La inteligencia artificial, ¿qué es lo que cambia?

François Ansermet*

Como decía Daniel Cohen: “Ayer, con el trabajo en cadena, el hombre devino en una máquina. Hoy, con la inteligencia artificial, es la máquina la que deviene  en humana”. (1) Si la inteligencia artificial deviene en humana, ¿cómo cambiaría algo en los humanos? Las fuentes del malestar en la civilización son siempre las mismas. Habría, sin embargo, ¿la posibilidad de algo mejor? Lo peor o lo mejor: todo depende ante todo de nosotros, no de estos artificios.

La inteligencia artificial y las diversas estrategias digitales (2) implican la presencia de algo inanimado que buscamos animar. Para Freud, el paso de lo inanimado a la vida procedería de una “fuerza” aún desconocida, que no podemos imaginar (3). De ahí la tendencia a volver a lo inanimado: esto es lo que constituye lo propio de la pulsión de muerte.

¿Ocurre lo mismo con la inteligencia artificial? De su proyecto de animar lo inanimado resultaría indisociablemente una tendencia a la muerte. Si la pulsión de muerte realmente “surgió del hecho de que la sustancia inorgánica cobró vida” (4), igualmente podríamos plantear la hipótesis de una tendencia a la muerte asociada a lo que anima la inteligencia artificial. Dirigiéndose hacia “lo que, en la vida, puede preferir la muerte” (5): esta formulación de Lacan sobre la pulsión de muerte podría aplicarse a la inteligencia artificial.

Hoy se plantea la cuestión de cuál es el límite entre lo vivo y la máquina. Una cuestión que aparece con la hibridación hombre-máquina como en el proyecto Neuralink de Elon Musk, o en otros procesos destinados a aumentar lo humano injertándole a dispositivos de inteligencia artificial que quisieran convertirle en un “dios-prótesis” (6), incluso en el ciborg (7). O también a través de la perspectiva de fabricaciones digitales destinadas a recrear a los que han muerto, en forma de deadbot, el doble de una persona desaparecida, capaz de tomar iniciativas a través de mecanismos de inteligencia artificial.

Finalmente, ¿estamos en una era de triunfo de lo inanimado o, por el contrario, una nueva versión del ser vivo se inventa a partir de lo inanimado? En todo caso, el psicoanálisis está convocado a confrontarse con lo que está sucediendo. No se trata de tomar una pendiente catastrófica. Uno no puede maldecir su época (8).Queda por ver cómo abordar un mundo atrapado en las redes de “una realidad que se ha convertido en fantasma”, (9) para retomar la expresión interrogadora de Jacques-Alain Miller. Por el hecho mismo de que este mundo artificial está concebido por humanos, contiene en sí mismo tanto potencial para la vida como para la muerte y la destrucción. ¡Es también  nuestra responsabilidad hacer la apuesta para inclinarlos hacia el lado de la vida! 

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ECF).

Traducción: Mariam Martín

Fotografía de L’HEBDO-BLOG.

*Artículo publicado en el blog de la AMP el 12 de mayo de 2024. Disponible en francés en : L’intelligence artificielle, qu’est-ce que ça change ? – L’HEBDO-BLOG.

Notas:

1. Cohen D., Homo numericus, la “civilisation” qui vient, Albin Michel, París, 2022, p. 25.

2. Cf. Forestier F. & Ansermet F., La Dévoration numérique, Odile Jacob, París, 2021.

3. Freud S., «Más allá del principio del placer», Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2003, tomo XVIII, p. 38: “En algún momento, por una intervención de fuerzas que todavía nos resulta enteramente inimaginable, se suscitaron en la materia inanimada las propiedades de la vida”. 

4. Ídem.

5. Lacan J., El Seminario, libro VII, La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2017, p. 128.

6. Freud S., “El malestar en la cultura”, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2003, tomo XXI,  p. 90.

7. Cf. Hoquet T., Cyborg philosophie, Seuil, París, 2011.

8. Lacan J., “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Escritos, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2018, tomo 1, p. 308: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”.

9. Miller J.-A., “Jouer la partie”, La Cause du désir, n° 105, p. 28. 

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