¡NO A LA LEY DE SALUD MENTAL ARGENTINA! «LAS RESISTENCIAS CONTRA EL PSICOANÁLISIS, Y EL PSICOANÁLISIS COMO RESISTENCIA»

LAS RESISTENCIAS CONTRA EL PSICOANÁLISIS, Y EL PSICOANÁLISIS COMO RESISTENCIA

 

Gustavo Dessal*

Como todo el mundo sabe, el actual gobierno argentino presidido por Macri es un ejemplo de lo que los expertos en ciencias políticas denominan “autoritarianismo”, esto es, un régimen que travestido con los ropajes de la democracia representativa encarna el proyecto de un liderazgo que reintroduce los valores más reaccionarios del neoliberalismo.

 El ataque a la democracia en Argentina se manifiesta en varios frentes simultáneos. Algunos, como el reciente intento de indultar a los genocidas de la pasada dictadura militar, fueron retenidos por la acción decidida del pueblo, que expresó su repulsa en una manifestación ante la cual el gobierno no tuvo más remedio que retroceder. Eso no significa que el actual gabinete se haya rendido. Su retirada es meramente táctica, y volverá a promover acciones semejantes. En menos de dos años, la destrucción del tejido económico, el endeudamiento intencionado con el FMI, el retroceso en materia de derechos humanos (caso Santiago Maldonado) y el aumento de la pobreza, la exclusión social y el desamparo de las clases bajas, es sencillamente aterrador. Hace pocas semanas, y con la absoluta complicidad de los sindicatos (instituciones que en Argentina poseen un carácter mafioso por todos conocido), se ha firmado una reforma laboral que supone un duro golpe a las conquistas sociales, siguiendo la inspiración ofrecida por el gobierno de Rajoy.

Ahora le toca el turno a la Salud Mental. Un proyecto de reforma de la ley sanitaria se propone restaurar el antiguo sistema de reclusión manicomial, y la rotunda expulsión de todos los métodos que no sean de estricta observancia “científica”. Conforme a este decreto, solo el modelo de la medicina biologicista es admitido como válido para regir la política de salud mental. Todas aquellas prácticas que no respondan a este enfoque serán consideradas carentes de valor y retiradas del sistema público. Por supuesto, el psicoanálisis es una de las primeras presas a abatir.

Para quienes no conozcan el sistema de salud mental de la República Argentina, es fundamental saber que hace más de medio siglo que los psicoanalistas de todas las orientaciones trabajan (la mayoría ad-honorem) en los dispositivos públicos. Más aún: no es excesivo afirmar que los psicoanalistas constituyen el cimiento principal de la salud mental en Argentina, con todas las ramificaciones que ello supone, además, en los aparatos de educación estatales. No existe otro país en el mundo donde la presencia del psicoanálisis en el sistema sanitario sea numéricamente semejante. Pero no se trata solo de cantidad. El psicoanálisis ha dado forma y vida a un abordaje terapéutico que influye en todas las ramas de la medicina. La cirugía, la pediatría, la oncología -por citar tan solo algunas de las múltiples especialidades médicas- se han visto transformadas por el psicoanálisis, dando lugar a un modelo singular de relación médico-paciente, y a una apreciación de las implicaciones subjetivas que toda enfermedad supone. El psicoanálisis no es solo un discurso que opera en el plano de la salud mental pública, sino que también ha contribuido de forma decisiva a crear un estilo de práctica médica incomparable. Esa conquista, que hace del psicoanálisis en la Argentina una presencia excepcional, está gravemente amenazada por el actual gobierno.

En los últimos tiempos, leemos con frecuencia que el psicoanálisis es una práctica que solo puede ejercerse en un estado de derecho. Es una verdad relativa, puesto que durante los terribles años de la dictadura militar en Argentina el psicoanálisis no fue proscrito, y ningún psicoanalista fue perseguido por su condición, sino por su pertenencia -real o supuesta- a alguna organización política. Inversamente, el estado de derecho no es una garantía para el psicoanálisis. Las formas totalitarias del neoliberalismo son perfectamente compatibles con los semblantes del estado de derecho. El psicoanálisis puede ser eliminado de cualquier sistema público democrático, y para ello es suficiente que se lo declare contrario a las “evidencias científicas” e incompatible con los presupuestos sanitarios.

Queridos colegas de las siete escuelas: esto no es un problema meramente argentino. Es algo que concierne a la Escuela Una. Del mismo modo en que el extraordinario esfuerzo de Jacques-Alain Miller logró hacer retroceder la ley Accoyer, podemos hoy intentar detener este atropello impulsado por el gobierno de Macri, que en definitiva no es más que la correa de transmisión de los valores del paradigma contemporáneo. Recordemos que el psicoanálisis es mucho más que un método clínico. Es una forma de resistencia a la nueva normalidad que se pretende imponer, esa normalidad apuntalada por la ideología del darwinismo social, de la eficiencia, de la pragmática costo-beneficio, problema-solución. Proteger nuestro discurso es contribuir a la causa de la dignidad humana, y en esa causa estamos todos comprometidos.

*Psicoanalista, miembro de la AMP (ELP).


Firmar la petición para que no sea aprobada la ley: https://www.change.org/p/casarosada-no-a-la-reforma-de-la-ley-nacional-de-salud-mental-no-26-657

 

 

2 respuestas a “¡NO A LA LEY DE SALUD MENTAL ARGENTINA! «LAS RESISTENCIAS CONTRA EL PSICOANÁLISIS, Y EL PSICOANÁLISIS COMO RESISTENCIA»

  1. Querido Gustavo,
    Surge una pregunta. ¿Por qué Macri hace esto?
    Asocio su postura a la intransigencia del auto-declarado cientificista Mario Bunge: una mala experiencia personal con un psicoanalista. No descarto, obviamente, que puedo estar equivocado, pero, de no ser así, me resulta difícil de entender que ahí, en Argentina, tierra en la que el psicoanálisis ha calado especialmente, se plantee semejante despropósito.
    En cualquier caso, es lo que hay y contra lo que hemos de situarnos porque, como bien dices, el psicoanálisis “es una forma de resistencia a la nueva normalidad que se pretende imponer”.
    Estamos ante una normalidad de creyentes, de creyentes en evidencias que no existen, en una ciencia que no es tal, de creyentes que quizá, lo que son las cosas, hasta se declaren ateos. Asistimos a la instalación en una nueva creencia que para sí quisieran las religiones tradicionales. Se trata de la fe ciega en… ¿en qué? Porque, al final la respuesta no es clara. No lo es en la ciencia, que reconoce sus límites. Entonces, ¿en qué? Todo apunta a la NORMA, a esa a la que aludes, que se impone como un amo incorpóreo que recuerda al dios vetero-testamentario por ser implacable.
    La norma se ha sacralizado. Como normalidad estadística y como idealidad cientificista.
    No debemos, no podemos permitirnos el lujo de olvidar el demoníaco poder que tiene lo “normal”. Fue “normal” el nacionalsocialismo en Alemania, como fue idealizado Lysenko en la Rusia soviética.
    Es “normal” basarse en la ciencia aunque ésta no exista para sustentar lo que se pretende. Muchos científicos han traicionado su tarea para satisfacer la norma impuesta por “calidólogos”, esos que hablan de índices de impacto, de índices h y demás pretendidos valores bibliometricos (algo que ni Einstein ni Planck habrían conseguido).
    No queda otra opción, otra alternativa, que, como bien dices, “contribuir a la causa de la dignidad humana. Desde mi modesta posición recojo el guante que lanzas al decir que “en esa causa estamos todos comprometidos”.
    Un abrazo, 
Javier.

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  2. En primer lugar clarificar de que el avance sobre la Ley Nacional de Salud Mental se da sobre la modificación de su Decreto Reglamentario N°603/13. No se trata de promulgar una nueva ley, cuestión que les resulta un casi imposible a los sectores que históricamente se oponen y que están agrupados en una activa corporación médico-psiquiátrica. Por ello, entonces buscan modificar el espíritu de la ley, dándola vuelta desde la reglamentación. Esto es inconstitucional, por el principio de «razonabilidad», que claramente expresa que no puede una reglamentación normativa, contradecir el texto legal. Considero que el título del artículo de Gustavo Dessal promueve una confusión que sin querer, colabora con quienes justamente no quieren la implementación postergada de la Ley 26.657. A Macri poco le interesa la salud mental, este avance sobre la ley y el psicoanalisis es producto de la corporación psiquiátrica y tiene en el Director Nacional de Salud Mental, la voz que intenta desprestigiar al psicoanalisis en beneficio de las neurociencias.

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