#ME TOO. FEMINISMO EN EL S.XXI

#ME TOO. FEMINISMO EN EL S.XXI

 

Marta Maside Docampo*

 

Una gran controversia se acaba de abrir a raíz del movimiento #Me too, iniciado tras la oleada de denuncias varias, desde acoso hasta violación, que surgieron en el mundo del cine y que obtuvieron un punto de capitón con el discurso de Oprah Winfrey, en la entrega de premios de los Globos de Oro en EEUU.

Ni cortas ni perezosas, otras cuantas actrices francesas ha respondido con un manifiesto, denunciando el tinte totalitarista de puritanismo sexual presente en esta amalgama de denuncias/protestas, que han sido aplaudidas y decididamente apoyadas por un amplio sector del feminismo. Ni que decir tiene que ya han sido duramente replicadas desde el mismo, con todo el furor que cabía esperar…

Es un tema difícil de abordar, ciertamente. Y sin embargo es un debate que debemos afrontar, porque se nos viene encima de manera inevitable, y porque entraña cuestiones muy complejas que deben ser analizadas sin simplismos binarios y sin fundamentalismos, del tipo que sean. Lo que está en juego, me parece, es el respeto a la diferencia; quizá, en su forma más radical.

Cuando hay una agresión física, la brutalidad del acto no deja lugar a dudas. El cuerpo del otro es tomado como objeto, al margen del consentimiento del sujeto que lo habita. Pero cuando se trata de un hecho de lenguaje, cuando la agresión se produce con palabras o con gestos simbólicos, cuando el daño se produce en el plano subjetivo, nos guste o no está sujeto a la interpretación.

Por tanto, es en los juicios de valor sobre los daños subjetivos donde hay que extremar la prudencia. La lengua en el ser humano es el campo de estudio del psicoanálisis, por eso creo que puede aportar algunos elementos para la reflexión.

Tengo que decir que el movimiento feminista siempre ha contado con mi cariño, mi respeto y sobre todo mi agradecimiento, desde el principio de su historia. Mi abuela no pudo votar hasta casi a sus 50 años, y mi madre, durante mucho tiempo, no pudo viajar fuera de España sin un permiso escrito de su marido y/o de su padre (así era la España franquista). Mi madre me leía, de pequeña, cuentos feministas —que aun conservo—, donde las niñas y las mujeres dejaban de obedecer a los hombres para obedecer a su propio deseo.

Gracias al movimiento feminista, muchas mujeres de mi generación y en adelante hemos podido elegir. Hemos podido votar, opinar, viajar, estudiar, trabajar y amar sin más trabas que las que impone la vida y sus contingencias. Creo que se puede decir que el gran logro del movimiento feminista fue el de escindir la posición de la mujer de su rol histórico como mero objeto sexual para el hombre, y distinguirla de su posición como sujeto de deseo, como ciudadana libre. Desgraciadamente, muchas mujeres en el mundo están muy lejos todavía de encontrarse en esta situación. Ellas dan sentido a la lucha feminista, y merecen un apoyo sin fisuras.

Pero desde este gran hito del movimiento  feminista, se ha venido produciendo cierto deslizamiento hacia lo que llamaría más bien un discurso  feminista… ¿que se parece al discurso que Lacan describió como el discurso de la histeria? Pese a las connotaciones supuestamente peyorativas que contiene la palabra histeria, nada más lejano en el psicoanálisis que denostarla. Bien al contrario. Tanto Freud como Lacan señalaron el papel privilegiado de la histeria en la historia de la humanidad. Desde las “brujas” asesinadas por la Inquisición por negarse a ser obedientes, hasta las primeras pacientes de Freud como neurólogo, los sujetos histéricos han desempeñado la función impagable de despertar a la humanidad.

El discurso de la histeria, tal como lo definió Lacan, apunta a desvelar un saber reprimido, y en su recorrido, abre una brecha en el discurso del amo, revela que su autoridad no es más que semblante ―lo cual no fue sin consecuencias, mejores y peores, como todo acontecimiento. Fue lo que permitió a Freud descubrir el inconsciente, y a Lacan formular el discurso del psicoanálisis como tal.

Pero todo discurso tiene sus limitaciones, puesto que lo real de la experiencia del ser hablante no puede ser completamente atrapado por las palabras: el lenguaje es siempre insuficiente. Si bien el discurso de la histeria denuncia la condición de semblante del Amo, se mantiene invariable en esa posición. El impasse del que sufre ―en primer lugar, el propio sujeto histérico― es precisamente no poder ir más allá de la denuncia, lo cual permite hacer algo distinto con el saber, del orden de la satisfacción y no del padecimiento.

Me parece que dentro de este movimiento del #Me too hay una cierta deriva hacia este goce de la denuncia, masiva, la cual no sólo victimiza a las mujeres de manera innecesaria, sino que niega la diferencia entre los sexos, reivindicando una igualdad que, fuera del ámbito legal, no existe. Si hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, subjetivamente la lógica masculina y la femenina son diferentes. Y me parece que la reacción que representa este “#Moi non plus” ―si me permiten la invención― de algunas de estas mujeres francesas, puede ser leída en esta dirección.

Liberar a las mujeres de la opresión de tener que reducir su vida a ocupar el lugar de objeto sexual, era necesario. Proscribir este lugar, que tiene también su parte lúdica, especialmente cuando es elegido libremente por una mujer, constituye un ataque en toda regla a la diferencia y a la libertad de elección. Lo que las firmantes francesas llaman la libertad sexual, puede resultar insoportable para otras, que son igual de libres de no ocuparlo.

Pero escandalizarnos, estigmatizar o incluso hacer pedagogía, es suponer un deber ser  sujeto que, paradójicamente, aterriza del lado de la lógica masculina. Para Lacan, lo que ordena la sexuación a nivel subjetivo es la posición en torno a la falta: la posición masculina supone un tener, un universal, un para todos igual, mientras que la femenina parte de su falta en ser ―no hay palabra que represente lo que es ser una mujer―, por eso cada una la aborda desde su propia excepción, una por una.

Si de ningún modo hay que silenciar un crimen machista, empujar a la denuncia indiscriminada no contribuye a fomentar la reflexión, sino el odio y la uniformidad de pensamiento (todos malvados, todas víctimas). Y llegados a este punto, nos alejamos de la democracia.

*Psicoanalista, miembro de la AMP (ELP)

BIBLIOGRAFÍA

Brousse, MH. “Lo que el psicoanálisis sabe de las mujeres como género”.

Intervención en la ONU como representante de la AMP.

https://elp.org.es/accion-lacaniana/otros/

Brousse, MH. “Tras las pistas de la histérica moderna”.

https://www.scribd.com/doc/302488506/Brousse-Marie-Helene-Tras-Las-Pistas-de-La-Histerica-Moderna

Brousse, MH. “¿Qué es una mujer?”

http://www.psicoanalisisinedito.com/2015/04/marie-helene-brousse-que-es-una-mujer.html

Fernández Blanco, M. “Igualdad, paridad y diferencia”

http://blog.elp.org.es/133/igualdad_paridad_y_diferencia_por_manuel/

Ganim, B. Notas sobre la conferencia de MH Brousse “Un objeto tan raro”

http://blog.elp.org.es/all/cat19/notas-sobre-la-conferencia-de-marie-helene-brousse-un-objeto-tan-raro-betina-ganim/

Lacan, J. Seminario XVII El reverso del psicoanálisis

Lacan, J. Seminario XX Aun

5 respuestas a “#ME TOO. FEMINISMO EN EL S.XXI

  1. Celebro la aparición de esta entrada, en la que se resalta el valor de lo singular, de la elección personal, frente un cierto retorno de la norma, con sus límites que pueden obviar el aspecto esencial de la libertad.
    Toda violencia machista ha de ser denunciada, perseguida. Una mujer no pueder ser mero objeto. Pero es sorprendente que se dé, como en el quorum sensing bacteriano (algo bien distante y distinto), una explosión de un «saber» en el orden colectivo, un «me-too» o caer en la cuenta desde la denuncia de los demás. Parece que asistimos a un descubrimiento de la pérdida de la inocencia que sólo es factible como un «también», como un recuerdo participativo.
    Como bien dices, la libertad de elección también ha de respetarse, porque el riesgo de un «deber-ser» está servido.
    Mi felicitación por tu artículo.

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  2. Gran lucidez la de Marta Maside Docampo. Un texto imprescindible para esclarecer la posición de los psicoanalistas lacanianos ante este fenómeno cada vez más extendido del feminismo radical. BRAVO! Amanda Goya.

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  3. He sabido estos días de la «performance» implícita a la retirada del cuadro de Waterhouse. El puritanismo represor renace (¿murió alguna vez?) en esa forma de feminismo radical al que creo que se refiere Amanda Goya. ¿Algo religioso, quizá? Porque parece que no son asumibles ni los pecados que la Iglesia llamaba veniales. Todo es igual por malo. Todo merece el infierno ya en tierra, la llamas purificadoras o el vacío como sustituto de ellas.
    Y de esa totalidad, el Me-Too parece hacer bandera mezclando y confundiendo el horror con lo artístico, pasando por lo banal.
    Vivimos una época peligrosa en la que lo cuantitativo parece renacer del peor modo, por simple y, por ello, brutal. Dos millones de firmas en Change pueden facilitar la cadena perpetua.
    Dos millones también podrían imponer la retirada de cuadros pecaminosos de nuestros museos.
    Como dicen en la televisión, «la audiencia ha decidido». Por decidir, lo ha hecho hasta la náusea con la empalagosa imagen de dos tiernos jovencitos «enamorados» cantando a dúo.

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  4. En lisant votre article sur #MeToo, je suis frappée par le déploiement de mises en garde contre les dérives du mouvement. Quand Me#Too a éclaté, j’ai été saisie par la brutalité et la violence des témoignages de toutes ces femmes abusées. Dans le cas Weinstein, tout le monde savait, personne ne disait rien. Quand je vous lis, vous ne dites rien non plus du contenu des témoignages qu’on peut lire. Le problème a traiter et à analyser est, d’abord, le récit de ces femmes. C’est cela #MeToo et non pas les retombées ‘nuisibles’ qu’il pourrait avoir sur le bon fonctionnement des rapports hommes/femmes.
    Le même déplacement s’est répété avec le mouvement des Gilets Jaunes, pour faire l’économie d’écouter leurs souffrances, le dominant s’évertue à mettre en garde sur le danger pour le bon fonctionnement des institutions que représentent les manifestations.

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    1. Estimada Sonia, gracias por su comentario, que acabo de leer ahora mismo. Precisamente, lo que estoy defendiendo es la necesidad de abordar esta cuestión una por una, como usted dice. Escuchar los relatos, individuales, de cada mujer, pues cada mujer debe hacerse cargo de su historia, porque, como sabemos, las palabras tienen efectos, sobre uno mismo, y sobre los demás. Y justamente, un movimiento de denuncia masiva, lo que consigue es diluir esa responsabilidad sobre la enunciación, de cada una.
      Un saludo
      Marta Maside

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