La revuelta de los jóvenes catalanes. Carta abierta a José Ramón Ubieto

La revuelta de los jóvenes catalanes. Carta abierta a José Ramón Ubieto.

 

 

Neus Carbonell*

 

La révolte est à respecter comme telle,

dans son sense et dans sa dignité

Jacques-Alain Miller[1]

 

Estimado José Ramón.

 

He leído con atención el artículo que ha sido publicado en Zadig-España (https://zadigespana.wordpress.com/2019/10/21/que-agita-a-los-violentos/) y que había sido publicado anteriormente en La Vanguardia en la sección que diriges desde hace varios años y que da voz y presencia pública al psicoanálisis, cosa infrecuente. En efecto, es un espacio de una gran responsabilidad y te felicito por haberlo logrado y mantenido en el tiempo. Por otro lado, su excepcionalidad confiere a los artículos de la sección una aureola de dogma analítico que, por descontado, sabemos que no existe.

El artículo en cuestión ha despertado en mí algunas reflexiones que quisiera compartir contigo y con nuestra comunidad. En estos tiempos convulsos es más difícil que nunca atrapar lo nuevo y poder decir algo acerca de ello. Como mi querida colega de Barcelona, Leonora Troainovski, me recuerda a menudo, el psicoanálisis va siempre por delante de los propios psicoanalistas.

Volviendo a tu artículo quisiera empezar destacando la hermosa cita de Lacan que lo abre y que, me consta que ya te ha sido señalado, tú recortas. La cita completa es -cito del texto en francés:

«Ne savons-nous pas qu’aux confins où la parole se démet, commence le domaine de la violence, et qu’elle y règne déjà, même sans qu’on l’y provoque? »[2].

“¿No sabemos que en los confines donde la palabra dimite (se démet, se disloca, se desgarra), empieza el dominio de la violencia, y que ella (la violencia) ya reina en ellos (en esos confines), incluso sin que se la provoque (en esos confines)?”

Para Lacan el dominio de la violencia y de la palabra no son excluyentes. Se trata más bien de una zona de límite, de una una torsión, incluso. Sería demasiado simple, y admitámoslo un poco moralista, suponer que la violencia es sencillamente el resultado del fallo de la palabra. Si fuera así, nunca hubiéramos celebrado, por ejemplo, un Foro europeo de Zadig titulado “Discursos que matan”. Entre la palabra y la violencia hay un nudo. Si no localizamos este nudo no alcanzaremos a entender la violencia que se ejerce en el mundo contemporáneo de maneras muy diversas y a las que ha tendido la historia de la humanidad a veces de forma feroz y de las que no estamos a salvo.

Lo que ocurre estos días en las calles de Barcelona entre los jóvenes es complejo y quizás tardaremos un tiempo en llegar a comprenderlo. Lo que me parece seguro es que se adapta mal a cualquier intento taxonómico. Por suerte con el psicoanálisis, poco dado a las clasificaciones, contamos con otras nociones que nos ayudan a intentar atrapar lo impensable de lo real. Precisamente, Jacques-Alain Miller localiza este punto de impensable en el corazón de la revuelta. No hay en ella nada programado, racional, la revuelta es del orden de la emoción, a diferencia de la revolución o de la subversión.[3]

Cuando se escucha lo que estos jóvenes tienen que decir, a través de las palabras por supuesto y a menudo muy bien articuladas, y se esfuerza uno por escuchar analíticamente, es decir poniendo en suspensión todo saber como ya aconsejaba Freud, uno puede encontrar en ellas algo de lo nuevo y algo de lo antiguo.

Estos jóvenes, algunos muy jóvenes, que llevan saliendo a la calle ahora ya más de una semana, día y noche, sorprendentemente organizados a través de las redes, pertenecen a las clases medias urbanas, mayoritariamente educados en buenas escuelas y universitarios. Cada uno de ellos, por supuesto, enfrentado a su propio estrago, uno por uno. Porque, cito de nuevo a Miller: “si busco el resorte de la revuelta, lo que me parece, lo que creo percibir, es que se trata de un encuentro, inopinado, azaroso que sorprende al sujeto: el encuentro con lo imposible de soportar”.[4] Entonces, el sentimiento de injusticia que anima las revueltas es la última máscara de lo insoportable.

La injusticia para estos jóvenes tiene muchas caras. Las que proyectan los discursos que matan de nuestro mundo, el que nuestra generación les deja: brutalidad policial, criminalización de la protesta, arbitrariedad de la justicia, crisis climática, precariedad laboral, dificultad de acceso a la vivienda. He escuchado en ellos que la rebelión catalana no es sino una rebelión contra esos discursos que en España se articulan con significantes amo del tipo: Constitución, Transición, Ley, Estado de derecho.

Cada joven, uno a uno, coloca en ese exterior que le brinda tantas ocasiones, lo imposible de soportar. Lo que el psicoanálisis puede ofrecerles consiste en hacer escuchar a cada uno su propio insoportable. Nada más, pero tampoco nada menos. Con todo el respeto por el síntoma. Orientados por lo real para que la apuesta no sea la del sacrifico y para advertirlos del goce “con el que hay que andar con cuidado si uno quiere rebelarse de la buena manera”.[5]

De juzgar, modificar las conductas y penalizar se encargan las psicologías al servicio del amo. Del sacrificio, los poderes del Estado.

*Psicoanalista de la AMP (ELP)

Fotografía de Jordi Borràs seleccionada por la autora.

 

[1] “Comment se révolter” La Cause Freudienne, n.75, p.214.

[2] Jacques Lacan, “Introduction au commentaire de Jean Hyppolite” Écrits, p.375.

[3] “Comment se révolter” La Cause Freudienne, n.75, pp. 212-217.

[4] Ibid., p. 213.

[5] Ibid., p. 217.

11 respuestas a “La revuelta de los jóvenes catalanes. Carta abierta a José Ramón Ubieto

  1. Sra. Neus Carbonell,
    No tengo formación psicoanalítica. Fui psicoanalizado durante mas de 5 años y quede y estoy muy satisfecho de ese período que fue altamente terapéutico y me proporcionó un valioso bagaje cultural.
    Posiblemente mi ignorancia psicoanalítica es lo que dificulta que pueda entenderla cuando dice: »
    La injusticia para estos jóvenes tiene muchas caras. Las que proyectan los discursos que matan de nuestro mundo, el que nuestra generación les deja: brutalidad policial, criminalización de la protesta, arbitrariedad de la justicia, crisis climática, precariedad laboral, dificultad de acceso a la vivienda. He escuchado en ellos que la rebelión catalana no es sino una rebelión contra esos discursos que en España se articulan con significantes amo del tipo: Constitución, Transición, Ley, Estado de derecho.»
    Con el máximo respeto me pregunto, le pregunto y pregunto a los que han leído su nota si tiene Vd. formación y competencia para juzgar mas allá de sus conocimientos psicoanalíticos la » brutalidad policial, criminalización de la protesta, arbitrariedad de la justicia» a que se refiere.

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      1. Estimada Neus Carbonell,
        gracias por la sugerencia, leo regularmente El País y he leído ese artículo con detenimiento. De hecho los datos que se aportar complementan los que estamos manejando.

        Me vienen a la memoria las palabras que Lacan dijo con respecto al mayo del 68: “Si tuvieran un poco de paciencia y si quisieran que nuestros impromptus continúen, les diría que la aspiración revolucionaria no tiene otra oportunidad que desembocar, siempre, en el discurso del amo. La experiencia ha dado pruebas de ello. A lo que ustedes aspiran como revolucionarios, es a un amo. Lo tendrán.“

        En mi modesto entender filosófico, sociológico y político, la violencia estalla cuando irrumpe el acontecimiento incomprensible o impensable. No tengo la impresión que ese sea el caso mayoritario ni fundamental en Cataluña. No hay nada, a parte del sentimiento, que no haya sido orquestado, programado, adoctrinado y conducido.

        A mis 74 años y con muchos perdigones bajo el ala, me intriga que va a deparar el futuro a esos jóvenes.

        Saludos cordiales,

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  2. Estimado José Vives,

    Muchas gracias por su comentario que voy a intentar responder. En primer lugar, haría falta recortar la frase completa: “brutalidad policial, criminalización de la protesta, arbitrariedad de la justicia, crisis climática, precariedad laboral, dificultad de acceso a la vivienda”. En efecto, cada uno de estos puntos es controvertido. Por ejemplo, la arbitrariedad judicial, tomemos la sentencia del caso llamado de “La Manada”, hubo opiniones jurídicas fundamentadas muy dispares. Igualmente, lo que algunos pueden considerar brutalidad policial (las imágenes de policias pegando manifestantes o disparando proyectiles de goma y dejando sin un ojo a cuatro personas en los últimos días) otros lo pueden considerar el necesario orden público. Lo que para unos es precariedad laboral, para otros es la competitividad del mercado. Los hay que niegan el cambio climático . Lo que algunos llaman criminalización de la protesta, para otros es terrorismo o delito de odio (por ejemplo las condenas a algunos cantantes de rap). En estos puntos, aunque no solo en ellos, toma forma el malestar del mundo contemporáneo. Ciertamente me parece que es así para muchos de los jóvenes que protestan estos días en las calles de Catalunya. Pero más allá de lo cierto, está lo verdadero, la verdad del síntoma. Es a eso a lo que quería referirme.
    Un saludo muy cordial,
    Neus Carbonell

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    1. Estimado José Vives,

      En ningún caso me parece que pueda entrar en un debate político o sociológico de lo que está sucendiendo en Catalunya. Ni soy socióloga ni politóloga. Ni estoy segura de que lo que llamo la «revuelta de los jóvenes catalanes» guarde mucha relación con el mayo del 68 francés. Ni, por supuesto, de que los jovenes sean revolucionarios. Esto último ya lo he argumentado, no es necesario volver sobre ello.

      Mi contribución es una reflexión a partir de lo que se repite y de lo que no en lo que he escuchado en algunos jóvenes. Así como de mi esfuerzo en responder a ello como psicoanalista, tampoco voy a volver sobre lo escrito. Desde luego, la ética del psicoanálisis no es ni juzgar, ni condenar, ni castigar, ni, por supuesto, empujar al acto.

      Muy cordialmente,

      Neus Carbonell

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  3. Estimada Neus Carbonell, muchas gracias por sus aclaraciones que me han ayudado a entender mejor su nota.

    Totalmente de acuerdo, las expresiones: “brutalidad policial, criminalización de la protesta, arbitrariedad de la justicia, crisis climática, precariedad laboral, dificultad de acceso a la vivienda” y todas las que de una manera u otra hoy día surgen de ellas en función de las personas y circunstancias son controvertidas.

    Me consta por comentarios de los profesionales del mundo de la psicología, psicoanálisis y psiquiatría que el “procés” se incorpora a todas ellas y toma junto con ellas forma de malestar, dolor e incluso desórdenes emocionales. Esa es la verdad del síntoma a partir del cual los profesionales ejercen su tarea de “curar” (no se me ocurre mejor término).

    Comparto la opinión de los que consideran que cuanto más alejada de lo cierto esté la verdad del síntoma, más difícil será alcanzar el bienestar y equilibrio duradero de la persona que acceda al tratamiento.

    Saludos cordiales,

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  4. Estimada Neus,
    Tan interesante entrada acaba diciendo que «He escuchado en ellos que la rebelión catalana no es sino una rebelión contra esos discursos que en España se articulan con significantes amo del tipo: Constitución, Transición, Ley, Estado de derecho».
    ¿No cabría decir que esa rebelión lo es a favor de otros «significantes amo» como Independencia, Injusticia (la que supuso condenas) o Libertad?
    De ser así, la diferencia entre independentistas y constitucionalistas sería regida por su elección del «significante amo». Y, si es así, ¿qué es un significante amo?

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    1. Estimado Javier Peteiro,

      Muchas gracias por su fina observación con la que estoy completamente de acuerdo. En efecto, independencia, justicia, libertad, democracia, Catalunya, son también significantes amo. Es decir, significantes a los que al sujeto se aliena y que lo ponen a trabajar para el goce. En este punto, el discurso de una política no se distingue del de otra. A menos que, con el psicoanálisis, uno pueda orientarse por otra política, la del síntoma. Es decir, orientarse por el punto de malestar, de imposible.
      En este sentido y por lo que he escuchado de algunos protagonistas, creo que lo que está ocurriendo en Catalunya entre los jóvenes no es una revolución guiada por una política. Los jóvenes que están en las calles levantando barricadas no parecen “luchar” por la independencia, ni tan solo por la “libertad de los presos”. Su lucha es “contra”, principalmente contra el Estado, contra “quienes no les escuchan”, “contra su futuro incierto”. La promesa de una Catalunya independiente en la cual se viviría mejor, con más oportunidades, más democracia, más justicia está más o menos presente. Aunque creo que lo que realmente dejó huella en esta generación fue el 1 de octubre. “La gente de la calle” (no sé como llamarla) pudo poner en jaque a un Estado incluso más allá de los políticos independentistas. Porque, desde luego, sin una sólida organización “popular” el referéndum nunca hubiera tenido lugar. Ese día ha dejado una fuerte impresión de que el Estado es el enemigo contra el que hay que defender “la democracia”. La respuesta del Estado enviando la policía no pudo haber sido peor. Desde luego la judicialización, la prensa, las soflamas políticas posteriores lo han empeorado todo. Pero estos jóvenes no están “contra los constitucionalistas”. Están, decididamente, contra el Estado y contra la policía como su principal garante. Por eso afirmaba que es una rebelión y que hay que tomarla como tal.
      No creo tampoco, como me parece que usted sugiere, que la solución sea rendirse a significantes amo, sean cuales sean. Sino más bien localizar el punto de imposible para que podamos tratarlo de la mejor manera y no nos arrastre hacia lo peor. Esto solo será posible si, para empezar, nos escuchamos unos a otros, preferiblemente a la manera freudiana, es decir poniendo en suspenso lo que creemos que somos, lo que sabemos y lo que queremos.
      De nuevo, estimado Javier, gracias por su observación.
      Un saludo cordial,
      Neus Carbonell

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      1. Estimada Neus Carbonell,

        Agradezco mucho la respuesta a mi comentario.
        Solo me permitiré hacer un matiz por mi parte. Creo que quizá sea exagerado, cuando no una aporía, entender a un Estado democrático como enemigo de la democracia.
        La elección de los jóvenes que actúan de forma violenta en barricadas y lanzando objetos contundentes contra unos significantes amo, encarnados en la policía de un estado democrático, parecería encauzarse, si entendí bien, en la armonía con otros significantes amo de signo opuesto. En ese sentido, la libertad personal, que no queda abolida, por más que uno sea joven y de clase media, pasa al acto jugando con fuego que llega a ser literal y así no solo puede quemar sino también quemarse.
        Es por ello que supongo que no se trata sólo de una posición «contra», de rebeldía sin objeto, sino de una apuesta por un modo de vida diferente; una apuesta dura en la que siempre se puede ganar, pero también perder. Eso, en otra escala, parece haber ocurrido con los recién condenados judicialmente.
        Creo que tuvieron asesoría letrada previa a su decisión, jugaron (en el más noble sentido que se quiera entender) y perdieron. Pasaron así a ser presos políticos (decirlo al revés sería eufemístico). Podrían haber ganado. No sabemos lo que ocurriría en tal caso.
        Comparto plenamente que no hay nada mejor que el diálogo en esa «manera freudiana» pero parece tristemente muy difícil que se dé.
        Gracias nuevamente y un cordial saludo,
        Javier Peteiro

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    2. Independentistas versus constitucioanalistas; Transición, Ley, Estado de derecho versus Independencia, Injusticia, Libertad; Perder versus Ganar (véase otra respuesta más abajo) es la constante retórica del pensar las cosas en términos de enfrentamiento, sin ni siquiera interrogarse con un mínimo de profundidad qué significa qué de cada uno de esos términos. Es el encanallamiento de las ideas, cuando uno mismo se encanalla en que para exterminar el necesario conflicto social se acusa al otro de idénticos males, -pero invertidos-, con los que ese otro nos cuestiona, -en vez de escuchar y dar valor a la reacción crítica incluso desalmada y violenta en todo lo que tiene de sintomática.

      Es el «a por ellos» constante que sólo fabrica más y más enemigos allí en donde se goza que se los va a eliminar, engordando todavía más un problema del cual se acaba viviendo y hasta extrayendo beneficios espurios. Es el más rancio autoritarismo como forma de ejercer la democracia llevada hasta el sarcasmo… Sólo escuchar estos días desde los altavoces mediáticos del Estado defenderse con el significante «Plena», referido a la democracia, y que nadie diga ni pío cuando si hay algo alérgico al sistema democrático es el concepto «pleno», ya que una democracia es, por definición, siempre incompleta, porque es siempre un ser en movimiento definido por su propia «implenitud», ya habla del nivel en el que está una amplia mayoría en este debate… Y así nos va, lamentablemente.

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  5. La mayoría son niños menores de edad. Se deberían manifestar los adultos, en toda España, por la total podredumbre económica, social, cultural y de todo tipo que ha ocasionado, y va a peor, el Monipodio Borbónico.

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