemos creído que lo arrojábamos por la ventana. Error que resulta de pensar que lo que una cura analítica a veces conquista es extrapolable a la experiencia colectiva.
Nuestra Asociación Mundial de Psicoanálisis no exige de sus miembros una determinada filiación política. Se espera de ellos, sin embargo, que participen de un mínimo consenso: el reconocimiento de que la ética del discurso analítico es incompatible con las prédicas que atacan el corazón mismo de todo aquello que es indisociable de la dignidad del ser hablante: el amor, el respeto a los semblantes, el derecho a la diferencia, al síntoma y a la palabra. En esta hora crucial, el argumento de que votar la Cosa no es necesariamente apoyar su proyecto sino oponerse a “los otros”, es mucho más que una afirmación falaz: es una posición infame, imperdonable en todo contexto y que por lo tanto nuestra Escuela -como ninguna otra institución psicoanalítica- podría admitir jamás. El error clínico es siempre inevitable. La dimisión ética es inadmisible.
*Psicoanalista de la AMP (ELP)
Fotografía seleccionada por el editor del blog.